Una democracia sin partidos políticos es inconcebible, una aberración, y un gobierno sin oposición al frente retoza con fuerte tendencia al autoritarismo, a la corrupción, al compadrazgo, al nepotismo, a la ilegalidad, etc. Ese es el panorama actual de las circunstancias políticas en nuestro país, en cuyo horizonte político solo se otean truenos y relámpagos en torno de una oposición descalabrada a causa de una elección cuyos resultados le fueron marcadamente desfavorables. Atónita después de la elección de julio de 2018 la oposición política al gobierno de López Obrador tardó en reaccionar, por esa condición el presidente la declaró “moralmente derrotada”; pero en esta ocasión. después del dos de junio, además de derrotada se encuentra a merced de los intereses de grupo. En el PRI, intentando apropiarse de los restos del gran partido el grupo en torno de Alejandro Moreno, sin preocuparle el destino institucional de esa organización política, pretende extender su dirigencia en compañía de sus fieles seguidores frente al ardoroso reclamo de exdirigentes partidistas de toda la república. Es bastante obvio que, de lograrlo, “Alito” y compañía estarán conduciendo al PRI al crepúsculo más insólito, cavando la tumba definitiva del Partido que sirvió de ariete en la evolución política del país. De cumplir con sus propósitos, ese papel marcará también la trayectoria política de Alejandro Moreno y sus compinches enmarcándolos históricamente como émulos de Nerón y de Judas Iscariote.
En cuanto al Partido Acción Nacional, de no aparecer el líder que lo rescate de las ambiciones de Marko Cortés y su camarilla pondrán al albiazul en grave predicamento impidiéndole reorganizar sus cuadros para emprender un nuevo avatar, porque el PAN ha sufrido graves crisis internas, pero como Ave Fénix se ha recuperado, así fue cuando ocurrió en 1991 el desprendimiento del Foro Doctrinario que cimbró sus filas, pero le dio alientos e impulso para emprender comenzó su marcha hacia la presidencia de la república que ganó en el 2000. Antes había sufrido otra grave crisis en 1976, cuando las fuertes divisiones internas no le permitieron lanzar candidato presidencial en ese año, dejando vía libre a José López Portillo quien hizo campaña en solitario. Si la situación priista deriva conforme a los propósitos de “Alito”, el pronostico es deplorable, si el PAN no supera su actual circunstancia sin encontrar al líder que lo rescate, entonces en el horizonte oposicionista como opción emergente quedaría Movimiento Ciudadano, pero no precisamente por ser una buena alternativa sino porque es lo único que quedaría. Y no puede serlo porque ese es un partido de un solo hombre, Dante Delgado, quien decide y propone el andar de esa organización. Además, Movimiento Ciudadano también enfrenta seria división en sus filas, por lo que Dante Delgado no tiene absoluto control de lo que sucede ni en Jalisco ni en Nuevo León, sus dos “bastiones”, porque en la entidad jalisciense el gobernador Enrique Alfaro difiere abiertamente de su dirigencia nacional, y en Nuevo León, el gobernador Samuel García luce políticamente debilitado y oscila entre las presiones del sector empresarial y la fuerte oposición política del PRI y del PAN. En esas condiciones, la oposición política en México actualmente carece de fuerza, y según se observa sin visos de poder ejercer en lo inmediato una genuina oposición a la aplanadora que es MORENA. Aunque nada es para siempre.