lunes, diciembre 23, 2024

Veto a Morales Lechuga en 1998 inició el declive del PRD en Veracruz

Prosa aprisa

Arturo Reyes Isidoro

Quién mejor que un militante de varios partidos políticos de izquierda, en su momento, así como militante activo con cargos relevantes en el que fue su partido, puede explicar mejor, y en forma resumida, la muerte del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

El fin de la semana pasada, Uriel Flores Aguayo, ahora articulista en varios medios, publicó su explicación de las causas que llevaron a la tumba al partido del sol azteca. Esto dijo:

“MURIÓ EL PRD

1.- después de una agonía de, al menos, 12 años.
2.- hecho para caudillos, sin ellos perdió rumbo.
3.- debe reconocerse que aportó mucho a la transición democrática en México.
4.- fue una esperanza fuerte después del fraude del 88.
5.- trajo innovaciones democráticas a la vida política de México.
6.- sus dirigentes y candidatos se elegían en urnas. Ese mecanismo se corrompió.
7.- unió al nacionalismo democrático encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas, y a la izquierda socialista, PMS; además a expresiones de izquierdas sociales y populares.
8.- recibió el registro del Partido Mexicano Socialista que, a su vez, lo había heredado de los partidos Socialista Unificado de México y Comunista.
9.- estuvo a décimas de llegar a la presidencia de la república en el 2006.
10.- gobernó durante 21 años el antiguo Distrito Federal.
11.- se volvió un partido excesivamente cúpular y patrimonialista. Igual al resto de partidos de todos los colores.
12.- tuvo destacados dirigentes como el célebre y recordado Porfirio Muñoz Ledo.
13.- fueron parte infinidad de militantes abnegados y de convicción. Me consta.
14.- en Veracruz su declive inició en 1998, cuando Cárdenas y AMLO vetaron la candidatura de Ignacio Morales Lechuga, para gobernador.
15.- la gubernatura estaba al alcance de la mano. Nunca se pudo levantar del todo.
16.- cuando estaba recuperándose vino la creación del llamado PRD ROJO, que lo volvió irrelevante.
17.- a nivel nacional el anuncio de su larga agonía vino con la firma del Pacto por México, sin consulta interna y sin sentido. Se desdibujó y perdió identidad.
18.- no se reformó con la salida de AMLO en el 2012 y tampoco hizo esfuerzo de refundación con la caída drástica en el 2018.
19.- vuelto un cascarón en lo general su ruta segura era la de la crónica de una extinción anunciada.
20.- deja un vacío para la izquierda democrática. Y lastima a quienes continuaban sosteniendo su bandera amarilla con dignidad”.

Para las nuevas generaciones, Ignacio Morales Lechuga, originario de Poza Rica, fue secretario general del gobierno de Veracruz, en la administración del gobernador Agustín Acosta Lagunes. De todos modos fue candidato al gobierno del estado pero apoyado solo por el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México. Posteriormente sería Procurador General de la República y embajador de México en Francia. Sigue siendo notario público en la Ciudad de México y articulista de El Universal.

El final del PRD en el estado no fue nada glorioso. Sobrevivió en sus últimos años a expensas de aliarse primero al PAN, con Miguel Ángel Yunes Linares como gobernador, y luego intentando sobrevivir aliado al PAN y al PRI.

Yunes pagó su alianza nombrando al exdirigente estatal, Rogelio Franco Castán, como secretario de Gobierno, posición desde la que intentó erigirse en cacique de su partido y poder tras el trono, e incluso ya fuera del gobierno intentaba ejercer poder y tomar decisiones al margen del dirigente formal Sergio Cadena.

Cadena fue un dirigente acomodaticio, que terminó sucumbiendo a los encantos del entonces secretario de Gobierno, Eric Cisneros, quien terminó imponiéndole colaboradores.

La corrupción también ahogó al partido. Algunos de sus dirigentes y alcaldes surgidos de sus filas aprovecharon sus cargos para hacer negocios y robar millones de lo que les daban los gobiernos del PRI. Cuando se reunían, en sus borracheras lo celebraban. Todos quedaron impunes, ricos e incluso algunos se colaron en Morena y hoy son “respetables” funcionarios.

El sábado, el que fue su último dirigente nacional, Jesús Zambrano, proclamó: “No puedo ocultar mi tristeza por lo que está pasando, pero hasta aquí llegamos para cerrar un ciclo… Ese PRD que construimos hace 35 años ya no existe más como tal”.

No tenía ya ninguna razón de ser. Era un cadáver político que se sostenía con las prerrogativas que le daban, es decir, con el dinero de nuestros impuestos. Que en paz descanse, si es que puede.

¿De algo sirve una conocida en un baile?

En varias ocasiones he citado un dicho muy ranchero de que de algo sirve una conocida en un baile.

Antes –no sé ahora–, en efecto, en algún rancho o pueblo llegar a un baile sin conocer a nadie conllevaba aislamiento dentro de una colectividad. Ver a una conocida era un alivio, al menos ya se tenía con quien platicar, con quién hablar y, en el caso de un varón, hasta la posilidad de tener pareja para bailar.

A María Xóchitl Molina González, la nueva secretaria de Cultura a partir de diciembre próximo, la conocí hace ya varios años, aunque nunca la traté ni tengo amistad con ella.

Era infaltable en los festejos, por su cumpleaños, del licenciado Carlos Brito Gómez. De alguna forma, era su protegida política. Siempre era bien recibida por todos, además por su carácter alegre, su sonrisa, e incluso porque le entraba al baile.

Siempre escuché opiniones por su trabajo, vinculado a asuntos indígenas, lo mismo de la dirigencia estatal que nacional del PRI. Después supe que era funcionaria de asuntos indígenas en el gobierno de Cuitláhuac García, y más tarde que la habían despedido, acusada de cometer irregularidades.

La impresión, aunque superficial, que me quedó de ella fue buena, y le doy el beneficio de la duda de que hará un buen papel, que ya se le podrá juzgar cuando veamos su trabajo. Antes de escribir estas líneas busqué indagar más sobre ella y acudí a excompañeras suyas priistas, quienes la conocen.

Me platicaron que cuando llegó al comité nacional del PRI fue como una concesión que le hizo la entonces dirigente Beatriz Paredes Rangel a Brito Gómez, como un gesto para tratar de suavizar una no buena relación que había entre ellos; ya en el gobierno de Javier Duarte, aunque inició con él, después se rompió la relación.

Otra persona me dijo que sabía de los comentarios de que en el gobierno de Cuitláhuac la despidieron del Instituto Veracruzano de Asuntos Indígenas (IVAS) por irregularidades que estaba cometiendo, pero que lo que le constaba era que un extrabajador del IVAS se había quejado con ella de que les mochaba su sueldo a todos los trabajadores. “La dominaba su afán de escalar rápido y seguramente tenía carencias económicas”.

Al parecer, el gobierno que viene no será sectario

Su perfil me deja la idea de que la promoción de la cultura ya no será tanto como la que conocemos con la actual secretaria Silvia Alejandre Prado, que para mí ha sido muy buena, sino que estará más enfocada a las culturales regionales, con especial énfasis en los pueblos originarios.

Aparte del trabajo de campo de la nueva funcionaria, originaria de Tatahuicapan, en la sierra de Soteapan, el mayor acercamiento que tuvo con la actual Secretaría de Cultura, antes Instituto Veracruzano de la Cultura, fue cuando siendo directora del IVAS llevó a grupos de artesanos a participar en eventos artesanales.

El hecho de que Rocío la rescate es señal, entonces, de que en el IVAS era posición suya y de que marca distancia de Cuitláhuac sin importarle que haya cometido algunos pecados.

Los nombramientos hasta ahora de Ricardo Ahued, Ernesto Pérez Astorga y Xóchitl Molina, me dejan también la idea de que el gobierno de Nahle no será sectario, como el de Cuitláhuac, y que está optando por personas de su confianza, así hayan militado en el PRI.

Y, claro, he escuchado a priistas recibir bien el nombramiento de Xóchitl, así como lo hicieron con Ahued, apelando al dicho de que de algo sirve tener una conocida en un baile. ¡Y vaya que si la necesitan ahora, para no sentirse tan huérfanos!

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