jueves, diciembre 19, 2024

La Transformación de la Educación: Los cambios en los modelos educativos ante el avance de la IA.

La transformación educativa en la era de la Inteligencia Artificial (IA)plantea un escenario en el que la enseñanza y el aprendizaje se encuentran en un proceso de redefinición. En un espacio donde la tecnología desborda en avances sin precedentes, la IA se postula como una fuerza disruptiva en múltiples esferas, incluyendo las sociales y económicas, y por supuesto, la educativa.

Tradicionalmente, la educación se ha concebido como un recorrido por el conocimiento y las habilidades. Sin embargo, en el contexto actual, marcado por la inteligencia artificial, este recorrido adquiere nuevos matices. Esta tecnología ofrece la posibilidad de personalizar la educación, adaptando el contenido y el ritmo de aprendizaje a las necesidades individuales de cada estudiante. Se plantea, así, una transformación de la educación, de ser un proceso estándar para todos, a convertirse en un proceso dinámico y flexible que se ajuste a las particularidades de cada individuo.

No obstante, los modelos educativos predominantes en la mayoría de las instituciones aún no están preparados para enfrentar los desafíos y las oportunidades que esta tecnología presenta. La pregunta que surge, entonces, es cómo adaptarnos a esta nueva realidad y aprovechar al máximo el potencial que nos ofrece para mejorar el aprendizaje. La respuesta apunta hacia la necesidad de replantear los modelos educativos para explotar todo el potencial que esta tecnología nos ofrece.

Para lograrlo, es necesario entender mejor cómo se produce el aprendizaje humano y cuáles son nuestras mayores habilidades y capacidades frente a la automatización. Debemos reconocer que aprender no es solo una cuestión de adquirir conocimientos, sino también de desarrollar actitudes, valores y habilidades. El aprendizaje es un proceso complejo y dinámico que implica tanto al individuo como al contexto en el que se encuentra. Aprender es una forma de interactuar con la realidad y de transformarla.

La perspectiva neuroeducativa, como la que propone el académico Antonio R. Bartolomé de la Universitat de Barcelona, nos ofrece una visión de aprendizaje que va más allá de la simple recepción y almacenamiento de información. Aprender es un proceso activo, personal e intrínsecamente humano que involucra a todo nuestro sistema cognitivo y emocional. Esta visión contrasta con la que ha prevalecido en los sistemas educativos tradicionales, donde predomina la idea de que aprender es solo memorizar la información de manera superficial y efímera, un paradigma que se ve superado por los avances de la IA, capaz de almacenar y procesar enormes cantidades de datos.

El modelo educativo tradicional, basado en una concepción simplista y estática del aprendizaje, se reduce a la transmisión y reproducción de información. Este enfoque tiene varias limitaciones, especialmente en el contexto actual, entre las que destacan la falta de desarrollo de competencias necesarias para el siglo XXI, el desarrollo del pensamiento crítico y creativo, y su falta de consideración hacia las diferencias individuales entre los alumnos.

Ante este panorama, es imperativo un cambio de paradigma educativo, que se fundamente en la ciencia del aprendizaje y que tenga en cuenta las implicaciones de la IA. Un modelo educativo alternativo que se caracterice por centrarse en el desarrollo de habilidades y actitudes duraderas, utilizar métodos pedagógicos activos y participativos, evaluar el desempeño de los alumnos mediante evidencias auténticas y variadas, impulsar el aprendizaje adaptativo con retroalimentación, y preparar a los alumnos para hacer lo que la IA no puede, como generar ideas originales, tomar decisiones éticas o expresar emociones.

Esta visión busca posicionarse de manera conveniente en la era de la IA, ser resiliente al uso acrítico de las herramientas y opciones que brinda. Que permita a los alumnos aprovechar sus ventajas para mejorar su aprendizaje accediendo a información ilimitada, recibir apoyo personalizado o crear contenidos generativos.

En este escenario, es indispensable que las instituciones educativas se adapten y evolucionen. Que integren la IA en sus procesos académicos, no solo como una herramienta de enseñanza, sino también como una parte integral del currículo. Que preparen a sus comunidades académicas no solo a usarla, sino también cómo desarrollarla, cómo funciona y cómo puede y debe ser utilizada de manera ética.

En la era de la IA, aprender requiere una combinación de habilidades fundamentales y avanzadas: autoaprendizaje, pensamiento crítico, colaboración, creatividad, alfabetización digital y un compromiso con el aprendizaje a lo largo de la vida. Estas habilidades son esenciales no solo para el éxito académico, sino también para navegar en un mundo en constante cambio y digitalmente conectado. Es crucial reflexionar sobre cómo estas habilidades pueden ser cultivadas y desarrolladas en nuestros sistemas educativos y en nuestras vidas diarias 

Finalmente, prepararnos para un futuro donde la capacidad de aprender y adaptarse será aún más importante que el conocimiento en sí mismo, es un desafío y una oportunidad. Este es solo el inicio de una reflexión necesaria. Tenemos la oportunidad de preparar a la próxima generación para un futuro lleno de oportunidades. La adaptación de los sistemas educativos y el enfoque en habilidades relevantes serán clave para impulsar el éxito en este mundo en constante evolución 

Ideario en perspectiva

Las cifras no mienten, y las más recientes del sistema educativo mexicano pintan un panorama delicado. De acuerdo con el análisis de Eduardo Backhoff a los llamados «Indicadores de excelencia», solo 1 de cada 4 alumnos que ingresan a primaria logra terminar su carrera universitaria 16 años después.

El abandono escolar aumenta año con año. En primaria egresan 95 de cada 100 menores, pero para la licenciatura la cifra se reduce a poco más de la mitad.

Y aunque el gasto educativo del gobierno ha crecido, el porcentaje sobre el PIB ha caído 0.4 puntos en este sexenio, ubicándose apenas en 5.5%.

En cuanto a infraestructura, más de 9 de cada 10 escuelas tienen luz, no así agua potable, presente sólo en 3 de cada 4; y acceso a internet, sólo en 3 de cada 10 planteles.

Estos números muestran que el sistema está lejos de cubrir necesidades básicas, mucho menos de alcanzar estándares de calidad.

Surge la pregunta: ¿Hasta cuándo el gobierno federal le dará la espalda a la evaluación y rendición de cuentas en educación, clave para el futuro del país? Más aún, si los indicadores son tan malos, ¿por qué la 4T prefiere cambios políticos sobre atender verdaderas carencias? ¿Seguiremos con los brazos cruzados ante esta catástrofe educativa?

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