En la recomposición geoestratégica del mundo hay líderes que están redefiniendo sus alianzas, quienes están apostando a emerger como polo de poder, y quien no entiende nada de lo que está pasando, que tiene una lengua locuaz que luego lo hace tragarse sus palabras que lo llevan al punto donde le dan de manazos en la mesa. Si a su mente le viene la imagen de Andrés Manuel López Obrador, está en lo correcto. Lamentablemente, como mexicano, es lo que está sucediendo con el Presidente de México, que se comporta en la arena internacional como un peleador noqueado.
Su consistencia en hacer pronunciamientos grandilocuentes que después corrige en los hechos es frecuente. Su constante caminar en contradicción con las políticas y posiciones del gobierno que él encabeza llega a ser desconcertante, para propios y extraños. Mantiene sus sueños de ser un líder latinoamericano, sin entender que su densidad fuera del territorio nacional es ligera. La fuerza externa de López Obrador no emana de él, sino de la geografía, que unos aprovechan, como los países de la región que se reunirán próximamente en Palenque con él para hablar sobre migración, otros toleran sus exabruptos retóricos, como Estados Unidos y otros, simplemente, no están dispuestos a dejar pasar lo que considere agravios.
n la recomposición geoestratégica del mundo hay líderes que están redefiniendo sus alianzas, quienes están apostando a emerger como polo de poder, y quien no entiende nada de lo que está pasando, que tiene una lengua locuaz que luego lo hace tragarse sus palabras que lo llevan al punto donde le dan de manazos en la mesa. Si a su mente le viene la imagen de Andrés Manuel López Obrador, está en lo correcto. Lamentablemente, como mexicano, es lo que está sucediendo con el Presidente de México, que se comporta en la arena internacional como un peleador noqueado.
Su consistencia en hacer pronunciamientos grandilocuentes que después corrige en los hechos es frecuente. Su constante caminar en contradicción con las políticas y posiciones del gobierno que él encabeza llega a ser desconcertante, para propios y extraños. Mantiene sus sueños de ser un líder latinoamericano, sin entender que su densidad fuera del territorio nacional es ligera. La fuerza externa de López Obrador no emana de él, sino de la geografía, que unos aprovechan, como los países de la región que se reunirán próximamente en Palenque con él para hablar sobre migración, otros toleran sus exabruptos retóricos, como Estados Unidos y otros, simplemente, no están dispuestos a dejar pasar lo que considere agravios.