viernes, noviembre 22, 2024

¿Omar al Senado? O al trampolín senatorial


Si postularlo para la Jefatura de Gobierno para la CDMX fue el primer plan de Claudia Sheinbaum para su exjefe policíaco, volver a postularlo, pero ahora para el Senado de la República es el «Plan B» de la precandidata presidencial para aprovechar la enorme popularidad que ganó Omar García Harfuch en el proceso morenista y levantar la votación para Morena en las próximas elecciones capitalinas, donde se juega un duelo electoral estratégico para quien quiera ganar la elección presidencial.

A eso fue el pasado martes Claudia Sheinbaum a reunirse con el presidente López Obrador, a su despacho del Palacio Nacional. No a «pedirle línea», como ella misma desmintió este miércoles, pero sí a comunicarle al Presidente que quería mandar a García Harfuch al Senado, sólo con fines de atraer más votación de sectores de clase media a Morena y no necesariamente para que se quede como legislador los seis años.

Es decir, que la precandidata morenista está empezando a jugar su propio ajedrez político en el que, en principio, ella decide, pero de cualquier modo tiene que «tocar base» con el Presidente y comunicarle sus decisiones para que él las valide. Y eso es lo que hace con su mediático exsecretario de Seguridad, a quien sólo utilizará como un «gancho electoral» en la elección de Senador en la CDMX y sólo estaría en el cargo unos días antes de que lo anuncie como cabeza de su equipo de seguridad federal, si es que finalmente ella gana la Presidencia de la República.

Ese fue desde el inicio el acuerdo entre Sheinbaum Pardo y García Harfuch: si Claudia era candidata presidencial, él la seguía a su campaña; si ella no era candidata, él tenía la libertad de buscar ser candidato a Jefe de Gobierno por cualquier otro partido. En el camino, justo unos días después de que el Presidente le entregó el tan controvertido «bastón de mando», la doctora decidió que quería hacer a Omar candidato a la jefatura capitalina por Morena, y así se lo comunicó al Presidente.

Lo que vino después, todos lo saben, fue el demoledor embate del grupo de los «puros» de Morena, liderado por Jesús Ramírez Cuevas, operado políticamente por Martí Batres, y con toda una pléyade de analistas, escritoras, comentaristas y columnistas ligados a la 4T, hicieron una campaña negra contra Omar García, y luego, cuando se dieron cuenta que ni con todo ese golpeteo, ni siquiera con las campañas promovidas desde los sectores más radicales de la izquierda morenista en su contra, el «policía» que ellos decían que no podía gobernar la Ciudad de México, había bajado en las encuestas, por lo que decidieron empujar desde afuera y adentro del INE la polémica «cláusula de la paridad de género», que con el aval del Tribunal Electoral, lograron finalmente que se aprobara y por esa vía le dieron el golpe mortal a la doctora Sheinbaum y a su candidato.

Por eso, ante esa primera abolladura a su «bastón de mando», que le costó que se pusiera en duda su liderazgo real en el movimiento y si al final quien seguía decidiendo era el mismo López Obrador, Sheinbaum decidió sacarle jugo a su derrota y a la popularidad y aceptación que ganó Omar en su campaña fuertemente mediática, y asegurar para ella la senaduría capitalina, al tiempo que ya tiene definido el lugar que tendrá en su gabinete el policía Harfuch.

No fue casualidad que justo un día después de la reunión de Claudia con López Obrador saliera el mismo Omar García Harfuch a anunciar que ya se había inscrito para participar en el proceso interno de Morena para la senaduría de mayoría por la Ciudad de México, aunque el ya virtual candidato al Senado sabe que sólo será utilizado como carnada electoral, y que su destino final está en llegar al que ha sido siempre su sueño: encabezar el gabinete de seguridad nacional en el gobierno federal.

Podría decirse que al final, los dos perdedores en la CDMX salieron ganando. Sheinbaum poque se asegura de tener una posición clave en la capital de la República, donde claramente Clara Brugada podría llegar a ser el nuevo liderazgo emergente de la 4T y convertirse en una suerte de «cuña» de las que tanto gusta ponerles a todos sus subalternos el presidente López Obrador; y García Harfuch porque sólo usará al Senado de la República como un trampolín para llegar finalmente al gabinete de seguridad nacional.

Así de pragmáticos y flexibles se han vuelto en la nueva clase gobernante.

Dados girando. Capicúa. Se repite el tiro.

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