El tema de la salud es muy recurrente en el discurso presidencial, tal cual debe ser porque representa una de las responsabilidades públicas que todo gobierno debe atender de manera prioritaria por el bien de la población gobernada. No es casualidad que el presidente López Obrador insista con inusitada frecuencia que su gobierno dejará instalados servicios de salud equivalentes a los proporcionados en los Países Bajos, en Dinamarca concretamente; desafortunadamente sus decisiones en la materia han ido justamente en sentido contrario a ese propósito, empezando por la desaparición del Seguro Popular, una pésima decisión que dejó sin cobertura de gastos catastróficos a millones de mexicanos carentes de seguridad social. Agrava el escenario el deficiente manejo en los programas de vacunación, lo cual ha ocasionado el resurgimiento de enfermedades prevenibles: tuberculosis, tosferina, sarampión, tétanos, etc. Al transferir a la Secretaría de Hacienda la compra de medicina en abandono del sistema consolidado de adquisición ya establecido provocó el enorme desabasto de medicinas e insumos médicos en los hospitales del país, un escenario comprobable en cualquier visita a hospitales y centros de salud. El INSABI que “suplió” al Seguro Popular, nunca operó con suficiencia de allí su efímera existencia y vertiginosa desaparición, lo suple el IMSS-Bienestar que está muy lejos de concretar los servicios universales de salud. De la mega farmacia es poco lo bueno que se pudiera comentar, el tiempo, no mucho, demostrará su supina inoperancia.
Pero ¿cómo vamos a acceder al ambicioso paradigma de servicios médicos equivalentes a los prestados en Dinamarca? Allá la medicina preventiva es prioridad, las personas mayores reciben atención médica en sus domicilios y buena parte de ese segmento poblaciional vive en residencias de atención médica. Llevarlo a cabo es posible gracias a que la riqueza per cápita en ese país es de 63 mil 400 dólares y su población es apenas de cinco millones de habitantes. Allá se destina el 10.9% del Producto Interno Bruto (PIB) al ramo de salud, pero en nuestro país apenas llega al 5.1% del PIB, muy por debajo del promedio de 9.3 establecido para los países de la OCDE en esta materia. No obstante esos sinsabores, el presidente levanta más la vara y ahora asegura que dejará servicios médicos mejores que los de Dinamarca, ¿qué mexicano bien nacido no lo quisiera en nuestra realidad? Lamentablemente, en nuestras circunstancias esa meta es utópica, acaso hasta demagógica, porque quien requiere atención médica en centros de salud de primero y segundo nivel se encuentra invariablemente con un panorama de patéticas limitaciones. Lo dicho, en materia de Salud, estamos justamente en la antípoda respecto del primer mundo, la aparición de la vacuna Patria anunciada como un éxito científico del Conacyt es muestra fehaciente de nuestro retraso, pues aparece cuando el virus Covid-19 para el cual serviría ya ha mutado y no servirá para combatir la nueva mutación, es decir, es anacrónica. Así sucede cuando hay carne y es vigilia