Don José Ortega y Gasset, un clásico

De don José Ortega y Gasset lo más difundido en círculos del café es su frase “soy yo y mis circunstancias”, en su filosofía de la vida el centro lo ocupa la visión individualista, particular de cada uno, respecto del conjunto social, lo llamó perspectivismo. Pero, para no incursionar en presunciones académicas, para lectura de sábado de gloria, aquí insertamos una breve narrativa acerca de la opinión de este gran filosofo español respecto al...
sábado, abril 19, 2025
Xalapa
cielo claro
23.5 ° C
23.5 °
23.5 °
54 %
2.9kmh
4 %
Sáb
29 °
Dom
29 °
Lun
25 °
Mar
25 °
Mié
27 °

Otra catástrofe. ¿De veras quieren destruir a México?

Sorprende muchísimo que la presidente Sheimbaum reconozca un error, en la misma tesitura que su mentor y jefe político, ya que ambos no se equivocan y son dueños de la verdad. Por eso se encendieron las alarmas cuando la doctora aceptó que su gobierno compró medicamentos con un sobreprecio de 13 mil millones de pesos. A estos nuevos ladronazos no se les procesó, no se les detuvo. Sólo "se les removió". Los de cuarta creen que estamos acostumbrados, que las cifras pierden importancia y que ellos son inmunes, hagan...

Ni les contesten

mquim1962@hotmail.com

twitter: @mquim1962

La intolerancia es en sí misma una forma de violencia

 y un obstáculo para el crecimiento de un verdadero espíritu democrático.

Mahatma Gandhi

Muchos de quienes gobiernan, dispersan una visión cada vez más delirante. Enfadados, acuden permanentemente a descalificar todo lo que no se pliegue a su creencia, a su “verdad”, pues creen que es la única representación del sentir “del pueblo”, generando un ambiente de inflamación social, conveniente para respaldar su narrativa polarizante de amigos y enemigos. Son mensajes reiterados y bien dirigidos, con poca o ninguna verosimilitud, diseñados para crear adhesiones en emociones, no en razones ni en resultados, por eso son respaldados por muchos.

La notoria incomodidad del presidente ante sucesos que sin duda le implican derrotas políticas, pues contienen sus proyectos transformadores, le han puesto en una ruta de enojos que, frente al micrófono, resultan en posiciones y expresiones impropias, claramente evasivas, amenazantes.

Cada vez es más complicado defender la ineficacia de acciones de la administración pública y la tan ofrecida honestidad gubernamental que no existe. Para tal defensa ha sido necesario ocultar como reservados los datos oficiales o maquillarlos hasta la incongruencia.

La opacidad vigente ha dejado de ser sospechosa para convertirse en una certeza de corrupción, lo que los vuelve insolentes, balbuceantes o iracundos ante la falta de argumentos serios y creíbles. Es evidente el agotamiento físico y emocional del tlatoani mientras el tiempo pasa llevándose consigo  las expectativas generadas al inicio en muchos mexicanos. Dan paso al alejamiento, al desencanto y el enojo.

La construcción de murallas de intolerancia de ambos lados, de seguidores y contrarios, en las que cómodamente se guarecen quienes no aciertan a criticar y hacer cuestionamientos en el ámbito de la reflexión, desplegando la más cerrada actitud para ejercer la crítica y la autocrítica.

Los comportamientos nuevos y diferentes que se comprometieron, al menos discursivamente en el actual gobierno, sufren el torpedeo diario de informaciones, fotografías, datos, donde se documentan las similitudes de los actuales gobernantes con  las arbitrariedades, impunidades y corrupción de los anteriores gobiernos que tanto nos ha dañado como nación. Las diferencias que dicen que existen no son tales, acaso solo haya diferencias para peor; las malas conductas a cada momento se muestran más descarnada y cínicamente.

Lo que claramente se acentúa, es la incapacidad para dialogar desde y con el poder, que a contramano exige subordinación. En medio de nuestros problemas y en la recta final de la administración no se ofrecen alternativas de encuentro para discutir salidas y establecer acuerdos mínimos para los diálogos necesarios.

Prefieren cancelar líneas y dictar órdenes que cierren puertas, “ni les contesten el teléfono” dicen, para qué hablar, para qué escuchar, si la verdad es mía y es incuestionable. Yo tengo la razón y todo aquel que piense o mire diferente es un traidor a la patria. Además, somos mayoría y aquí se hace lo que nosotros digamos, porque al final, ya lo verán, quedará atrás eso de que la ley es la ley.

La intolerancia escala reclamando la anulación de respetos mínimos por más que se invoque el cliché previo a las denostaciones: de siempre del “con todo respeto”. Demasiados adjetivos acentúan discursos que fabrican odios. Esas posiciones que son criticables vengan de donde vengan, pero más aun de espacios que deberían de llamar al recato, al decoro, a la concordia y reconciliación.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

La salud del presidente es razón de Estado y de interés público, ¿no lo entienden?

otros columnistas