“Somos 10 mil, siempre hemos sido 10 mil. Bueno, en realidad somos nomás 5 mil. pero el Gobierno, el que sea, siempre le mandó a decir a sus medios comprados, los que fueran, que dijeran que éramos el doble, para que la gente y los jefes del Altiplano se apantallaran.
“Seamos los que seamos, desde hace años hemos llenado las plazas públicas, los estadios y los teatros. Aprendimos a vitorear a los candidatos seguros del PRI dinosáurico, a los lejanos del PAN conservador, a los perredistas inmutables, y últimamente a los morenos de la Cuarta Transformación. Les gritamos porras con un entusiasmo artificial, de alto volumen, que de tanto repetido se volvió casi convincente. Y era/es fácil, porque los de allá arriba siempre querían creer que los queríamos. Viera usted la risa que nos daba por dentro cuando veíamos a esos señores, y más luego a señoras, que se emocionaban y hasta nos prometían lo que sabían que nunca iban a poder cumplir. Hasta se me hace que ellos sí se la creían en ese momento, porque el calor de tantas bocas gritándote que eres el mejor, el más inteligente, que eres un dios, terminaba por prender las emociones de esos canijos mentirosos… en fin.
“Somos cinco vueltos 10 mil y hemos estado en todas las campañas desde que la Revolución se bajó del cuaco, como dicen. Vitoreamos a Plutarco Elías Calles, a don Lázaro, a los presidentes que siguieron cada seis años haciendo el rito de dejar la silla para que se sentara otro.
“Y le echamos tamañas porras a Labastida, el que perdió con Fox. Yo creo que ahí fue cuando nos dimos cuenta que podíamos seguir yendo a los mítines, cumpliendo con las órdenes de los jefes, y luego desquitarnos de tantas humillaciones contra nosotros y tantos robos del dinero de los impuestos que hacían los jefes, marcando en la boleta al partido contrario. Por eso ganó el charro Fox y por eso regresó el PRI con Peña cuando nos cansamos de la misma corrupción que hicieron los panistas. Porque cambió el partido, pero la robadera no.
“Lo peor fue cuando fuimos a votar a favor del Peje. Cuándo nos íbamos a imaginar que nos iba a ir tan mal. Mire, con los prianistas, como les dicen, teníamos que ir pero nos pagaban el pasaje, nos daban una torta y un jugo Boing. Y si el viaje era a Veracruz, hasta nos llevaban a la playa. Y en el DF, a la Villa de Guadalupe fuimos varias veces.
“Pero con éstos es lo peor. Nosotros tenemos que ponerle para el pasaje en camiones desvencijados. ¿Y cree usted que nos toman en cuenta el día? ¡Nada! Perdemos nuestro fin de semana y tenemos que trabajar de lunes a viernes, y el sábado otra vez a poner de nuestra bolsa y acudir a un evento.
“Somos 10 mil… pero esta vez vamos a votar en contra.
“¡Por ésta!”