Por Edgar Hernández*
Ha sido una lucha desigual, diría López Obrador.
Nada fácil ha sido que le disputen de la noche a la mañana, un liderazgo que le costó una vida construir y ver cómo, en cuestión de días, se derrumba cual castillo de naipes edificado con más de 128 mil mentiras.
No puede entender este pobre anciano, muy amargoso por estos días, dónde jijos de la fregada aparecieron de pronto los miles, que digo miles, los millones de aliados y seguidores de la Xóchitl que hasta hace seis semanas daban la vida por él.
Y lo más gacho.
Después ayudar y volver a ayudar a la chairiza; dar dinero a los viejitos; permitir el saqueo de las arcas a sus amigos, seguidores y aliados e imponer una narrativa donde quedaba claro que los malos eran los conservadores y los buenos ellos, por qué de la noche a la mañana le dieron la espalda.
Hoy sus legiones de aduladores, defensores de la 4T y beneficiarios del régimen hacen como que la virgen les llama.
Hoy la lucha entre quien a lo largo del sexenio consideró fifis -“¡fuchi, caca!”- se tornó en una batalla desigual contra la señora “X”, una “X” cualquiera, que hasta hace unos días era nada.
De la noche a la mañana la Xóchitl con su mismo lenguaje, pero en inteligente y con la ley en la mano, lo desnudó.
Puso al descubierto su farsa, alianzas criminales, abuso de poder y restregarle en la cara que sus 200 pesos y pobreza falsa solo fueron pretexto para ocultar el maquillaje de la corrupción familiar y de su banda.
De pronto, gracias a la Xóchitl, dejó de ser secreto que sobre sus hombros carga 800 mil muertes por la pandemia al no hacer nada para atenuarla y 152 mil muertes violentas producto de enfrentamientos que dio como resultado que el crimen organizado tenga ahora el control del 72% del territorio nacional.
Que alguien nos explique o, mejor dicho, que alguien le explique a López Obrador, por qué llegó una intrusa, la Xóchitl, a descubrirle el pastel.
¿Cómo que el célebre kks ya no es nada?
Cómo está eso de que ya nadie ve sus mañaneras; que sus ataques a la Xóchitl han creado un efecto boomerang; que si hoy fueran las elecciones estaría bien pelado y que un futuro personal y familiar no muy promisorio le espera.
Por favor, que alguien le explique con peras y manzanas cómo estuvo eso de que ganaron los malos.
Que perdió la lucha contra los burgueses, conservadores, simuladores, oligarcas, engañadores, saqueadores, corruptos, rateros, achichincles, aspiracionistas, despistados, fifís, hipócritas, mentirosos, racistas, clasistas, fraudulentos, controladores, defraudadores, inmorales y deshonestos por decirles lo menos.
¿Alguien anotó las placas?
En qué momento se le cayó el teatrito, luego de darle a la señora “X” con la puerta en las narices aquel inolvidable 12 de junio.
Y es que, no es posible que en tan solo siete semanas, de pronto las corcholatas se apagaron y dejaron de funcionar los insultos tan aclamados de nuestro Dios calificando a sus enemigos como señoritingos, peleles, títeres, mafia de poder, puchos, ternuritas, aprendices de mafiosos, pirrurris y fresas.
Por qué finalmente despertamos de la pesadilla.
Hoy la historia se escribe entre la “K” -k, de kakas- y la “X” de Xóchitl”
La Señora “X” hoy símbolo de los mexicanos, será la próxima presidenta de México si antes no la eliminan.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo