viernes, abril 19, 2024

12 años después, ¿le devolverá AMLO el favor que le hizo Marcelo?

Pocos –tal vez porque no lo saben o porque ya no se acuerdan– advirtieron el detalle del lugar en el que Marcelo Ebrard anunció el martes su renuncia a la Secretaría de Relaciones Exteriores: el hotel Hilton Alameda, en pleno corazón del centro histórico de la Ciudad de México.

Fue el mismo lugar en el que el 15 de noviembre de 2011 el hoy todavía canciller dio otra conferencia de prensa para anunciar entonces que aceptaba que Andrés Manuel López Obrador fuera el candidato presidencial del PRD para el proceso electoral de 2012, además de comprometerse a darle todo su apoyo y respaldo, lo que cumplió a cabalidad y con creces.

Ambos pretendían la candidatura y para definir quién iría se sometieron a una encuesta de cinco preguntas. Cuando entraron juntos al salón protocolario del hotel los menos hablaban de un empate técnico y los más que Marcelo había triunfado en forma amplia.

En un gesto que si a López Obrador no se le olvida y se lo compensa ahora, Marcelo tragó sapos sin hacer gestos, como recomendaba don Adolfo Ruiz Cortines que había que hacerlo en política, y anunció públicamente que el de Macuspana se había impuesto en tres de las cinco preguntas que habían planteado los encuestadores.

“Soy leal. Podría empecinarme, ir a las internas, pero ¿dónde queda la congruencia? Sería un suicidio para la izquierda. El camino está antes que el deseo. El mayor de los éxitos a Andrés Manuel”, dijo, le dejó el micrófono a “El Peje”, como le decían y como era conocido entonces, y se encamino hacia la salida ante la admiración de todos.

En su camino dio a conocer a los reporteros que había pedido a AMLO que la campaña (sería contra Enrique Peña Nieto, del PRI) incluyera a todos, que se intensificara el diálogo con los empresarios las clases medias y el exterior, “no veo otro camino para el triunfo”. López Obrador perdió entonces, pero seis años después, en 2018, ganó y a partir de entonces ha estado haciendo todo lo contrario que Marcelo le solicitó entonces que hiciera.

Cuando Ebrard cedió era entonces jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal y representaba el ala moderada del PRD (Andrés Manuel el ala radical), posición que tendría ahora como militante y aspirante de Morena, lo que es bien visto por un amplio sector de la población que desea que se ponga fin a la polarización que ha creado el tabasqueño.

Aquel 15 de noviembre de 2011, López Obrador le reconoció y le agradeció por “no dejarse cautivar por los cantos de las sirenas, esto es, por no haber hecho algún acuerdo con la oposición lo que evitó la división de la izquierda de entonces.

“Canto de las sirenas que bien podría haber escuchado o promovido como jefe de Gobierno, pues habría bastado buscar un acuerdo con Felipe Calderón y su gobierno contra Andrés para conseguir apoyos y presupuesto. Pero no, nada de escuchar el canto de las sirenas o naufragar en los acantilados del oportunismo”, publica en su libro El camino de México (que agradezco a los colaboradores de Marcelo que me lo hayan hecho llegar oportunamente).

Creo que estamos por ver si López Obrador sigue agradecido y está dispuesto a corresponder aquel gesto de Marcelo, si no designándolo por dedazo o manipulando la próxima encuesta a su favor, por lo menos, como ha ofrecido que hará, no entrometiéndose en el proceso y orientando todo el apoyo hacia Claudia Sheinbaum, que en una contienda limpia y con piso parejo, el canciller, a punto de dejar de serlo, ganará la candidatura y la Presidencia.

Una cosa me han asegurado personas cercanas a su entorno con las que mantengo comunicación: Ebrard no aceptará ni tolerará que AMLO incumpla lo que entonces le ofreció a cambio de su declinación: hacerlo Presidente después de que él lo fuera. “Viene lo mejor y también para Veracruz”, me han asegurado y me han pedido estar muy pendiente.

Sheinbaum se quedó pasmada

Quien, por lo que se advirtió ayer, todavía no acababa de asimilar el movimiento estratégico que hizo sobre la tabla del ajedrez político Marcelo Ebrard era su más fuerte contrincante, la jefa del gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

Sumisa y servil con el presidente, a quien trata de imitar en todo (sin éxito) y hace lo que el titiritero dispone, a quien se le tira al piso de tapete, no obstante que Andrés Manuel dijo ayer en su mañanera que ya inició el proceso y que espera que los otros aspirantes se separen pronto de sus cargos, ayer se le veía titubeante, indecisa e insegura para proceder en consecuencia.

Mientras que Marcelo dio el primer paso y lo siguieron Ricardo Monreal, Manuel Velasco. del PVEM, y Gerardo Fernández Noroña, del PT, Claudia dijo que va a esperar hasta el domingo cuando se reúna el Consejo Nacional para tomar una decisión, que anunciará hasta el lunes.

Todo indica que ya se estrelló contra la realidad real (válgaseme la redundancia), pues ella sí se había venido dejando cautivar por el canto de las sirenas que aseguraban que el presidente ya se había decantado por ella, que la iba a imponer por dedazo y la señora se lo creyó y se placeaba por todas las plazas públicas del país como se pasea el torero triunfante con rabo y orejas alrededor del ruedo, con todo el apoyo de los gobiernos estatales de Morena como los de Veracruz y Puebla.

Pero el hecho de que López Obrador haya abierto el proceso, haya decidido que los aspirantes se separen de sus cargos, que la encuesta la hagan encuestadoras confiables, que se haga una sola pregunta, que los gobernadores no se entrometan, esto es, que haya aceptado las condiciones que planteaba Marcelo, seguramente la sacaron de su sueño, le recordaron que es tan mortal como todos, que no tiene nada seguro y que no es cierto que sea la favorita; que si quiere azul celeste, que le cueste.

Enrique Quintana, el director de El Financiero, dijo ayer en su columna “Coordenadas” que con la exigencia de que renuncien a sus cargos los aspirantes se puede generar la percepción de que AMLO no tiene una decisión definida, lo que podría contener la “cargada” que ya se había dado a favor de Sheinbaum. Coincido.

En el palacio de gobierno se les fue el sueño

Cuentan quienes tienen acceso a ellos que en el palacio de gobierno se les fue el sueño luego del anuncio de Marcelo, que como en la canción de Oscar Athie se ven flacos, ojerosos, cansados y sin ilusiones, y no es para menos. Está en juego su futuro político. Habrán de poder dormir tranquilos y recobrar el aliento si el lunes Claudia anuncia que va y decide renunciar a seguir cobrando como jefa de gobierno, pero aun así en las nuevas condiciones no tiene nada seguro. Y ya se puede uno imaginar lo que pasará si de plano se baja de la contienda con el pretexto de que no va a dejar solo a AMLO en el último tramo de su gobierno.

Pero el comentario es que toman Lorazepam y Diazepam juntos, que se hacen bajar con té de valeriana mezclado con té de tila, porque la inquietud y la ansiedad es doble ya que si Andrés Manuel suelta de la mano y echa a las fieras a su consentida presidencial entonces puede correr la misma suerte la consentida para la gubernatura.

Y el otro que guarda serenidad y paciencia es Adán Augusto. Llegada la hora ya no debe tener ninguna duda de que está muy distante de Marcelo y de Claudia y que si decide seguir adelante será solo para hacer bulto como harán bulto Velasco y Noroña. Para nada me extrañará que anuncie que terminará en el cargo.

Pepe, Héctor y Julen, en convivio con periodistas

Los tres aspirantes a la candidatura de la coalición opositora a la gubernatura “Va por Veracruz”, Pepe y Héctor Yunes (PRI) y Julen Rementería (PAN) se reunieron para convivir ayer con los integrantes de la Asociación de Comunicadores de Veracruz “Froylán Flores Cancela” que preside el periodista Melitón Morales Domínguez. Héctor y Julen también estuvieron con colegas del puerto de Veracruz agrupados en la Asociación de Periodistas del Estado de Veracruz que encabeza Rodolfo Herrera.

Desde este espacio envío un fuerte abrazo y le reitero mi solidaridad a la compañera Viridiana Bretón Feito. Confío en que pronto habremos de tomarnos un sabroso café de Ixhuatlán del Café.

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