Hace seis años, igual que más de 30 millones de mexicanos, voté por Andrés Manuel López Obrador. La historia lo juzgará como pésimo o magnífico presidente.
Este 2 de junio, el «pueblo sabio» eligió a la primera presidenta de México y a la primera gobernadora de Veracruz.
En lo personal fui testigo de la pulcritud de la jornada electoral en la sección 1854, en la colonia Revolución de Xalapa, donde participé como funcionario de casilla. No me consta lo ocurrido en otras casillas.
Cerca de 36 millones de mexicanos votaron por Claudia Sheinbaum y más de dos millones de veracruzanos por Rocío Nahle y se debe respetar la voluntad de las mayorías. Así es la democracia.
Acerté al pronosticar el triunfo de Claudia Sheinbaum y me equivoqué en el caso de Rocío Nahle.
Ahora, veamos hacia adelante y, como periodista, permaneceré atento para reconocer sus aciertos, señalar sus errores, denunciar injusticias, exponer problemas, proponer soluciones y, sobre todo, informar con imparcialidad y objetividad.
Es nuestra misión como comunicadores.