En este espacio, nuestra opinión relativa al origen zacatecano de la señora Rocío Nahle y su posible candidatura al gobierno veracruzano ha sido en el sentido de que no existe obstáculo constitucional para alcanzar ese objetivo. Sin embargo, una gran proporción de las opiniones en contra de ese anhelo de la señora Nahle encuentran fundamento en el gentilicio “la zacatecana”, como adjetivo; muy entendible porque en el meollo de ese asunto está la política y nada menos que la disputa por el gobierno de Veracruz, no es poca cosa, luego entonces se vale y es explicable. En última instancia, si efectivamente la señora Nahle será la candidata de Morena a suceder a Cuitláhuac García, corre a cargo de la ciudadanía veracruzana decidirlo a su favor o rechazar esa pretensión sufragando por quien sea el candidato o candidata por el Frente Amplio Opositor, esa es una de las oportunidades que la democracia pone al alcance de la población en edad de votar.
Pero de eso a que efectivamente Rocío Nahle sea “más veracruzana que la bamba” existe una distancia sideral, porque “para subir al cielo se necesita una escalera y otra cosita”. Por alguna razón, los asesores de “la zacatecana”, o ella misma, no se preocuparon por sembrar en el imaginario colectivo veracruzano un semblante que favoreciera a la interfecta y disipara ese escollo, para nada imbatible, por cierto. En descargo a la omisión de referencia, debemos reconocer que sí hubo intentos de desvanecer el discutible obstáculo legal y en esa lógica se reformó la Constitución estatal, pero pudiendo asesorarse de quienes de eso saben quizás prefirieron ahorrarse el costo y se aventaron como el borras, con las consecuencias que todos conocemos. Porque, además, bastaría traer a cuento un paralelismo basado en el hubiera: si en tiempos del PRI hegemónico, para ganar la gubernatura este partido hubiera tenido necesidad de una figura de arrastre popular como Agustín Lara ¿hubiera habido algún reparo ciudadano que lo objetara? Debido a que es un supuesto y en este caso la hipótesis no podría ser comprobada solo lo dejamos como motivo de reflexión. Porque, si bien es válida la estrategia de acentuar el origen no veracruzano de algún candidato (a), lo medular para impedirlo radica en los argumentos de la parte opositora: si postula un buen candidato, si éste es conocido y con elevado grado de aceptación, el aprovechamiento político de los errores del contrario, cómo se destacará el desgaste político de quien ejerce el poder, etc. Ya anda en campaña doña Rocío para ganar una candidatura anunciada, pero es manifiesto que le está pesando el tema de referencia. ¿Localismo empobrecedor, o subliminal rechazo al más de lo mismo? El tiempo y las circunstancias darán la respuesta.