La Clínica Mayo define a la esquizofrenia como “un trastorno mental grave por el cual las personas interpretan la realidad de manera anormal.”
Y abunda la definición en que la “esquizofrenia puede provocar una combinación de alucinaciones, delirios y trastornos graves en el pensamiento y el comportamiento, que afecta el funcionamiento diario y puede ser incapacitante.”
El esquizofrénico es un mentiroso compulsivo que no se da cuenta de sus embustes. Cree que la realidad que ve su imaginación, es más verdadera que la que ven sus ojos.
No, no estoy haciendo un retrato hablado de los candidatos de Morena a la Presidencia, a las gubernaturas, a las senadurías, a las diputaciones federales y locales, a las alcaldías. No, pero cómo se parecen a quienes padecen ese trastorno mental. Es que así son… por desgracia.
La similitud es porque el partido oficial decidió tomar como estrategia de sus campañas la mentira monda y lironda, la mentira cínica, la mentira sin sustento. Algún asesor les dijo que si dijeran sus falsedades gritando y viendo retadoramente, todo el mundo les iba a creer. Menudo sicólogo el consejero ése (¿el Presidente?, ¿el asesor catalán?, ¿los opinadores áulicos?) que no conoce cómo funciona la mente de los mexicanos, del pueblo bueno y honrado.
No, no son tontos ni se creen todo a cambio de recibir una limosna, aunque el Patriarca se la pase machacando con esa mentira que tantas desgracias ha traído a los mexicanos.
Pero desde Morena los candidatos solamente atinan a decir que van muy bien en sus campañas, que el pueblo los quiere, que llevan 30 o 40 puntos de ventaja, que no son ladrones, que son sencillitos como los argentinos, que ya ganaron y la elección será un mero trámite.
Qué soberbia y qué ignorancia.
Por eso no quieren ir a los debates, en donde las y los ponen del nabo; por eso se esconden de los ciudadanos de a pie porque les gritan “Fuera” y los abuchean.
Eso, un fantasma recorre México, el fantasma de un pueblo que ya no quiere nada más con este Gobierno inepto, corrupto y asesino. A donde van, los aspirantes designados de Morena reciben la repulsa pública.
Y ellos contestan con mentiras: “No nos gritaban Fuera, nos pedían que siguiéramos”, “Son grupos pagados por los conservadores”, “México está como nunca de bien”, “La violencia no existe”, “Yo soy veracruzana”, je.
Y así, entre mentiritas y mentirotas, las creaturas de AMLO siguen su camino al desfiladero, que está a la vuelta de la esquina… en 17 días.