Entre los morenos así como en la oposición y ciudadanos de a pie que gustan del teje y maneje de la política, hay una certeza: quien ha de contender por Morena este 2024 por la Gubernatura de Veracruz, es Rocío Nahle. Hoy, en este momento, ella es la candidata. Es como un plano similar a lo que ocurre en términos “Sheinbaumianos”: ¡Es Claudia! y ¡Es Chío!
Para el caso de la ex Jefa de la Ciudad de México, se hizo este show de la elección del Coordinador Nacional de los Comités de la Defensa de la Cuarta Transformación para de cierto modo, darle legitimidad y democracia a su “designación” y “resignación” al resto de los contendientes y por otro lado, aprovechar el escenario para que el Presidente haga uso de sus chistoretes mañaneros argumentando que en Morena ya no hay Dedazo… ahora es “Lo que diga mi dedito”…
En el caso de Rocío Nahle han de legitimar su asunto, dicen, vía encuestas entre los morenos y hasta este momento, la forma más democrática de hacerlo, es que haya dos o tres suspirantes más que ella, para quitar cualquier cochina idea de que hay “Dedazo” para Nahle…
Se insiste… hasta este momento, hoy, en lo que respecta para la grande y para la entidad, Es Claudia y es Chío!
¿Puede algo cambiar el esquema para los morenos?
Sí, el mismo que generó los dados cargados tanto para una como para la otra… el Presidente López Obrador.
¿Por qué?
La estrategia política con la que juega el tabasqueño es absolutista, egocentrista, a veces pareciera con tintes hasta “neronistas” y bastaría con ver quiénes están en la pugna por ocupar ese membrete sacado de la manga por el Presidente: Coordinador Nacional de los Comités de la Defensa de la Cuarta Transformación.
Por un lado, se tiene a la hasta hace poco Jefa de Gobierno de la Ciudad de México; vamos, la responsable del corazón del país, el punto neurálgico de la vida de la nación… la capital, pues.
Por otro lado, tenemos a Marcelo Ebrard Casaubón, hasta hace poco el Canciller de México; el hombre-relación con el mundo; nuestra carta de presentación allende la frontera; el negociador internacional…
Luego tenemos a Ricardo Monreal, que se quiera o no, su papel en el Senado fue un punto de equilibrio tanto para el Presidente como para la Oposición…
Adán Augusto López Hernández, el que era el secretario de Gobernación, el Dos en el Poder de México; la política de guante blanco o guante de box, según ameritara…
Y bajo el riesgo de que el resto se encabrone, con el respeto que se merece Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco Coello, no tienen la misma intensidad que los anteriores en el ejercicio político que nos ocupa.
Al obligar a salir López Obrador a estos cuatro personajes que dan ritmo, vigor, fuerza, a la vida política del país, es como si de golpe y porrazo dejara el tronco sin miembros…
¿Y creen que eso le importó al “neronismo” de AMLO? ¡No! En lo absoluto, porque quizás una de las ideas básicas de su estratagema política, cumplió: nuevamente, llevar la agenda, marcar la pauta, llevar el ritmo de la vida política del país… él solo, el hombre orquesta…
Entonces, si de un madrazo puede desmembrar de la noche a la mañana el cuerpo de su gobierno, pues con más razón un día se levante y diga: ¡No es Claudia… tampoco Chío!
Pero tranquilos… serenos, morenos! porque hoy, este día, es Claudia y es Chío…mañana ya veremos!