Platón era bastante enfático cuando hablaba del mundo de las apariencias en que vivimos, pasados los siglos ese teorema sigue vigente en la vida diaria de la sociedad moderna. Y en cuanto a actividades, sin duda la política es rica en comportamientos aparentes. En ese contexto las circunstancias juegan papel relevante, lo podemos advertir en el comportamiento que adoptan las dirigencias partidistas en el diseño de la metodología para escoger candidatos a cargos de elección popular. Para mejor entenderlo retrocedemos a la época del priismo hegemónico cuando imperaba el método del “Tapado” y la maniobra del “destape” correspondía solo al presidente de la república, era fenomenal la expectativa que generaba ese procedimiento en la opinión pública porque quien resultaba el elegido por el presidente en automático sería el próximo presidente de México, de allí en adelante la campaña era solo parte del ritual “democrático” para revestir de republicano al elegido “por el pueblo”. Con el cambio de las circunstancias los procedimientos también variaron, porque en apariencia ya no hay “tapado”, pues según la nueva tesis cuatroteista ahora elige el pueblo a través de consultas ciudadanas, como lo pudimos observar recientemente. Sin embargo, o fue muy descalzo el procedimiento o la ciudadanía mexicana ya no está en pañales porque la opinión general siempre supo (menos Ebrard) que la elegida por el pueblo sería Claudia Sheinbaum.
Para no quedarse atrás, ese procedimiento también lo aplicaron en el Frente Amplio por México, aunque a diferencia de en Morena allí se produjo cierta incertidumbre por el inusitado crecimiento en las encuestas de Beatriz Paredes. En Movimiento Ciudadano, aunque muy descalzo, se sigue el formato de Morena, incluso se asemeja en el grueso número de aspirantes, que solo son de relleno porque a Samuel García difícilmente lo bajarán, salvo algún convenio de valor entendido entre él y la dirigencia partidista. Vamos ahora a Veracruz, donde el PRI lleva mano en la candidatura y “Alito” ya dio los nombres de quienes aspiran al gobierno estatal. Pero aquí las apariencias mismas revelan el fondo de la olla porque se insertan nombres de verdadero relleno ya que es incuestionable que ninguno o ninguna de esa lista adicional puede competir internamente, dicho sea con todo respeto, ni con José Yunes Zorrilla ni con Héctor Yunes Landa, mucho menos serían competitivos en un proceso electoral tan reñido. Se entiende la incorporación de esos nombres por dos motivos: aparentar una elección democrática e involucrarlos y comprometerlos a participar activamente y sin simulación en la campaña, a la vez de muestrearlos como prospectos a cargos de elección popular. Ya se ha dicho, o Pepe o Héctor, porque el horno no está para bollos.