Entre la avalancha de desatinos y perversidades del gobierno de la mal llamada “cuarta transformación”, los que afectan a la educación pública quizás sean de los más graves.
La imposición de nuevos libros de texto gratuitos para educación básica que se pretende realizar ha sido amplia y fuertemente cuestionada por diferentes especialistas, que consideran que se le resta importancia de manera dramática a las ciencias exactas, además de que contienen graves sesgos en la enseñanza de las ciencias sociales que bien pueden ser calificados como basura ideológica y adoctrinadora.
Además, el poco o nulo cuidado con el que se elaboraron estos materiales provocó que contengan pifias garrafales que van desde conceptualizaciones banales y superficiales de temas científicos hasta errores de la más elemental ortografía y sentido común.
Chauvinistas, condescendientes, revisionistas, abarrotados de prejuicios y lugares comunes provenientes de fuentes tan “acreditadas” y “fiables” como la “voz popular”, los materiales que la Secretaría de Educación Pública repartirá en todas las escuelas primarias públicas del país para el periodo escolar 2023-2024 –pasándose por el “arco del triunfo” un amparo, para no variar- caen en excesos como recomendar tomar “tecitos” para atender una infección por covid-19 (Proyectos Comunitarios de Primer Año, página 122). No fue pues gratuito el desastre humanitario provocado por el gobierno durante la pandemia.
La responsabilidad de semejante porquería antipedagógica es del director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, Marx Arriaga, un fanático radical que gusta de usar una hueca hipérbole discursiva para ocultar sus carencias argumentativas. Alguna vez pretendió incluso “regañar” a las feministas diciéndoles cuál es la manera “correcta” de protestar. Y su único “mérito” para ocupar el cargo que detenta es ser un lisonjero de la esposa del presidente.
Es el mismo funcionario que también convocó a diseñadores de todo el país para ilustrar sus libros de texto a cambio de… nada. Bueno, sí. Del “honor” de regalarle su trabajo al régimen de la “4t”.
Los libros fueron estructurados bajo preceptos de lo que se hace llamar “Nueva Escuela Mexicana” –tema con el que mantuvieron entretenido al padre del gobernador de Veracruz dando conferencias forzosas para los docentes de la entidad al principio del sexenio-, con lo que el actual gobierno aparentemente se alinearía con varios de los objetivos de la Agenda 2030, pero que en realidad aplican como arma ideológica para el control de la población, de manera que solo su sesgo histórico y político se considere como el aceptable para la conducción del país.
El Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) identificó varios riesgos en el nuevo plan de estudios que se resumen de esta manera.
-No considera la educación como una herramienta para la formación de capital humano, lo que generará estudiantes carentes de habilidades imprescindibles para su futuro profesional.
-Rompe la conexión entre la educación básica y la media superior, lo que podría resultar en mayor abandono escolar.
-En su intento por lograr un enfoque comunitario, pierde el foco de habilidades básicas como las matemáticas y la ciencia.
En suma, el IMCO alerta que la implementación de ese nuevo plan de estudios pondrá en riesgo la formación de talento preparado para enfrentar los retos de un mundo en el que la inteligencia artificial va a ser desde ahora su principal oponente, y ante la cual estará claramente en desventaja. Eso sí, “feliz” por recibir un programa social del gobierno por el que deberá mostrar su “agradecimiento” votando parejo por su partido.
Un futuro “prometedor”, ¿no?
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