La aseveración se oye cada vez más: “yo ya no les creo a las encuestas”. Los escépticos de este instrumento han crecido exponencialmente. Ya incluyen a gente sensata e inteligente que antes aceptaba este método científico para medir a la opinión pública.
Por su parte, los encuestadores no han logrado explicar a cabalidad por qué han fallado los sondeos en materia electoral. Los más simplistas insisten en que ellos no pronostican, sólo miden las preferencias en el momento en que salen a preguntarle a la gente cómo piensan votar si las elecciones fueran el día de hoy.
Y tienen razón. Una cosa es que Claudia Sheinbaum tenga actualmente una ventaja importante sobre Xóchitl Gálvez a decir que ése será el resultado el dos de junio próximo. Pero ahí entra el tema de las encuestas que se levantan unos pocos días antes de la elección. Ahí sí que no podría haber pretextos. Los resultados de los sondeos deberían parecerse a lo que finalmente ocurre en las urnas.
Cuando esto no sucede, los encuestadores aducen que fue imposible medir a los votantes reales, es decir, los que efectivamente fueron a votar, no los que tienen derecho a hacerlo.
Y claro que también está toda la discusión de posibles errores muestrales y no muestrales, por ejemplo, el orden de las preguntas en el cuestionario.
En fin, el hecho es que las encuestas están pasando por un momento aciago en su credibilidad. Eso es indudable.
Tremendo problema porque en este país nos enfilamos a una nueva competencia electoral. Si no le creemos a las encuestas, entonces ¿qué vamos a hacer para ir midiendo cómo van las intenciones de voto?
La realidad es que todavía no se inventa un nuevo método científico que sustituya a las encuestas. Eso es lo que hay. Por tanto: “Houston, we have a problem”.
Un problema grave, diría yo.
Del siguiente tamaño para ilustrarlo.
En oraculus.mx hemos detectado nueve encuestas que se levantaron en noviembre de este año sobre la competencia presidencial en México. Son de Reforma, Parametría, Mitofsky, Mendoza Blanco & Asociados, Enkoll, El Financiero, Demotecnia, Covarrubias y Asociados, y Buendía & Márquez. En todas sale arriba Claudia. Pero las diferencias son enormes. La de Demotecnia le da 66% de intenciones de voto a Sheinbaum, mientras que la de Reforma, 46%. Estamos hablando de 20 puntos porcentuales. Una barbaridad.
Obviamente, pasa lo mismo con Xóchitl. Mientras que la de El Financiero la pone con 31% de las preferencias, la de Demotecnia la trae con 14%. La mayor trae más del doble que la menor.
Pregunta razonable del público consumidor de encuestas: ¿qué tanta es la ventaja de Claudia sobre Xóchitl?
¿52 puntos como dice Demotecnia o 19, como midió El Financiero? Hombre, estamos hablando de una disparidad gigantesca.
Y esto ocurre en las llamadas preferencias brutas, es decir, las que toman en cuenta la no respuesta donde, por cierto, las diferencias también son enormes. 20% de los posibles electores no respondieron en la de Buendía & Márquez, mientras que sólo 11% en la de Enkoll. ¿A qué se debe esta distancia de casi el doble de puntos?
Si tomamos en cuenta la preferencia efectiva, descontando la no respuesta, las diferencias se hacen mayores. De acuerdo con la de Demotecnia, Claudia tendría 75% de las intenciones de voto y Xóchitl, 16%, una brecha de 59 puntos porcentuales. En cambio, en la de El Financiero, la distancia entre las dos candidatas es de 22 puntos (Sheinbaum con 57%, Gálvez con 35%).
Las nueve encuestas de noviembre ya midieron a Samuel García como posible candidato de MC. Ahí también las mediciones son muy contrastantes. Enkoll lo pone con 19% de las intenciones de voto, mientras que Demotecnia con 7% en las preferencias efectivas (sin la no respuesta).
No por nada luego los candidatos se emocionan y empiezan a decir mentiras, como García, que presumía ir en segundo lugar en las encuestas. Nunca ocurrió esto. No faltaron, sin embargo, encuestas propagandísticas que salieron en algunos medios que así lo comprobaban.
La curaduría de encuestas de oraculus.mx excluye a las encuestas patito, que son claramente parciales y propagandísticas. Sólo se toman en cuenta encuestas cara a cara en vivienda y algunas telefónicas (ninguna de las llamadas “robopolls”) de casas encuestadoras serias y profesionales cuya metodología se deposita y puede consultarse en el INE.
Con todo y esto, las diferencias son enormes. No hay, sin embargo, otro método científico para medir las preferencias electorales en el momento. Así que, efectivamente, “Houston, we have a problem”.
X: @leozuckermann