El 29 de noviembre de 2006, desde la Secretaria de Finanzas del gobierno de Fidel Herrera se informó que se habían colocado en la Bolsa certificados bursátiles por 6 mil 300 millones de pesos, respaldados por el 80% de los ingresos de la recaudación del Impuesto sobre Tenencia o Uso de Vehículos. Con esa “brillante” operación se pagaría la deuda heredada y el resto se aplicaría en obras que “cambiarían el rostro y las circunstancias a Veracruz”, según se dijo. Se acercaban las elecciones de medio periodo y ya se hablaba de “la gran obra pública” de aquel gobierno. Pero, también, cual lobo en espera de su siguiente presa, se abonaba el terreno para bursatilizar el 20 por ciento del impuesto a la tenencia correspondiente a los ayuntamientos, que “solicitaron al gobernador participar de manera más activa en esta “brillante” estrategia que había llamado la atención en otras entidades, “por ser ejemplo de un esquema financiero exitoso”. Sin embargo, no sería empresa fácil porque los ediles, principalmente de filiación panista, se resistían a entrarle a ese cuento. Pero la propaganda y las presiones fidelistas eran “convincentes”, mientras Duarte de Ochoa aseguraba: “Aquí no hay mentira, la bursatilización permite aplicar la acción de los ingresos futuros.”
Los medios para “estimular” a los alcaldes y engancharlos a ese proyecto se diversificaron por presiones operadas desde la Secretaría de Finanzas con Duarte de Ochoa al frente, también desde la Secretaría de Desarrollo Social cuyo titular, Jorge Carballo, recorrió la entidad ofreciendo un futuro promisorio de obra pública y en Los Tuxtlas un boom turístico sin precedente; desde el Instituto de Desarrollo Municipal Alberto Silva cabildeaba hacía su parte con programas municipales improvisados y sin sustento. Cayeron en el garlito 199 ayuntamientos, muchos de los cuales no recibieron su correspondiente porcentaje aunque ahora sus sucesores cargan con esa deuda.
Quince años después, esos 199 municipios cargan en conjunto con una deuda bursátil por mil 465 millones de pesos, quizás por cabildeo deficiente o porque el número de ayuntamientos es elevado para obtener consensos, la Secretaría de Finanzas del actual gobierno no ha podido convencerlos de reestructurar esa deuda a una por crédito bancario menos oneroso. Al final ¿cuánto del dinero obtenido por ese procedimiento bursátil quedó en el camino a causa de los tradicionales pellizcos al cajón? Pero, era cierto, estaban tomando dinero prestado al futuro, pues las administraciones municipales posteriores al periodo estatal de 2004-2010, no recibieron ya nada del porcentaje correspondiente a ése impuesto, pero en cambio tienen el compromiso de pagarlo, porque lamentablemente varios años más tarde, y después de pagar anualmente capital e intereses de esa deuda aún no ha sido posible saldarla, y es tal su peso financiero que sigue siendo objeto de continuas renegociaciones pues prácticamente se debe en su totalidad, según reporta la Secretaría de Finanzas del actual gobierno. Polvo de aquellos lodos.