sábado, noviembre 23, 2024

La canciller Bárcena quiere repetir

En los nueve meses que lleva al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la canciller Alicia Bárcena no ha logrado alcanzar la proyección que se esperaba, ni para ella ni para el país, cuando el presidente López Obrador decidió nombrarla como encargada de la política exterior, en sustitución de Marcelo Ebrard Casaubón. Su amplia experiencia como diplomática de carrera y su paso por varios organismos internacionales hacían esperar de ella un relanzamiento de los asuntos diplomáticos de México, pero lejos de eso, la embajadora se ha enfrascado en conflictos internos en su Secretaría, ha chocado con el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O y se ha dedicado más a hacer una diplomacia más ideológica, mientras ha descuidado y cometido errores en la relación con Estados Unidos.

Y es que lejos de estar concentrada en sus funciones diplomáticas, la canciller Bárcena se ve más preocupada -algunos de sus críticos dicen «desesperada»- por retener el cargo de Relaciones Exteriores en un eventual gobierno de Claudia Sheinbaum; tanto así que luego del papel protagónico que la candidata presidencial de Morena le ha dado a Juan Ramón de la Fuente y al propio Marcelo Ebrard en los temas de política exterior en su campaña, la embajadora se puso nerviosa y buscó al equipo de Sheinbaum para reclamar lo que ella considera “un maltrato” en su contra.

Fuentes de la SRE nos confirman que la secretaria Bárcena recibió, el pasado lunes 26 de febrero en su oficina, a una emisaria de Claudia Sheinbaum a quien había estado buscando para pedirle un encuentro privado. La candidata le mandó a su enviada para que escuchara a la canciller y en la privacidad de su despacho, esta empezó a quejarse de «maltrato» por parte de la campaña claudista, señalando que tanto De la Fuente como Ebrard buscan «dañar su relación» con la candidata y bloquearla para una eventual ratificación en el cargo. En particular, la titular de la SRE se quejó de la «gran visibilidad» que se le ha dado a su antecesor, Marcelo Ebrard, con quien no tiene una buena relación.

De hecho, parte de la paranoia de doña Alicia Bárcena en contra de Ebrard y De la Fuente, se debe a que en los nueve meses que ha estado en el cargo, su gestión ha estado marcada por conflictos continuos con facciones internas de su Secretaría, particularmente con los equipos de Juan Ramón y Marcelo, a quienes ella ve como sus rivales, polarizando peligrosamente el ambiente diplomático.

Además, el choque de la canciller con el Secretario de Hacienda se originó por las «maniobras dudosas» que desde la dependencia hacendaria acusaron de Israel Soberanis, quien fuera titular de la Unidad de Administración y Finanzas de Relaciones Exteriores. Lejos de buscar aclarar y negociar el tema con su colega de gabinete, el secretario Ramírez de la O, la canciller optó por no tener interacción ni comunicación directa con el titular de Hacienda, lo que le complicó aún más las cosas por su actitud de arrogancia y desconocimiento sobre la forma en que se opera dentro del Gobierno federal.

Para colmo, su relación con el presidente López Obrador, si bien se mantiene estable, dista mucho de ser tan cercana o de tanta comunicación como la que tuvo su antecesor. Bárcena ve muy poco al Presidente y su forma de operar para proponer nombramientos, tanto para cargos de la cancillería, como de embajadas y consulados en el exterior, ha chocado con el estilo del Presidente que ya le ha rechazado varias propuestas de nombramientos, por no seguir los procedimientos de Palacio Nacional, lo que se ha interpretado desde la Presidencia, como una «falta de alineamiento» con la administración central.

Pero si internamente la canciller Bárcena trae conflictos y problemas de entendimiento, hacia el exterior, que es donde está su principal función, tampoco ha logrado relanzar la política exterior durante su breve gestión. Algunos de sus críticos en el Servicio Exterior Mexicano piensan que «su verdadera ambición, disfrazada de servicio, radica en alcanzar la Secretaría General de la ONU, utilizando descaradamente la Cancillería como un mero trampolín personal”, porque para llegar a Naciones Unidas es requisito haber sido canciller. “Revela un desinterés flagrante por México, actuando no como una diplomática dedicada, sino como una funcionaria de organismos internacionales en busca de gloria personal», nos dijo un embajador eminente mexicano, quien pidió el anonimato.

Su ausencia en eventos internacionales y nacionales con actores internacionales clave, incluyendo actividades de la agenda de Claudia Sheinbaum, es cuestionada dentro de las cúpulas del gobierno y de la 4T, en donde ven con recelo su cercanía con figuras opuestas, como Arturo Sarukhán. Pero lo más delicado que le cuestionan a Alicia Bárcena es su ineficacia en la gestión de las relaciones con EU, particularmente en los recientes incidentes con la DEA y sus filtraciones a medios y periodistas estadounidenses, las cuales tomaron completamente por sorpresa al presidente López Obrador, que nunca fue advertido por su canciller o su embajador en Estados Unidos del activismo de la agencia antidrogas estadounidense que tanto molestó y descontroló al presidente, por la creación del hashtag #NarcoPresidenteAMLO, que cumple ya varias semanas como tendencia en las redes sociales.

Y es que, en contraparte con sus descuidos en la relación con Estados Unidos, la canciller ha dejado ver su inclinación hacia regímenes como Cuba y Venezuela, propiciando una polarización ideológica que la puede marginar y dificultar de cualquier diálogo constructivo con administraciones futuras de EU, sobre todo el posible retorno de Trump a la Presidencia tras las elecciones de noviembre próximo.

La negligencia en el manejo de la crisis de visados canadienses, es otro ejemplo de que una desconexión con las necesidades de los ciudadanos mexicanos, en donde también se le achaca negligencia en la defensa de mexicanos en el extranjero, como en el caso actual de Manuel Guerrero, detenido en Qatar por ser homosexual y, según denuncia su familia y colectivos LGBT, sometido a torturas y sin acceso a sus tratamientos antirretrovirales, confirma la ineficacia de la SRE en proteger a los mexicanos en el exterior, que es una de las funciones esenciales de esa secretaría.

En fin, que la canciller Alicia Bárcena parece mucho más preocupada y ocupada de repetir en su cargo y de sus conflictos con sus antecesores, que en cerrar de manera adecuada y decorosa los asuntos de política exterior en esta administración de López Obrador que sigue pensando, como lo dijo desde el inicio de su gobierno y eso se nota en su pésimo manejo de los asuntos diplomáticos, que «la mejor política exterior es la política interior»… Los dados abren con Escalera Doble. Bien comienza la semana.

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