Quizás por la irrelevancia del personaje fuera de Veracruz, o debido al enorme caudal de noticias que fluye día a día en todos los ámbitos, ha pasado inadvertida la visita de Erik Cisneros al estado de México, según su versión, para apoyar en la campaña de Delfina Gómez al gobierno de aquella entidad. Una actitud solidaria digna de ser reconocida, pero el señor Cisneros desempeña el cargo de Secretario de Gobierno en Veracruz y esa condición lo obliga a ser y parecer en el estricto apego al marco normativo vigente, lo cual contrasta en los hechos al publicar fotografías en las que aparece pegando propaganda a favor de la candidata de Morena en la entidad mexiquense. Bien por su respaldo con quien comparte afinidades ideológicas, sin embargo, de comprobarse el uso de recursos públicos para esa encomienda el señor Cisneros incurriría en lo establecido en el artículo 19 constitucional en lo que a delitos electorales se refiere. Por otro lado, llama la atención esa estrategia partidista de importar apoyo de un recurso humano ajeno a la entidad y por esos lares de identidad desconocida, además, de muy desproporcionada utilidad, pues se antoja difícil digerir la escena donde un actor político de alto relieve en su entidad se traslade cientos de kilómetros solo para pegar propaganda política en las paredes de una barda. Aunque bien visto, nada más podría hacer en un viaje relámpago de ida y vuelta, solo para tomar la foto y comprobar un compromiso cumplido. En semejanza a este caso, el año pasado el diputado Gómez Cazarín informó de su viaje a Tamaulipas para apoyar la candidatura del candidato de Morena al gobierno de aquella entidad, la reflexión al respecto fue similar a la que ahora despierta el caso del señor Cisneros ¿en qué puede apoyar la fugaz presencia de un actor desconocido en una geografía política diferente? Porque ni modo de presumir de una fórmula ganadora exportada para conseguir el triunfo. En suma, recorrer larga distancia solo para pegar cartulinas y distribuir un rollo de propaganda el costo beneficio no lo justifica.
Teatro de lo absurdo: “El presidente de la República, el licenciado López Obrador, desde mi punto de vista, ha actuado en razón de su investidura y no se ha metido al proceso. Pero, en cambio, sí otros actores que deberían ser recatados y prudentes, como gobernadores y gobernadoras o presidentes municipales o funcionarios públicos de distintos niveles, y deberían cuidar la unidad de Morena”, señaló el senador”. Lo dice Ricardo Monreal
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