Los hechos indican que a los gobernantes y dirigentes de Morena les da urticaria escuchar que alguna autoridad hable de la presencia del crimen organizado en canchas morenistas.
El 19 de enero pasado Morena expulsó de sus filas a Griselda Martínez Martínez, alcaldesa de Manzanillo, Colima, porque denunció la presunta infiltración del crimen organizado en la precampaña de Claudia Sheinbaum.
“Ahora que me llamó Mario Delgado para ‘expulsarme’ de Morena. Más digna me siento. Seguiremos trabajando alocadamente para nuestra gente de Manzanillo hasta el último día”, escribió y publicó en las redes sociales.
En un hecho de mucha valentía y riesgo para su seguridad personal, el viernes pasado la presidenta municipal de Acayucan, Rosalba Rodríguez Rodríguez, alertó y denunció públicamente que “el crimen organizado quiere tomar las riendas de Acayucan”.
En lugar de atender su denuncia y de invitarla a dialogar, a pedirle que se desdijera para no afectar la imagen del municipio, de Veracruz y del gobierno del estado, responsable de la seguridad de los veracruzanos, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez le pidió que renuncie para que el Congreso local nombre un Concejo Municipal.
Encumbrado en el poder, que se le acabará ya solo en unos meses más, el gobierno de los que según no eran iguales ha sustituido el diálogo con el uso y el abuso de la fuerza que da el poder en sus diversas variantes una de ellas la intimidación.
Otro caso ilustrativo de ello es que cuando Movimiento Ciudadano anunció que su candidata al Senado era la exjueza Angélica Sánchez Hernández, el gobierno de Cuitláhuac reaccionó de inmediato reactivándole una acusación a través de la Fiscalía del Estado y haciendo que un juez la citara a declarar, todo para intimidarla.
De paso digo que esta señora me tiene verdaderamente sorprendido y admirado por su valentía. No se intimidó, no renunció a su candidatura y continúa firme y adelante aun sabiendo que puede sufrir más consecuencias, una de ellas que con cualquier pretexto la lleven de nuevo a prisión, como ya la tuvieron, aunque por unas horas. Muchos varones se hubieran rajado. Angélica Sánchez Hernández le puso el ejemplo de decisión, de convicción y de valentía a todos. Los tiene bien puestos. Mis respetos para ella.
Pero vuelvo al tema central. Digo que el caso de la alcaldesa de Acayucan es también de mucha valentía por parte de ella y de mucho riesgo para su persona, tanto que ha tenido que velar a dos de sus cuñados, quienes murieron en forma violenta en acciones propias del crimen organizado.
El 30 de enero pasado, en forma sorpresiva periodistas norteamericanos y la mexicana Anabel Hernández en una agencia alemana informaron que el Cartel de Sinaloa había aportado entre 2 y 4 millones de dólares a la campaña de López Obrador en 2006, de acuerdo a una investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Desde entonces el tema inquieta a Andrés Manuel tanto que toda la semana pasada no dejó de ocuparse de él en sus conferencias mañaneras y el viernes pasado salió a tratar de restarle credibilidad al hecho de que la etiqueta (hashtag) de #Narcopresidente en redes sociales tuvo 170 millones de vistas, 80 millones en México y el resto en Argentina, Colombia y Holanda.
Aunque el jueves el embajador de Estados Unidos Ken Salazar declaró que el tema era un caso cerrado, la versión había dejado ya la víbora chillando en las redes sociales y está golpeando hasta a la candidata Claudia Sheinbaum en pleno proceso electoral.
Por eso dijo que hablar de la presencia del crimen organizado en canchas morenistas les da urticaria, porque mantiene abierta la herida del señalamiento contra López Obrador y es como echarle sal y limón juntos y para eso no sirve ni siquiera la Vitacilina.
El gobernador no le da siquiera el beneficio de la duda a la alcaldesa Rodríguez, cuando no creo que no haya un solo mexicano que sepa leer y escribir que no perciba o tenga conocimiento que el crimen organizado permea todas las actividades públicas del país, incluyendo la de la política y de las instituciones de gobierno.
Cualquier veracruzano de verdad, más los del municipio y de la región de Acayucan, saben muy bien que esa ciudad, la llave del sureste, donde confluyen las comunicaciones por tierra provenientes de Oaxaca y Chiapas, miles de migrantes y “mercancía” que mueve el crimen organizado; saben muy bien que la ciudad, el municipio y la región están infestadas por la delincuencia organizada, que se ha asentado ahí y ha tomado el control de casi todas las actividades y solo le falta el ayuntamiento.
El problema no es privativo de Veracruz, el crimen ya se apoderó prácticamente de todas las actividades de la vida productiva del país y en muchos estados, a sangre, fuego y terror se ha apoderado de las policías municipales, de las áreas de obras públicas y de las tesorerías de muchos municipios, con lo que prácticamente gobierna los ayuntamientos.
Otras cosas que seguramente no gustaron a Cuitláhuac fue que Rosalba Rodríguez expresó su “creencia” de que el crimen organizado controla ya municipios del sur del estado, y que no dejó de ligar las presiones que dice que vive con el proceso electoral.
«Nosotros formamos parte la coalición de los pequeños puntos (municipios) que se quedaron por ahí sobreviviendo (que no son de Morena) y que nos respalda un gran trabajo. Ese es el tema, que cuando te vas a encuestas, todavía nosotros repuntamos y vamos arriba porque ha habido respuestas de parte de este tipo de gobiernos y eso es lo que molesta».
Apuntó entonces que «como no se encuentra la forma legal de obtener el poder, pues lo obtienen a través de actos violentos, de la zozobra, del miedo, de estar siempre motivando actos en contra de la ciudadanía».
Con otra más: denunció que en el municipio no hay paz no obstante que la Marina está a cargo de la seguridad. “Lamentablemente no se nos escucha, tocamos puertas y no se nos abren”.
Dijo que era necesario alzar la voz para que se volteara a ver a Acayucan. Lo logró, pero en lugar de que el gobernador atendiera su queja y denuncia y la fortaleciera respaldándola, no solo la dejó sola sino que la expuso más, a merced de la delincuencia o de cualquier grupo que quiera actuar en su contra, al pedirle que renuncie.
Así las cosas, cualquier alcalde que no sea de Morena y se vea acosado o presionado por la delincuencia ya sabe que no cuenta con el apoyo, el respaldo y la protección del gobierno del estado, y que si alza la voz y denuncia, será conminado a que renuncie para que lo supla un Concejo Municipal.
Pero también la señora Rocío Nahle ha de saber ya que todos esos alcaldes y quienes creen en ellos por su trabajo y sus resultados, al saberse solos y que ella representa más de lo mismo, van a ir a votar y a orientar el voto en contra de Morena y sus candidatos. No les dejan ninguna otra opción.