El maratónico evento legislativo de la semana pasada ha provocado el asombro de quienes observan con detenimiento cuanto ocurre el escenario nacional, y no pasan inadvertidas las acciones del actual gobierno federal para imponer en el país un nuevo esquema de gobierno para, según su discurso, otorgar bienestar a la población mexicana. En esa lógica es manifiesta su vocación por demoler el andamiaje del actual régimen e instalar uno apropiado a sus propósitos. Pero, obviamente, la tarea rebasa la capacidad operativa para ser realizada en solo seis años, motivo suficiente para acondicionar las circunstancias en las cuales el relevo gubernamental prosiga la tarea, de allí la preocupación de AMLO por evitar que las pasiones políticas originadas por la pugna entre los precandidatos se desborden y pudieran ocasionar una eventual ruptura al interior del partido en el gobierno. El senador Monreal, vapuleado políticamente y menguada su capacidad operativa en la JUCOPO del senado, en su comentario relativo a la reunión de su bancada con el presidente donde éste convoca a la unidad, afirma: “Solo él (AMLO) es capaz de unificar algo que parecía resquebrajado y dividido. Su fuerza moral nos permitirá alejarnos de cualquier tentación individualista, y recordar que ninguna pretensión individual debe estar por encima del bienestar colectivo”. ¿A qué alude con lo que “parecía resquebrajado y dividido? ¿A su relación personal con el presidente o a efectivas fracturas internas en MoReNa? ¿En realidad es suficiente el exhorto presidencial para evitar discordias entre los aspirantes a la presidencia? Porque cualquier párvulo político es capaz de advertir que en “la fuerza moral” del presidente radica la voluntad que decidirá la candidatura presidencial del partido oficial. Ahora, ¿cuál debe ser la conducta de los precandidatos para que “la encuesta sea “creíble y aceptada”? En cualquier democracia madura los resultados de una consulta popular se aceptan y acatan si la empresa encargada de diseñarla y ejecutarla goza de cabal confianza entre la ciudadanía, luego entonces debemos inferir que las encuestas de Morena serán implementadas por empresas avaladas por la “fuerza moral” y acaso sin el consenso de los precandidatos, es obvio que tal procedimiento introduciría perniciosos elementos disruptivos. Si Monreal salió convencido de la reunión con el presidente es su cuento, porque es un político cuya circunstancia personal lo obliga a guardar la prudencia necesaria en su condición de líder de la JUCOPO, aunque debe estar consciente de su estatus de “corcholata” de relleno, que aún si hubiera un repechaje difícilmente sería el favorito.