De verdad que no entiendo. Nos quejamos mucho porque en México no se hace periodismo de investigación. Y resulta que, cuando se hace, no pasa nada. Increíble. ¿Cómo es posible que una investigación como Permiso para matar, publicada en medios, sobre ejecuciones extra judiciales de víctimas inocentes no se convierta en un escándalo nacional?
He aquí una inédita lista de mil 524 personas que fueron asesinadas o desparecidas de manera forzosa por parte de las fuerzas del Estado (policías, militares, marinos o guardias nacionales). El término “ejecuciones extra judiciales” no le hace justicia al fondo del problema. Estamos hablando de uno de los mayores abusos de poder existentes: que autoridades uniformadas maten o desparezcan sólo porque pueden y luego no les pase nada.
Gente inocente, que estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada, y que perdieron la vida de manos de aquellos que supuestamente están para protegerlos. Y no podemos justificar esta barbaridad como “daños colaterales” de la estúpida guerra en contra del crimen organizado. Que no nos venga a decir el Presidente que ellos dan abrazos y no balazos. Tampoco se vale negar la existencia de masacres por parte del Estado. Ni que victimicen a las víctimas con aquello de que “en algo andaban”.
Aplaudo la investigación seria y profesional que puede verse aquí: https://permisoparamatar.datacivica.org. Participaron varios periodistas, activistas de derechos humanos y periódicos locales. Mis respetos. Han producido un documento invaluable: la fotografía de un Estado que mata y desaparece con toda impunidad.
Así lo resume Jacobo Dayán en uno de los capítulos:
“La estrategia de seguridad implementada por Felipe Calderón, continuada por Enrique Peña Nieto y profundizada por Andrés Manuel López Obrador, en la que se involucró a las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad en ‘combate’ contra grupos del narcotráfico, generó justificación suficiente para que distintas autoridades utilizaran cualquier medio para presentar supuestos resultados. A partir de entonces, se han perpetrado miles y miles de crímenes por distintos cuerpos de seguridad en todo el territorio nacional en el que personas sin vínculo criminal alguno han sido asesinadas o desaparecidas mientras los reportes oficiales intentan mostrar una realidad distinta en la que se busca justificar los hechos bajo un marco de legalidad, enmarcada en la estrategia de seguridad […] No estamos ante miles y miles de casos aislados, sino ante crímenes generalizados y sistemáticos como parte de una estrategia de seguridad perpetrados contra población civil con conocimiento de las más altas autoridades”.
Crímenes de lesa humanidad, les llaman los autores de la investigación. En los últimos 16 años se ha cometido uno cada seis días. No son errores ni casos atípicos. Es un modus operandi de las fuerzas del Estado.
En lugar de estar hablando de mil y un nimiedades de la vida pública, deberíamos estar armando un escándalo monumental por la existencia de un Estado criminal que mata y desaparece inocentes de manera sistemática.
“Fue el Estado”, reclamaron los actuales gobernantes de México cuando en 2014 la policía de Iguala desapareció a 43 estudiantes de Ayotzinapa. Les tengo noticias: sigue siendo el Estado.
Como el caso de Alfredo Barrios Blanco que se dedicaba a la pizca del limón en Michoacán:
“De uno de estos plantíos se lo llevaron por la fuerza los soldados de la Guardia Nacional un día de enero de 2020 […] Desde ese día, Alfredo está desaparecido y sólo Eufrosina, su mamá, lo busca. En ausencia de la autoridad, fue ella quien recorrió el pueblo de donde se llevaron a su hijo, La Peña, y en soledad fue ella quien localizó dos grupos de testigos: primero, a jornaleros que presenciaron cómo Alfredo fue privado de la libertad por los soldados; luego, habló con quienes vieron el momento en que los soldados entregaron a su hijo, en otro punto del poblado, a integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación, el grupo criminal que controla la zona, quienes se lo llevaron con rumbo desconocido, en la batea de una camioneta pick up”.
La Guardia Nacional es responsable que Alfredo siga desaparecido. “Odio al gobierno”, dice su madre con toda razón.
Basta ya de un Estado que comete sistemáticamente crímenes de lesa humanidad. Si ayer fue Alfredo, mañana puede ser usted. ¿Cómo evitarlo?
Recomiendo comenzar leyendo el reportaje Permiso para matar y así entender la magnitud de este terrible problema que tenemos en México.
X: @leozuckermann