Amparado en la experiencia obtenida durante el desarrollo del proceso para elegir a quien personificará la candidatura a la presidencia de la república, el partido Morena ha iniciado su registro de quienes pretenden la candidatura al gobierno veracruzano, es inusitada por numerosa la lista de aspirantes aunque proliferan los que solo van en busca de un reintegro de candidatura para guarecerse tras del fuero de un cargo de elección popular. De entre los registrados en Veracruz, quienes realmente tienen buen porcentaje para alcanzar la meta porque combinan su calidad competitiva con la cercanía con quien decidirá en última instancia, son: Rocío Nahle, Manuel Huerta, Mónica Robles y Sergio Gutiérrez, uno de estos nombres aparecerá en la boleta electoral como candidato (a) de Morena a gobernador (a). La preocupación de la cúpula de este partido radica en evitar conflictos entre los aspirantes para no generar fracturas inconvenientes, tal cual ocurrió en el proceso federal, y quienes no consigan la estafeta quizás encuentren oportunidad de pescar candidatura al senado, o para diputado federal o local; el suelo se ve parejo y la vara no es tan alta.
Pero un detalle siempre presente en el caso de Morena, aquí nunca faltan los detalles, estriba en su ADN perredista, que consiste en la atávica actitud que impulsa a considerar al adversario como un enemigo y en esa lógica lo embiste con fiereza de tal manera que al momento de cicatrizar las heridas no alcanza ninguna cantidad de bálsamo. Lo podemos comprobar ahora mismo en la furibunda arremetida contra Rocío Nahle, con mantas y muros alusivos a su oriundez zacatecana, como si esta condición la descalificara para no competir por el cargo que busca, pese a sus muchos años de residir en esta entidad, y la prevalencia de la Constitución General que la habilita para su desempeño. Por otro lado, las decenas de aspirantes transparenta en algunos de esos casos mucha mea culpa, por lo cual invita a inferir el ansia por protegerse de fuero, porque sirve de muro de contención a la acción legal, así lo pudimos comprobar con algunos colaboradores de Duarte de Ochoa que habiendo sido indiciados, por ser diputados libraron la cárcel y gozan de libertad incluso militando activamente en política, por sus nombres los conoceréis. Así, parangonando a Murillo Karam, Procurador en tiempos de Ayotzinapa, a esos individuos los acusa la verdad histórica, pero andan libres, solapados por la “verdad” legal. Solo que por eso sea, dicen en el llano, para explicar la larga lista de aspirantes a cargos de elección popular. Suele suceder. Usted ¿qué opina?