jueves, noviembre 21, 2024

La cruda después de la victoria

Parafraseando al gran Joaquín Sabina, las mieles del triunfo y la celebración de su contundente victoria, le duró a la doctora Claudia Sheinbaum «lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks». Y es que cuando aún estaba festejando el resultado que le dio una votación histórica, para la que será también una presidencia histórica, a la virtual presidenta electa le mandaron su primera prueba los mercados financieros que con una caída de la Bolsa Mexicana de Valores y la peor depreciación del peso en los últimos cuatro años, quisieron medir la capacidad de reacción de la próxima gobernante de México.

Porque sin duda alguna la sacudida de los mercados bursátiles nacionales y del tipo de cambio fueron una reacción directa y clara al resultado electoral del 2 de junio que, junto con el triunfo de la primera mujer que gana la Presidencia de la República, le otorgaron también un poder total con mayorías absolutas en el Congreso que aún podrían ser revisadas por las impugnaciones que está anunciado la oposición. Pero no hay duda de que lo sucedido el lunes fue un primer mensaje para la futura gobernante, que tuvo que dejar de lado los festejos para ponerse a operar el primero «torito» que le lanzaron los inversionistas nacionales y extranjeros.

La respuesta de Claudia Sheinbaum que fue confirmar la ratificación en el cargo del actual secretario de Hacienda —en la que por cierto se le adelantó el Presidente con el anuncio— buscó claramente mandar una señal de tranquilidad a los mercados y a los inversionistas, para lo cual se puso a operar directamente el doctor Rogelio Ramírez de la O con un breve enlace con los inversionistas y un comunicado en el que ofrece que habrá continuidad en la disciplina fiscal y el manejo de las variables macroeconómicas, además de responsabilidad en el complicado manejo presupuestal que heredará Sheinbaum, producto del déficit de casi 6% y una deuda de casi 50% del PIB que le heredará su admirado tutor político, el presidente López Obrador.

Lo que vimos en el arranque de esta semana, inmediatamente después del resultado de las elecciones del pasado domingo, es el primer aviso de que a Claudia Sheinbaum no le espera una «aterciopelada transición» como la que planeaba el presidente López Obrador, que se apresuró a vender una imagen, casi bucólica, en la que él y su adorada sucesora recorrerían juntos y casi de la mano el país, mientras sus equipos coordinaban la entrega-recepción de la administración pública.

Y justo ese fue el segundo mensaje de «tranquilidad» que intentó mandar la futura presidenta con el nombramiento de Juan Ramón de la Fuente, su principal asesor en la campaña y muy probablemente también en el futuro gobierno, como el encargado de coordinar las labores de la transición gubernamental. De la Fuente, a quien mencionan dentro del equipo de Sheinbaum como posible secretario de Gobernación o de Relaciones Exteriores, es un personaje sólido por su trayectoria pública que comenzó en el gobierno de Ernesto Zedillo, donde fue primero secretario de Salud y luego rector de la UNAM, donde conoció y cultivó su relación con la entonces investigadora de la Facultad de Ciencias de la Universidad nacional.

Porque ese fue el otro golpe de realidad que le mandaron a la presidenta electa justo desde los Estados Unidos, con el anuncio ayer del presidente Joe Biden de que firmó una «Orden Ejecutiva» que reduce y restringe al mínimo las solicitudes de asilo que aceptará su gobierno por parte de migrantes indocumentados que están llegado a su frontera después de recorrer el territorio mexicano, en su mayoría procedentes de Centro, Sudamérica y el Caribe. El endurecimiento de la política migratoria de Biden, si bien responde a la lógica electoral por los próximos comicios presidenciales de noviembre, donde buscará su primera reelección, también parece una prueba que le mandan desde la Oficina Oval a la primera presidenta que gobernará México.

Es claro que en toda esta etapa la doctora contará aún con el apoyo y la operación del presidente López Obrador para enfrentar las pruebas que le surjan en la etapa de transición, en algo que tampoco es la mejor señal, porque al final tanto los mercados como desde Washington lo que intentan es probar la capacidad de reacción de la próxima presidenta. Pero por lo pronto, también empieza a quedar claro que el festejo le duró a la próxima presidenta, lo que duran «los peces de hielo en un güisqui on the rocks»… Los dados mandaron Escalera doble. Subida.

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