El pasado viernes 14, Fitch Ratings bajó la calificación de Pemex de BB- a B+, lo que significa una calidad crediticia pobre o dudosa, y le asignó una perspectiva negativa.
La agencia calificadora rebajó a Pemex aún más en grado especulativo, al señalar que no prevé que la producción de petróleo de la compañía crezca y que los accidentes recientes ponen en duda su capacidad operativa, en medio de una abultada deuda que actualmente asciende a 107 mil 400 millones de dólares, la mayor cantidad entre cualquier petrolera de gran calado.
Ficht Ratings anticipa que la producción de Pemex se mantendrá estable en 1.8 millones de barriles de petróleo equivalente por día, por lo que prevé que la petrolera nacional siga siendo una carga para el erario federal, pues estima que el próximo gobierno tendrá que gastar alrededor de 20 mil millones de dólares más de lo que recibirá de la compañía en 2026 y 2027, con el objetivo de mantenerla a flote.
En los últimos meses, Pemex ha registrado un aumento en la frecuencia de accidentes en sus instalaciones. Desde el martes 4 de julio expertos detectaron un derrame en la Sonda de Campeche que abarcaba unos 400 kilómetros cuadrados. Tres días después, el viernes 7, ocurrió un incendio en la misma zona en la plataforma de gas Nohoch-A con un saldo de dos personas muertas, ocho lesionadas y una más desaparecida. A dos semanas de este siniestro, el geógrafo Guillermo Tamburini y organizaciones ambientalistas y científicas detectaron mediante imágenes satelitales una mancha de crudo derramado en esa zona que para el lunes 17 de julio se expandía ya sobre aproximadamente mil kilómetros cuadrados, equivalentes a dos terceras partes de la Ciudad de México.
Hasta apenas ayer, a través de un comunicado, Petróleos Mexicanos reconoció oficialmente que sí se registró un derrame de hidrocarburo a principios de mes en el campo Ek Balam, sin embargo, desestimó la magnitud y dijo que se trató de un volumen menor. Por su parte, las organizaciones ambientalistas que dieron a conocer el derrame de petróleo del pasado 4 de julio, cuestionaron la información de Pemex en la que minimizó el evento y sus implicaciones. Mostraron imágenes satelitales en las que se contrasta el tamaño del derrame, contra la superficie que según la empresa estatal es de apenas 0.06 kilómetros cuadrados.
Cinco meses antes, el 23 de febrero, en el sur de Veracruz ocurrieron otros dos accidentes mortales. Un incendio en la Planta Combinada Maya de la Refinería “Lázaro Cárdenas del Río”, de Minatitlán, donde fallecieron tres trabajadores y otros tres resultaron heridos, y una explosión en el Centro de Almacenamiento Estratégico Tuzandepetl, en Ixhuatlán del Sureste, que provocó la muerte de cinco obreros y lesiones a otros tres.
En su comunicado, la calificadora Ficht Ratings indicó que el débil historial de seguridad de Pemex dificultará el financiamiento de bancos, inversionistas y proveedores, en un momento en que la petrolera enfrenta una crisis de liquidez. Además, cree que “los múltiples incendios en activos e infraestructura críticos que resultaron en numerosas lesiones y muertes de empleados reflejan preocupaciones relacionadas con la gestión de sus operaciones y la falta de gastos de capital de mantenimiento en sus activos e infraestructura principales”.
A finales de febrero de este año, en su reporte trimestral, Pemex informó que los índices que miden la frecuencia y gravedad de accidentes dentro de la empresa se habían elevado durante 2022 en 40 y 44.7 por ciento, respectivamente.
De manera desagregada, se observó que el índice de frecuencia había pasado de 0.35 a 0.49 accidentes por millón de horas-hombre laboradas entre 2021 y 2022.
Por lo tanto, el índice de frecuencia de accidentes en la empresa que dirige el ingeniero agrónomo tabasqueño Octavio Romero Oropeza registró su mayor nivel desde 2013. Desde 2019, la frecuencia de accidentes se ha elevado en un 104.1 por ciento, según publicó hace cinco meses el diario El Financiero.
El índice que mide la gravedad de los accidentes también se elevó considerablemente, ya que mientras en 2021 se registraron 20 días perdidos por millón de horas-hombre laboradas, para 2022 este índice se elevó a 29.
Esta cifra fue la más alta desde 2015, cuando el indicador alcanzó los 31 días. En lo que va de la actual administración, el índice de gravedad de accidente se incrementó en un 70.5 por ciento.
Durante la presentación del reporte trimestral, Pemex puntualizó que en todos los eventos moderados y graves se realiza un análisis de causa raíz para identificar las causas que los originan y definir acciones correctivas para evitar la recurrencia.
Y es que, días antes, se reportaron siniestros en la planta combinada Maya de la refinería Minatitlán y la cavidad Tuzandepetl-331, ambas ubicadas en el sur de Veracruz, que costaron la vida de varios trabajadores. En el caso de la refinería de Deer Park establecida en Texas, la noche del jueves 23 de febrero se registró un incendio en una unidad de destilación de crudo, aunque los reportes oficiales de la petrolera aseguraron que no hubo lesionados.