En verdad nos merecemos que una persona impuesta por un presidente de la República administre el presente y futuro de los veracruzanos; en verdad no contamos con la inteligencia y capacidad suficiente para decidir sobre la seguridad, la economía, la salud, la educación, la infraestructura, así como la sana convivencia y el bien vivir de los “jarochos” por nacimiento o por adopción; en verdad somos tan “enanos” de mira como para no darnos cuenta de la deshonra que se cierne sobre nosotros para que alguien disponga de la riqueza material y espiritual de la gente que habita en los 212 municipios del Estado; en verdad, permitiremos se empeñe nuevamente el destino de millones de paisanos y paisanas, naturales y avecindados.
La elección de quien gobierne los próximo seis años, como nunca en la historia de Veracruz, es un asunto que demanda la conciencia histórica y responsabilidad moral de quienes en esta ocasión votarán; responsabilidad y conciencia porque no solamente se trata elegir a un personaje no nato en Veracruz, sin el conocimiento de las costumbres, tradiciones, y todo lo que le da forma y sentido al Ethos de las comunidades asentadas en la regiones culturales, se trata de alguien que por capricho propio o de otro, entiéndase el señor López, quiere ser la primera mandataria.
Si se permite que esto pase, se perderá el derecho a decidir quién gobierne a la Entidad y cada uno de sus municipios en los próximos años. Aceptar que una vez más se imponga, como antes sucedió con el señor García, es reconocer la incapacidad intelectual para gestionar políticas de gobierno que atiendan las necesidades de las y los veracruzanos, incrementar las riquezas naturales y edificadas, garantizar la seguridad, educación, salud, vivienda, inversiones nacionales e internacionales, así como el pleno disfrute, investigación, creación, formación del y en el arte en cualquiera de sus manifestaciones.
Las triquiñuelas para hacerse del sufragio de los electores, como en todo proceso electoral se activan; pero de todas ellas, la traición es la que más garantía de éxito presenta, más lastima u ofende. Si aquellos que en las pasadas elecciones, jugaron soterradamente para un candidato de otro partido, si en un acto de contrición corrigen el error, gobernará quien en justa contienda conozca el Veracruz “profundo.
Cabe aclarar que esto no es asunto de género, ni que se niegue el derecho a votar y ser votada a alguien que la Constitución local se lo permite, ni que se ponga en duda su inteligencia, capacidad y calidad moral, para gobernar; NO, el tema tiene que ver con el sentido de identidad y orgullo de pertenencia que emana de la savia que alimenta los frutos de esta tierra, el clima, la flora y la fauna que pigmenta la piel, teje sueños e ilusiones y machimbra la cohesión social; pero principalmente de conciencia política.
Nadie por muy primer mandatario que sea, le asiste el derecho de decidir, imponer y ordenar quién debe gobernar. Nunca más un gobernante impuesto desde el altiplano. Nunca más un gobernante sin experiencia en la Res pública del Veracruz moderno.
El sistema de control y equilibro de poderes que garantice la atención e igualdad de oportunidades en todos los estratos sociales, la garantía de los derechos y libertades individuales, así como el desarrollo y la prosperidad de las actuales, como las futuras generaciones está en juego. Nunca más permitir que el poder se concentre en una sola persona.
El voto razonado, no violentado, no comprometido, ni vendido es la única garantía de que la democracia se alce con la victoria. Este 2 de junio, la grandeza de Veracruz está en el cruce de la bolete electoral. La decisión está en tus manos. ¡¡VOTA!! ¡Es cuanto!