En el último mes de las campañas, la injerencia abierta y cínica de López Obrador en los comicios presidenciales y federales no sólo ha sido con sus declaraciones y arengas en favor de la candidata de Morena desde las mañaneras; el activismo del presidente no se limita a sus intervenciones verbales, que son violatorias de la Ley Electoral y en las últimas semanas el mandatario ha realizado varias giras por estados de la República en los que visita ciudades y municipios adonde él llega tres o cuatro días antes de que Claudia Sheinbaum visite esos mismos lugares para hacer campaña.
Hay registros de que en varios estados como Sinaloa, Sonora, Veracruz y el más reciente Morelos, la presencia del Presidente en esas entidades y sus capitales siempre antecede a los actos proselitistas de Sheinbaum que suele llegar unos días después de que el mandatario estuvo visitando el lugar. En varias ocasiones el Presidente no tiene eventos públicos en esas visitas y solamente se reúne en la Zona Militar de los estados a veces con los gobernadores de Morena y en ocasiones sólo con los jefes militares en esos lugares.
Por ejemplo en Morelos, donde el Presidente estuvo el pasado 21 de mayo, hay videos donde se ve a su comitiva con Suburbans blindadas ingresar a las instalaciones de 24 Zona Militar en Cuernavaca, donde sostuvo reuniones privadas de las que no se informaron detalles. Cuatro días después, el pasado sábado 25 de mayo llegó a la Plaza de Armas de la capital morelense la candidata Sheinbaum para encabezar su acto de cierre de campaña junto a la candidata de Morena a la gubernatura estatal, Margarita González.
¿Es casualidad que coincidan, con diferencia de días y siempre el presidente por delante, las giras de López Obrador con los lugares a los que irá a hacer proselitismo la abanderada presidencial de Morena? Todo indica que no. Es más que sabido que la intervención presidencial en estas campañas no se limita a sus ilegales comentarios en las mañaneras donde ha dicho que «ganará la continuidad», que «el pueblo va a votar por que continúe la transformación» o de plano que «la doctora Sheinbaum va a ganar».
Entre Palacio Nacional y la candidata Sheinbaum hay una comunicación constante y, según confirman fuentes del Palacio, «hay coordinación sobre las estrategias de campaña» que se siguen en el cuartel de la abanderada de la 4T. Las visitas de la candidata al presidente o sus conferencias constantes son parte del papel que juega López Obrador como el virtual «jefe de campaña» de Claudia, aun cuando todo se maneje con sigilo para evitar que la oposición tenga materia para impugnar violaciones graves a las leyes electorales por parte del mandatario.
Pero, si ya de suyo es grave e ilegal la injerencia presidencial en estos comicios, lo que resulta aún más delicado es que parte de esa intervención indebida que está teniendo el presidente en el actual proceso electoral se realice desde los cuarteles militares, en donde suele reunirse López Obrador para revisar los asuntos de las campañas morenistas con gobernadores y otras autoridades estatales. Con agendas oficiales como «supervisión del IMSS-Bienestar» o «revisión de obras carreteras» o de cualquier otro tipo, el mandatario nacional utiliza las instalaciones militares como si fueran oficinas políticas para repasar cómo va su candidata presidencial y las candidaturas al Congreso en los estados.
El sábado pasado, por ejemplo, López Obrador llegó a Culiacán con el pretexto de que supervisaría los avances del IMSS-Bienestar, pero se reunió en privado con el gobernador Rubén Rocha Moya en las instalaciones de la Base Aérea Militar cercana al aeropuerto culiacanense. Sin dar mayor información a los medios, hasta el lugar se vio llegar el Gobernador morenista para tratar, oficialmente, los temas de avances de hospitales y asuntos médicos en la instalación militar.
Es decir que, además de hacer las veces de «avanzada» de la candidata oficialista en esta campaña, el Presidente utiliza e involucra en actos que podrían ser constitutivos de delitos electorales a los militares y utiliza instalaciones castrenses para coordinar asuntos de campaña, algo que no sólo le prohíbe terminantemente la ley a él, como gobernante –por cierto por una ley que él mismo exigió e impulsó cuando era opositor–, sino que también los militares tienen estrictamente prohibido incurrir en actos proselitistas o de carácter político.
¿En algún momento las abiertas violaciones a la Ley Electoral que ha realizado el presidente durante todo este proceso electoral podrían tener consecuencias, ante un INE que se volvió mucho más pasivo y tolerante con la intervención ilegal del presidente o simplemente quedará para la historia la terrible incongruencia e ilegalidad con la que se ha conducido Andrés Manuel López Obrador como presidente, cuando fue él el líder de la oposición que más denunció y se quejaba de que los mandatarios del PRI y del PAN metieran las manos en los procesos electorales? Porque, sin dudar que sí lo hacían los presidentes anteriores, en estas elecciones López Obrador no sólo fue avanzada y jefe de campaña de Sheinbaum, sino que metió no sólo las manos a las elecciones, sino el cuerpo entero y el aparato del Estado para favorecer a su candidata… Serpiente doble mandaron los dados. La semana de las votaciones se viene intensa y complicada.