El abogado Rutilio Escandón Cadenas, que llegó a la gubernatura más por gracia de su parentesco que por sus capacidades o experiencia, pasará a la historia como uno de los peores gobernadores en la historia de Chiapas, una distinción que, a pesar de ser tan reñida, se la lleva de calle el actual mandatario chiapaneco.
Y es que el morenista, cuñado del exsecretario de Gobernación, Adán Augusto López y esposo de Rosalinda López, la exfuncionaria del SAT y hoy candidata al Senado, será recordado como el gobernante que permitió que el narcotráfico se apoderara de Chiapas y que cambiará completamente la vida de las comunidades y ciudades chiapanecas, lo mismo en Los Altos que en San Cristóbal, en la frontera sur o en la misma capital Tuxtla Gutiérrez.
Chiapas tendrá un antes y un después cuando concluya la administración de Rutilio, aunque tristemente no será por una mejoría en el estado, sino por la descomposición que toleró, permitió e ignoró el actual gobernante del partido Morena. En los casi seis años que lleva en el cargo, Escandón Cadenas siempre estuvo ausente de la problemática de violencia que poco a poco se fue comiendo a todas las regiones chiapanecas.
Mientras el gobernador aparecía siempre muy bien peinado en la televisión (a la que le pagaba millonarios contratos de publicidad oficial), inaugurando obras nimias o programas populistas, ataviado con vistosas guayaberas y con coronas de flores en la cabeza o vestido con las distintas indumentarias de las etnias chiapanecas, los cárteles de la droga se devoraban poco a poco los territorios del estado, lo mismo formando «grupos de autodefensa» armados por el narco para controlar comunidades indígenas de la sierra o la selva, que controlando el destino turístico de San Cristóbal de las Casas, convertido ahora en un centro de distribución de drogas y controlado por pandillas armadas por el narcotráfico.
Casi nunca, salvo que el asunto se volviera un escándalo mediático, el Gobernador hablaba de la violencia narca que estaba consumiendo a los chiapanecos y que provocaba incluso desplazamientos de familias y comunidades enteras que abandonaban sus comunidades y migraban a otras zonas del estado huyendo de la violencia de los hombres armados por el narco. Rutilio nunca vio o no quiso ver, ya sea por indolencia, incapacidad o complicidad, la guerra cruenta y documentada en video y difundida a través de las redes sociales y de las coberturas periodísticas, en la que el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación se disputaban los territorios de Chiapas, que son estratégicos para el trasiego de drogas como la cocaína y de los precursores químicos para la producción de fentanilo y otras drogas sintéticas procedentes de Guatemala y de Sudamérica.
Rutilio nunca fue ni se paró en las zonas de Los Altos donde la proliferación de grupos de indígenas armados hasta los dientes hacían que el recuerdo del EZLN y su irrupción armada de 1994 pareciera un juego de niños. Nunca le interesó ver cómo esos supuestos «grupos de autodefensa» financiados y armados, ya sea por el señor Nemesio Oseguera o por «Los Chapitos», sometían y aterrorizaban a los pobladores de Chenalhó, Pantelhó, Solosuchiapa, en Frontera Comalapa, o en Chicomuselo y La Trinitaria. Nunca habló en sus discursos de cómo la violencia de los narcos estaba golpeando a su estado y no sólo omitió hacer algo con su presupuesto estatal, sino que ni siquiera hablaba de la emergencia de seguridad en su estado para pedir apoyo federal.
Ha sido tan evidente y cruel la tragedia que vive Chiapas en este sexenio que hasta los mismos morenistas la reconocían y cuestionaban la actuación del Gobernador. En junio de 2023, cuando recorría el país en pos de su fallida candidatura presidencial, el entonces líder de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, estuvo en Palenque, donde se refirió al secuestro de 14 policías estatales que tenía lugar en ese momento y sobre el que le pedía al mandatario morenista no negociar con los narcos: «Envío un saludo al gobernador (Rutilio Escandón). Ya fui gobernador de Zacatecas y le sugiero nunca transar, nunca negociar con el crimen, nunca negociar con los delincuentes, simplemente nuestro papel es aplicar la ley para todo aquel que la viole. Hay que aplicar la ley para que los pueblos vivan en paz, para que los pueblos vivan con integridad, para que los pueblos vivan en tranquilidad social», dijo entonces Monreal. Pero quién sabe si su compañero morenista lo escuchó porque el 23 de octubre volvió a ocurrir otro secuestro de ocho policías estatales, que fueron levantados por los narcos en Frontera Corozal y duraron más de 14 días secuestrados.
Apenas el pasado lunes se reportó en las redes sociales y en medios y portales chiapanecos un fuerte enfrentamiento entre grupos rivales del narcotráfico en la carretera Tuxtla Gutiérrez-Ocozocoautla, que dejó un saldo de dos muertos, un herido y varios vehículos baleados e incendiados a la orilla de la carretera. Las balaceras llegaron hasta el municipio de Coita, denominado «pueblo mágico», en donde la gente tuvo que refugiarse en comercios y casas para ponerse a salvo de los tiroteos. No fue sino hasta que la refriega entre narcos había pasado, cuando arribaron al lugar soldados del Ejército Mexicano.
Según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en Chiapas los homicidios dolosos se dispararon en los últimos dos años y aumentaron 33% entre 2022 y 2023 pasando de 377 en el primer año, a más de 500 asesinatos violentos denunciados el año pasado. Ante la incapacidad del Gobierno estatal, los empresarios chiapanecos mandaron el mismo lunes una carta dirigida al presidente López Obrador en la que expresan su «preocupación por los hechos de violencia que se agudizaron en las últimas 72 horas y que ocurren desde los últimos dos años». Coparmex Chiapas, Unidos por Chiapas, Canirac, Canacintra, CCME y Amexme, entre otras organizaciones empresariales locales, firmaron la misiva al Presidente.
Está claro que el señor Rutilio Escandón llegó a ser gobernador no necesariamente por sus méritos o su capacidad, después de haber sido un gris y desconocido diputado federal, senador y presidente del Tribunal Superior de Justicia de Chiapas, sino más bien por obra y gracia del nepotismo y de sus conexiones familiares. Y si ganó contundentemente la elección de 2018 fue -como todos los gobernadores morenistas que arribaron al poder en aquel año- por el llamado «efecto López Obrador» y por el pacto que el tabasqueño hizo con el entonces gobernador del Verde, Manuel Velasco, quien apoyó con su estructura el triunfo de Morena en el estado.
Pero está todavía más claro que Rutilio se irá con mucha más pena que gloria del Gobierno estatal, en donde no será recordado por sus atuendos indígenas ni sus collares y coronas de flores, algo que ni siquiera fue original porque lo han explotado todos los políticos chiapanecos de la historia y todos los presidentes cuando visitaban Chiapas. A Escandón Cadenas se le recordará por haber sido «el gobernador que le abrió la puerta al narco en Chiapas y le entregó el estado, ya fuera por omisión o por complicidad y cobardía». Y si acaso, como muchos lo mencionan siempre en el mundillo político, como «el cuñado de Adán Augusto y el esposo de Rosalinda»… Se baten los dados. Capicúa.