Un esfuerzo de exhumación arqueológica nos dio como resultado el hallazgo de un hecho histórico en materia de política electoral acontecido en San Luis Potosí en 1958. Por considerarlo un antecedente epónimo de la lucha por la democracia en México aquí lo insertamos:
El 6 de julio de 1958 se llevó a cabo la elección presidencial, el Colegio Electoral la dio por válida y el 10 de septiembre declaró presidente electo de México a Adolfo López Mateos en base al resultado siguiente: Adolfo López Mateos obtuvo 6 millones 769 mil 754 votos; Luís H. Álvarez, del PAN, 705 mil 333 votos. El PAN se inconformó y para “no convalidar un régimen que es ilegítimo de origen” instruyó que los ocho diputados electos de su partido no se integraran a la legislatura federal; cuatro de ellos acataron la instrucción: Felipe Gómez Mont, Jaime Haro, José Bayón y Ana Mª. Segura. Mientras, en la profunda provincia mexicana sucedían hechos interesantes, transcribo del libro El Fin de una Era de mi autoría: “En el Estado de San Luís Potosí se elegirían alcaldes en comicios a celebrarse el 7 de diciembre. En noviembre, en la ciudad capital se había formado una Coalición tripartita (aglutinaba a panistas, comunistas y sinarquistas), convertida después en Unión Cívica Potosina e integrada para hacerle oposición al PRI, postuló al Dr. Salvador Nava Martínez para la alcaldía de la capital. La actitud opositora era demasiado incómoda para la intolerancia del cacique Gonzalo N. Santos, quien de inmediato ordenó las consabidas represiones contra esa disidencia, que no se amilanó y sí en cambio estimuló la fuerza opositora de los decididos ciudadanos que apoyaban a Nava. En la elección éste obtuvo 26 319 votos contra 1 683 del candidato priísta (más bien santista).
“El resultado de la votación fue considerado como un rechazo a las autoridades locales de tal forma que el gobernador Manuel Álvarez tuvo que solicitar licencia para abandonar su cargo (ya gobernaba al país López Mateos), entrando en su relevo Francisco Martínez de la Vega, a quien le tocó en suerte lidiar y contemporizar con el alcalde opositor durante el trienio 1959-1961. Casi para concluir su gestión el Dr. Nava buscó ser el abanderado del PRI al gobierno estatal, pero le fue negada esa oportunidad; ante el rechazo no tuvo otro camino que el de lanzarse una vez más por la vía opositora.
“Alejandro Caballero relata un interesante cuanto ilustrativo dialogo entre Salvador Nava y el Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Alfonso Corona del Rosal:
“-Doctor usted no va ser candidato del PRI para la candidatura
del Estado.
“-general usted se ha de estar equivocando de estado, porque en
San Luís Potosí, todavía no se realizan las convenciones del
Partido.
“-pues, no, doctor, con convenciones o sin ellas usted no será
el candidato del partido, aunque las ganara… porque además de
tener el voto de las personas se necesita otra cosa…”*[1]
“El Dr. Nava no logró su propósito, pero encabezó un movimiento ciudadano cuya lección compendia un interesante capítulo de resistencia cívica alentada por el hartazgo de imposiciones políticas, un reflejo fiel del rechazo ciudadano al cacicazgo, uno de los vestigios más negativos que la Revolución Mexicana no había podido desaparecer”. Luego hay quien dice que la democracia en México acaba de nacer.
[1] Caballero, Alejandro. Salvador Nava, las Últimas Batallas. La Jornada, Serie Disidencias.