Por Edgar Hernández*
En Cuitláhuac García bien aplica aquello de que es aprendiz de todo maestro en nada.
Se dice ingeniero químico y doctorado en Alemania sin comprobar sus altos estudios; lo mismo es ministerial que vocero de la Fiscalía y es fiel mandadero cuando se trata de cumplir la misión de porro carga ataúdes que lleva a la Suprema Corte para dar gusto al patrón.
Cuitláhuac el milusos.
Hace públicos sus devaneos personales con sus preferidos sean del municipio de Emiliano Zapata o de su oficina adjunta en Palacio; al igual que sus otrora detallitos en el área de deportes, y nadie le gana a la Chunchaca, es un diestro bailarín de antros y ávido consumidor de tacos de tripa gorda de la Villahermosa.
Cuitláhuac el multichambitas.
Reconocida fama ha alcanzado el impresentable gobernador al utilizar el poder constitucional que la da su alta investidura para consumar venganzas, meter a la cárcel a sus enemigos, borrar la división de poderes y regañar, cual experto, a políticos, jueces, senadores, periodistas y todo aquel que se atreva a tocar con el pétalo de una rosa a López Obrador.
Cuitláhuac es el mozo de Palacio.
Cumple su función de peleador de cantina -con todo y sus delicadezas y devaneos-; no tiene el menor empacho en no ejercer el presupuesto de los veracruzanos para devolverlo a la federación vía subejercicios y permite que un ejército de colaboradores le meta la mano al cajón, familia incluida.
Cuitláhuac el nalgasprontas.
Aun cuando su verdadera vocación es disfrazarse de “Payaso Cuícaras” y hablar como Cantinflas, no le disgusta chapear parques y jardines públicos, aunque llama la atención su persistencia en violar los derechos humanos.
Desde luego que su fama pública estatal, nacional e internacional se registra tras meter a la cárcel a la jueza Angélica Sánchez Hernández y amenazar al Poder Judicial del estado que se ande con cuidado de no proteger criminales.
La última de Cuitláhuac.
Es el caso del juez federal José Arquímedes Gregorio Loranca Luna, a quien señala y amenaza tras liberación de la madre y padre de Marlon “N” para que puedan seguir su proceso en libertad.
Arquímedes, según Cuitláhuac, es el mismo que otorgó la libertad al secretario de Salud en el sexenio de Javier Duarte, Juan Antonio Nemi Dib, al encontrarlo inocente de los cargos que le habían imputado y mantenido recluido por más de un año.
Olvidó el mandatario que el juez Arquímedes no fue el que intervino en el caso de Nemi.
La resolución del NO ejercicio de la acción penal contra Juan Antonio N derivó -de acuerdo al propio testimonio de Nemi- de dos amparos federales, (dos jueces de distrito), la resolución de un colegiado (tres magistrados federales), el cumplimiento de esas sentencias por parte de un Juez de Control y la confirmación por parte de tres magistrados locales, una de ellas, la actual presidenta del Tribunal Superior de Justicia.
El mandatario violenta la ley en varios apartados, incluyendo la violación a la presunción de inocencia y exhibe el nombre completo de Juan Antonio N.
Ya no se acordó el “honesto, bendito y suerte para los veracruzanos que sea nuestro gobernador” (sic AMLO) que la Auditoria Superior de la Federación -ASF- no encontró irregularidades en la gestión de Juan Antonio N.
No obstante Cuitláhuac, sin un sólo elemento de prueba, lo criminaliza.
Además, señala que Nemi no tiene la obligación de reparar del daño porque considera que no le corresponde, pero sí estará “al pendiente del caso”. Y, el colmo, sin atribuciones asegura que “algunos, sin decir cuáles, piden que se les pague por daños morales”.
Remata señalando que “ex funcionarios de Duarte exprimieron el erario, como si su mandato se hubiera caracterizado de hacer lo contrario.
La queja de Cuitláhuac García se da en medio de los últimos escándalos por falta de mantenimiento e insumos del Hospital de Alta Especialidad que incluso ha dejado personal herido al caerse los elevadores en repetidas ocasiones.
Quedó asimismo pendiente, acaso por olvido intencionado, lo de las transas de su exsecretario de Salud, Roberto Ramos Alor, quien en su momento se dijo que su renuncia se originó resultante de subejercicios por 237 millones de pesos, por la corrupción y malversación de fondos públicos y por la compra de medicinas caducadas cercanas a los 100 millones de pesos.
Eso no lo vio ni tampoco se dio una explicación a la opinión pública.
Pero todo ello al Cui le importa un rábano.
El solo quiere quedar bien con López Obrador y cuidar a Claudia Sheimbaun, así difame y meta a Pacho a quien se le atraviese.
No hay que olvidar que Cuitláhuac está a 17 meses de irse.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo