jueves, abril 25, 2024

Alejandro Solalinde decía: Veracruz es un panteón clandestino

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Durante el gobierno de Fidel Herrera (2004-2010) la balacera ocurrida en Villarín el 3 de marzo de 2007 operó como un estallido en la opinión pública veracruzana para advertir el grado de violencia subyacente en la zona centro de la entidad, tras ese sangriento acontecimiento sobrevinieron acontecimientos de dramáticas consecuencias, y ya nada ha devuelto la tranquilidad de antaño a la sociedad veracruzana. Después la violencia se fue extendiendo paulatinamente por todo el territorio estatal, de tal manera que cuando el sacerdote Alejandro Solalinde declaró que Veracruz era un cementerio clandestino a nadie pareció extrañarle. En aquel entonces corrían fuertes rumores acerca de extraños movimientos nocturnos en los alrededores de la Playa de Chachalacas, fueron el trágico vaticinio de lo que ahora padecemos. Más tarde, ya en el periodo de Duarte de Ochoa (2010-1016) la violencia se extendía del norte a sur de la entidad. Posiblemente la memoria colectiva ya olvidó aquel septiembre de 2011 cuando en Boca del Rio enfrente del World Trade Center donde se celebraba el Encuentro Nacional de Presidentes de Tribunales Superiores y Procuradores de Justicia, 35 cadáveres fueron esparcidos en la Vía principal, la conmoción generalizada cimbró todo México. Coatzacoalcos se convirtió en la Meca de los incidentes violentos acompañados siempre de los ofrecimientos del gobernador de mandar refuerzos policiacos, con lo cual, obviamente, nada se resolvió. También en Pánuco afloró la violencia con fuerte impacto en la región, y qué decir de la zona centro, donde fue descubierto un Centro de adiestramiento en Acultzingo, al que las autoridades tardaron en localizar. La violencia se ha adueñado del escenario social y el tema de los desaparecidos y “levantados”, no pocos por las propias corporaciones policiales, se convirtió en costumbrismo social. En esa trama la lucubración hablaba de desapariciones en la Academia de Policía ubicada en Emiliano Zapata, la narrativa incluía el tema de animales fuertemente depredadores, como tigres y lagartos que allí se mantenían. Nadie supo de investigaciones iniciadas para comprobarlo, y nada de eso fue confirmado. Sin embargo, quienes integran el Grupo Buscando a Nuestras Desaparecidas y Desaparecidos persisten en su incansable, dramática tarea de angustiosa búsqueda, y ahora su atención vuelve a centrarse por el rumbo de la referida Academia y su vínculo con la barranca de La Aurora adonde- suponen- arrojaban los cadáveres de los desaparecidos. No es coincidencia la declaración del Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas relativas a que Veracruz se ubica entre los 10 estados con más desapariciones en el país, y no porque lo diga un funcionario de alto nivel, sino porque efectivamente en el escenario veracruzano más de 324 fosas conjuntan un macabro registro de violencia e impunidad.   

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