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Si Marcelo Ebrard hizo el ridículo al tomar parte de un proceso interno de MORENA donde la decisión para nominar a Claudia Sheinbaum ya estaba tomada por Andrés Manuel López Obrador, el senador y ex gobernador veracruzano Dante Delgado Rannauro acaba de jugar un papel patético al obedecer a AMLO vía la candidatura -fallida- de Samuel García Sepúlveda.
Al joven gobernador de Nuevo León le ha tocado un reparto vergonzoso dentro del vodevil vuelto crisis política en la entidad donde triunfó durante los comicios del 2021, gracias a su esposa: la influencer Mariana Rodríguez.
El sábado pasado Nuevo León amaneció con dos gobernadores: el constitucional, Samuel García Sepúlveda, y el interino: Luis Enrique Orozco Suárez.
Ex vicefiscal, Orozco Suárez fue nombrado por la legislatura local en medio de una lucha por el poder, tras la solicitud de licencia por seis meses presentada semanas antes por el propio Samuel García para contender por la presidencia de la República.
El fin de semana transcurrió en medio de dudas sobre quién es el gobernador en funciones de Nuevo León, luego de que a partir del primer minuto del sábado 2 de diciembre entró en vigor el permiso de Samuel.
La madrugada del sábado el gobernador constitucional neoleonés renunció a su licencia e hizo pública su decisión de continuar al frente del gobierno local.
A su vez, Luis Enrique Orozco Suárez -quien tomó protesta el pasado miércoles del cargo como gobernador interino- se presentó al palacio de gobierno para asumir su encargo.
No quedó claro entre sábado y domingo quién era y es el gobernador en funciones de Nuevo León al ventilarse interpretaciones contradictorias de la ley, respecto al papel de la Legislatura de Nuevo León sobre el retorno del gobernante autorizado para ausentarse.
El jovencito gobernador afirmó que no es necesario el revocamiento de su licencia por parte de los diputados pero hay opiniones contrarias, según las cuales Samuel no puede volver al cargo sin el consentimiento de los legisladores.
En concreto, el domingo se realizó un acto oficial en el municipio de Escobedo, donde Samuel García hizo el papel de gobernador en funciones acompañado de integrantes de su gabinete, mientras que Luis Enrique Orozco se mantuvo en condición de privacidad.
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El viernes primero de diciembre hubo alerta sobre el potencial escalamiento de la crisis política en Nuevo León ante la presencia de fuerzas policiales rodeando el palacio de gobierno.
No pasó a más; nadie intentó asumir el control de ese edificio por la fuerza y todo quedó en alegato mediático de las partes involucradas; unas desde su condición de representantes institucionales de Nuevo León: los dos gobernadores, diputados, magistrados federales, secretarios de despacho…
Y otros, como Claudia Sheinbaum, desde su posición política totalmente marginal, aunque no ajena, a los acontecimientos en Nuevo León y Monterrey, su capital.
Sheinbaum intentó llevar agua a su molino, como Xóchitl Gálvez lo hace también al insistir en las puertas abiertas de la alianza partidista que la apoya, al Movimiento Ciudadano.
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La crisis política de Nuevo León tiene su origen en el fracasado afán de Samuel García de convertirse en candidato del Movimiento Ciudadano a la presidencia de la República, pero controlar su relevo mediante el secretario de Gobierno: Javier Luis Navarro Velasco.
Lo de montar a Navarro Velasco como encargado de despacho durante seis meses -desde el 2 de diciembre hasta el 2 de junio- resultó un asunto polémico pero secundario.
El fondo de esta historia remite al plan del partido Movimiento Ciudadano de apoyarse en la figura de Samuel García y atraer jóvenes hacia su causa para restar, así, sufragios a Xóchitl Gálvez del Frente Amplio por México.
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La estrategia montada por Dante Delgado Rannauro, senador, ex gobernador de Veracruz y dueño de la franquicia del partido naranja, habría estado respaldada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, a fin de fortalecer el proyecto de Claudia Sheinbaum.
Existen versiones sobre casos graves de corrupción en el gobierno de Samuel García.
A ello se suman la inmadurez, la incapacidad política y la soberbia infantil del joven gobernador regiomontano.
El resultado arrojado este fin de semana, por lo pronto, exhibe el fracaso de Dante Delgado Rannauro por vender al país la falsa idea de Movimiento Ciudadano como una fuerza opositora capaz de ocupar el segundo lugar en los comicios del 2024, y encaminarse a la lucha por la silla presidencial en el 2030.
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Asimismo, nos topamos con dos entidades federativas donde hechos recientes, diferentes en su naturaleza, pero con hilos conductores hacia un mismo personaje, colocan en la polémica el accionar del presidente López Obrador.
El primero es el huracán Otis, en Guerrero, donde continúa la queja sobre la falta de atención oportuna y suficiente para los cientos de miles de afectados por el huracán categoría 5 que destrozó Acapulco y municipios vecinos el pasado 25 de octubre.
El otro acontecimiento es la crisis política de Nuevo León, con la fallida candidatura de Samuel García, a quien AMLO externó una y otra vez, adulaciones, elogios y respaldos políticos por así convenir a la causa morenista.
Estamos ante un presidente abiertamente partícipe a favor de una de las partes en un proceso electoral.
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Al paso de los días sabremos detalles sobre el desenvolvimiento de la crisis política en Nuevo León.
Sobre sus consecuencias en la entidad norteña y en el resto del país.
Particularmente las posibles afectaciones de los fuertes vientos antidemocráticos de Nuevo León en Veracruz, estado nativo del veleidoso Delgado Delgado, siempre a gusto cuando lo adulan con alusiones al “infierno de Dante”.