Hasta el año pasado, Gonzalo Morgado Huesca cumplió de manera amistosa la función de enlace de Pepe Yunes con algunos columnistas.
Ese papel lo desempeñó durante muchos años, incluso ya estando fuera del PRI, partido del que fue presidente a los 25 años, en 1974.
Junto con Carlos Brito Gómez y Guillermo Zúñiga Martínez formó un triunvirato que siempre apoyó a Pepe en sus proyectos políticos.
De los tres solo sobrevive él, y si bien no participa por ahora en la política activa, no quiere decir que se retiró por completo de ese quehacer.
Morgado, como Fidel Herrera, como Miguel Ángel Yunes, como Jorge Uscanga, forma parte de la generación de políticos dispuestos a llevar hasta sus últimas consecuencias la sentencia de don Rafael Murillo Vidal de que un político no se retira hasta que se muere.
Está agazapado, pues, atento al acontecer electoral que se vive por estos días, cargado de la experiencia de toda una vida dedicada al quehacer político.
Pero por su vieja amistad con Pepe, a más de uno causa extrañeza que desde que el de Perote hizo pública y abierta su aspiración a intentar de nuevo gobernar su estado no se le haya visto a su lado ni esté haciendo labor de acercamiento con sus amigos periodistas.
Sorprendió por eso que el pasado 10 de enero, durante una visita que hizo Pepe a Altotonga, de pronto, ¡zas!, pareció asomar la cabeza entre un grupo de simpatizantes del precandidato de Fuerza y Corazón por Veracruz.
“Morgado Huesca. ¡Presente!”, se leía en un cartel improvisado sobre un cartón y dibujado con un plumón negro. Pero de su persona física, nada.
Cuando le llamé para preguntarle qué había pasado, afloró entonces ese viejo político que se las sabe si no todas, sí casi todas.
En efecto, ni asistió ni estuvo presente ni envió a nadie en su representación. Lo que pasó fue que el cartel hacía alusión a la colonia ¡Morgado Huesca!, que así la bautizaron colonos agradecidos con sus gestiones, y los que estaban presentes eran los vecinos de ese lugar.
Dechado de experiencia, como que durante muchos años fue primer actor en el reparto de un gran elenco, político de antaño pero muy de actualidad, con el colmillo más que retorcido, con la visión política que posee, me dijo algo que debiera ser lección para muchos.
“La mejor forma de ayudar a Pepe es mantenerme alejado de él, que no me vean con él. Este es tiempo de los ciudadanos, ellos son los que deben estar y aparecer”.
Cuánta razón tiene. Quienes los conocemos, sabemos de su buena relación, como sabemos también que Gonzalo se morirá en la raya con su viejo amigo y que lo apoya y lo va a apoyar con todo, pero sobre todo con su gran experiencia.
Y su gran experiencia le dice que hoy el reclamo es a favor de la participación ciudadana, sobre todo luego del enorme desprestigio de los partidos políticos, incluido Morena, en donde la única democracia que practican es la del dedazo unipersonal y la imposición de su mesías López Obrador.
No se puede medir con el mismo rasero a todos los políticos, pero el electorado ya no distingue a nadie de entre los viejos políticos y a todos los liga con las viejas prácticas y los vicios que practicó el PRI, que tanto daño hicieron en el pasado.
A algunos por méritos propios y a otros por su edad biológica, los consideran parte de ese pasado, que temen y que no quieren que regrese; los ven como dinosaurios aun así tengan méritos que considerar.
Por defecto, hoy ese rechazo se aplica ya no solo a los políticos de la vieja guardia, sino también a muchos de los actuales, que, ciertamente, de lo verde brincaron a lo viejo y podrido sin pasar por lo amarillo y rojo maduro, verbigracia muchos cuitlahuistas.
Seguramente de eso se dio cuenta la propia Rocío Nahle, o se lo dijeron, o se lo advirtieron, por lo que tuvo que marcar distancia con los acólitos de Cuitláhuac García, a lo que no solo bajó del presídium, sino que los mantiene a distancia atrás de una valla metálica.
Por su inexperiencia, por la urgencia y la ambición de hacerse notar, de querer figurar al lado de la virtual candidata y posible poseedora del poder, por alcanzar un hueso de nuevo, no se dan cuenta del rechazo que hay hacia ellos por el mal desempeño que han tenido.
De ahí el mérito de Morgado, que no necesita que le digan lo que tiene que hacer, lo que manda el sentido común político, para que lo haga, por iniciativa propia. Y claro que de esa forma cuánto ayuda a su amigo.
Es lo mismo que observo en otro gran político, de los últimos zoon politikon que queda en Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, quien no asoma la cabeza ni se le ha visto y seguramente ni se le verá al lado de Pepe, pero ha de ser uno de sus grandes impulsores rumbo al triunfo en junio próximo.
Cuando los viejos periodistas como yo, sabe, ve, conoce, observa o ve a políticos como Morgado, que saben, formados en la vieja escuela, cuando de verdad había clase política, confirma cuánto necesitan aprender los bisoños, improvisados, que pululan en el escenario político de ahora y quienes todo indica que nunca pasarán de ser floreros.
Exsome va como suplente de Manuel
Vaya que entre el morenismo movió el avispero la reaparición en la escena política de Ricardo Exsome, empresario del puerto jarocho, exdiputado federal y aspirante a la alcaldía de Veracruz en 2021.
Algunos lo colocan ya en una u otra secretaría en el gobierno de Rocío Nahle, si gana, y otros lo hacen candidato a la alcaldía en 2025.
Pero quienes lo conocen nos recuerdan que el ingeniero es hombre que analiza bien las circunstancias y sabe muy bien que en política 24 horas es mucho tiempo, por lo que todo es paso a paso.
Por ahora aceptó la invitación de ser el suplente de Manuel Huerta como precandidato único al Senado y sumarle su experiencia legislativa y sus relaciones en el altiplano, pero sobre todo con el sector empresarial del estado, con lo que los dos ganan.