sábado, noviembre 2, 2024

Trece años de libros, artículos y continuamos (III)

“En busca del tiempo perdido: Volumen 4: “Sodoma y Gomorra.” Segunda parte-II”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

La destrucción completa de Sodoma y Gomorra lo narra el Génesis, primer libro del Antiguo Testamento. Según la historia bíblica en Sodoma y Gomorra el pecado rebasó todo límite de tolerancia, misericordia, los hombres de esos pueblos antiguos vivían en pecado, se regocijaban habitando en él, esa humanidad perdió todo tipo de control, lo anormal se convirtió en lo normal. La homosexualidad era el pecado favorito. De todos los habitantes sólo se salvaron Lot y sus dos hijas, de hecho, el único hombre recto y justo era Lot. Sus hijas, aunque no habían conocido hombre, ya estaban influenciadas por todo el ambiente pecaminoso. Ahora bien, el paso del tiempo nos enseña que el Dios de los judíos y de los futuros cristianos destruyó a estas ciudades con casi todos sus habitantes, mas, con este acto no eliminó el pecado de la vida de los hombres, porque la descendencia que nació de Lot y sus dos hijas se disgregó por todo el mundo y en pleno siglo XXI el pecado de la homosexualidad sigue siendo uno de los más vigentes, e incluso, hoy esta forma de vida para parte importante de la sociedad no tan sólo no es un pecado, afirman y creen que es una manera de vivir por la cual exigen respeto, libertad, tolerancia, y en los Estados laicos se les han reconocido importantes derechos, luego entonces, ¿cuál debe ser la postura ante las preferencias sexuales que unos las consideran como pecados y otros las perciben como libertad sexual?

La anterior pregunta se debe responder con los criterios de los tiempos en que vivimos, no obstante, aquí desarrollaré lo que planteaba Marcel Proust en los primeros años del siglo XX en su novela: “Sodoma y Gomorra”. Es importante aclarar que los personajes que aparecen en las historias narradas por Proust son protagonistas que vivieron en la segunda mitad del siglo XIX; esto implica ubicarnos en el contexto histórico, social, político, religioso, etc., lo que nos conlleva a afirmar que estamos ante una sociedad conservadora, machista, muy influenciada por la religión, con enormes prejuicios raciales, y aunque la homosexualidad era uno de sus deseos y pasiones favoritas, en aquellos años ser homosexual era sinónimo de rebajamiento, y por eso, la preferencia sexual de esa índole la vivían a escondidas. En el primer artículo[1] de este mes dedicado a Proust, supimos que el Barón de Charlus es un homosexual reprimido, que ante la alta sociedad a la que pertenece muestra ser un mujeriego, se comporta como todo un hombre apuesto, varonil, aborrece todo lo afeminado, sin embargo, en la intimidad cuando nadie lo ve disfruta sentir en su ser la virilidad del joven Jupien, y conforme avanza la historia le vamos conociendo más jóvenes amantes, en este cuarto tomo goza de la masculinidad del músico Morel. El autor cuando narra la vida amorosa y libertina de los hombres de su siglo, afirma que son los herederos de Sodoma. En esta ocasión toca el turno de conocer parte de la vida de las mujeres herederas de Gomorra.

D el joven que nos narra la historia desde el tomo I titulado: “Por los caminos de Swann”, sabemos que conoció a Albertina y en las lecturas de los siguientes volúmenes nos enteramos que los jóvenes disfrutan de las pasiones sexuales. Hasta aquí esta relación bajo los cánones morales de nuestras sociedades es bien vista, empero, ya en este tomo cuatro, en la segunda parte, en el capitulo segundo, el lector empieza a percibir un posible lesbianismo de Albertina, y esa percepción no es sólo del lector, hay algunas personas que afirman que la bella muchacha disfruta de los amores de Marcel y también los de su amiga-amante Andrea, en esencia, muchos ven lo que el enamorado no ve o se niega a ver; hay una escena donde las dos chicas bailan y el doctor Cottard le expresa al joven enamorado:

“–Sí, pero los padres son muy imprudentes dejando que sus hijas adquieran esas costumbres. Desde luego yo no permitiría a las mías venir aquí. ¿Son por lo menos bonitas? No distingo sus facciones. Mire –añadió indicándome a Albertina y Andrea, que bailaban lentamente un vals, muy apretadas una con otra –, he olvidado los anteojos y no veo bien, pero no hay duda que están gozando muchísimo. La gente no sabe bien que las mujeres gozan sobre todo por los senos. Y mire cómo se tocan por completo los suyos. En efecto, el contacto entre los de Albertina y los de Andrea no había cesado ni un momento. No sé si ellas oyeron o adivinaron el comentario de Cottard, pero el caso es que se separaron ligeramente una de otra, sin dejar de bailar. Andrea dijo a Albertina, y Albertina sonrió con la misma risa penetrante y profunda que yo había oído hacía un momento. Pero la impresión que su risa me produjo esta vez ya no fue más que una impresión dolorosa; Albertina parecía indicar con ella, demostrar con ella a Andrea un estremecimiento voluptuoso y secreto.”

A partir de esta experiencia el joven sentirá enormes celos, dudas, su actitud hacia Albertina cambió, ahora es un poco descortés y desconfiado; fue tanta la impresión que le hicieron las palabras del doctor Cottard, que no soportó más y encaró a Albertina recriminándole de lo que ciertas personas la acusaban y agregando que por la forma en que ella se trata con Andrea él lo creía. Por supuesto que Albertina lo negó, aunque, quiero confesarle al lector que mi percepción es que sí existe un posible amorío entre Albertina y Andrea, este presentimiento se funda en que la joven se pone nerviosa e incomoda cuando sale el tema de las preferencias sexuales, con Andrea se ha distanciado un poco, por lo menos ante la presencia de su novio, ambas jóvenes muestras cierta indiferencia, pero en sus miradas se advierten entendimientos, contubernios, rasgos que nos dejan una sensación que algo hay. Y esta parte descrita por Proust es muy interesante, porque reflexiona y explica cómo luego una mirada, un gesto, una expresión, si somos atentos descubriremos que algo nos indica, y dependerá de la habilidad y capacidad que tenga cada sujeto para apreciarlo.

Un ejemplo es que así empiezan los enamoramientos; llegas a una cena, alguien te llama la atención, cruzas una mirada y si ésta es correspondida, en el interior sabemos que algo hay, qué puede llegar a suceder, no lo sabemos, pero, estas miradas podrían ser un punto de partida de una historia amorosa. Ahora bien, pensando que esa mirada fue el inicio de una relación, esa misma mirada que unió a esas dos personas, luego puede ser el origen de celos, conflictos, señalamientos, es decir, en muchas ocasiones con las armas que conquistamos y fuimos conquistados, son las mismas armas con las que somos engañados o engañamos, sólo que ahora nos convertimos en policías vigilantes de los gestos de nuestros amantes y al final toda esta actitud suele ser muy frustrante, en algunos casos desesperante e irritante.

A este cuarto volumen todavía le faltan varias páginas de lecturas; sabremos en que terminará la historia entre Marcel y Albertina. En lo personal y respondiendo a la pregunta inicial si es pecado o libertad el vivir como mejor nos parezca nuestra sexualidad, considero que cada quien puede vivir su sexualidad como más le agrade y lo desee, lo único que debemos hacer es tratar de ser honestos, sinceros y equilibrados en nuestras pasiones, ese es un acto de exigencia humana sin importar cual sea la preferencia sexual, es decir, todos humanamente vamos a equivocarnos y luego los arrebatos pasionales son tan intensos que es imposible no ceder ante uno de ellos, aun así, el esfuerzo siempre debe estar en vivir y disfrutar, sin mentir y sin dañar, o, más humanamente, dañar lo menos posible. ¿Quién está libre de pecado? La historia continúa…

Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com

Twitter@MiguelNaranjo80

Facebook: José Miguel Naranjo Ramírez


[1] https://puntoyaparteonl.com/2023/05/02/trece-anos-de-libros-articulos-y-continuamos-i/

otros columnistas