Ala maestra Elba Esther Gordillo le ha pasado con el presidente López Obrador lo que a muchos políticos del antiguo régimen: que nunca aprendieron a leer y a entender al tabasqueño como un político que, más que por razonamiento, por conveniencia o por pragmatismo, suele decidir con base en sus filias y fobias cuando se trata de definir o elegir a sus aliados y a sus adversarios.
Porque a la exlideresa que controló durante más de 20 años el magisterio nacional, Andrés Manuel siempre le tuvo un recelo y una desconfianza particular. Si bien sabía del enorme poder que llegó a acumular y de su eficiencia como operadora electoral utilizando a las bases del SNTE, desde su primera campaña presidencial pintó su raya con Gordillo Morales, quien lo buscó insistentemente entre abril y mayo de aquel año para ofrecerle el apoyo de los maestros a su candidatura, que aparecía en aquel momento con la gran favorita con más de 10 puntos de ventaja en las encuestas.
Una y otra vez, a través primero de Ricardo Monreal y luego del finado Manuel Camacho Solís, Elba, que estaba entonces en la cúspide de su poder por la cercanísima relación que tenía con el entonces presidente Fox, le mandó a pedir al candidato López Obrador que la recibiera, que tenía el consenso de los maestros para sumarse a su campaña y ayudarle a ganar la Presidencia. Pero invariablemente, cuando tanto Monreal como Camacho le insistían en que recibiera a la maestra y le explicaban lo conveniente que sería para amarrar su triunfo, el entonces abanderado del PRD les respondía con cierta sorna: «‘N’ombre, no quiero recibir a esa señora, porque si la recibo me va a costar esa reunión como unos 5 puntos del PIB».
Ante el desaire evidente del tabasqueño a la lideresa magisterial, ésta habló con sus dirigentes seccionales y les dijo que no había habido interés de Andrés Manuel en el apoyo que le ofrecieron, y propuso buscar entonces, ya avanzado el mes de mayo, al candidato del PAN, Felipe Calderón, quien la recibió de inmediato y la sumó a su estrategia de campaña. Ese pasaje ha sido contado varias veces por el ahora presidente, sobre todo para quejarse de que «fue Elba Esther quién convenció a cinco gobernadores del PRI de esa época, para que hicieran una operación electoral en sus estados el día de aquella elección presidencial» y, según López Obrador, ahí fue donde fraguaron el fraude que, él sostiene, se cometió en su contra en 2006.
En agosto de 2018, apenas unas semanas después del triunfo de Andrés Manuel, la maestra fue liberada y exonerada de la prisión, en la que pasó casi todo el sexenio de su amigo Peña Nieto. Detrás de aquella liberación hubo una negociación de Peña con López Obrador que de esa forma pagaba el apoyo que operadores del SNTE le dieron a su campaña. Pero una vez que se vio libre, Elba Esther intentó volver a las andadas e inició un movimiento, no sólo para crear su propio partido político, Redes Sociales Progresistas, que coordinaba su yerno Fernando González Sánchez, sino también para recuperar el control del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, cuya dirigencia había asumido desde noviembre de 2018, el profesor Alfonso Cepeda.
Mientras Elba Esther intentaba reactivar sus antiguos controles en el SNTE, el profesor Cepeda se acercó hábilmente a la 4T y directamente al presidente, a quien le ofreció el apoyo a sus políticas educativas, mientras buscaba que desde el nuevo gobierno neutralizaran a la maestra en sus afanes de recuperar sus fueros en el sindicato. Comenzó entonces un bloqueo a Gordillo desde la SEP, donde a su amigo Esteban Moctezuma le ordenaron no reunirse con ella ni darle juego, mientras el liderazgo de Cepeda se fortalecía a nivel nacional con el respaldo de Palacio Nacional.
Cada intento de la maestra por recuperar su fuerza en el sindicato magisterial fue bloqueado y a ella la fueron aislando cada vez más, a través de mensajes directos que le mandaban desde Palacio para que no se metiera nuevamente en política. Por un tiempo la exlideresa pareció entender y su boda en 2023, con el joven abogado Luis Antonio Lagunas, parecía la señal de que había entendido y se dedicaría ya a su vida familiar y privada.
Pero antes de las elecciones presidenciales, cuando se llevaba a cabo el proceso interno de Morena, Elba Esther comenzó a apoyar la candidatura de Marcelo Ebrard, y volvió a tener reuniones y encuentros políticos que fueron registrados por el aparato de inteligencia federal que empezó a darle seguimiento. Y el tema escaló cuando, desde el Centro Nacional de Inteligencia detectaron, allá por el mes de septiembre de 2023, en plenas precampañas, una reunión que sostuvo Gordillo Morales con la entonces precandidata presidencial de la Alianza opositora, Xóchitl Gálvez. Después de eso, con un emisario del general Audomaro Martínez, le mandaron un mensaje a la maestra: «O sale del país y deja de intervenir en temas políticos, o aténgase a las consecuencias».
La maestra, que ya había vivido las consecuencias de desafiar a un presidente con Peña Nieto, hizo sus maletas y con todo y esposo se fue a Londres, Inglaterra, donde pasó las navidades y tuvo que ver desde allá las campañas y la elección presidencial del pasado 2 de junio. Y una vez que pasó el tsunami de Morena y seguro después de hacer algún tipo de consulta, nos cuentan que Elba regresó a México hace algunas semanas y se estableció de nuevo en su departamento de Polanco.
Pero apenas asomó la cabeza y sostuvo un par de reuniones con personajes políticos, entre ellos su adorado Jorge Castañeda, nuevamente desde la 4T le recordaron que no la quieren haciendo política. Porque justo después de que agentes de inteligencia detectaran sus reuniones con políticos de la oposición, los magistrados del Tribunal Superior de Justicia Administrativa se acordaron de que Elba Esther Gordillo tenía un adeudo con el SAT por 21 millones de pesos y, en su sesión del pasado 3 de julio, ordenaron que pague ese adeudo por discordancias entre sus gastos de representación cuando fue lideresa del SNTE y el manejo de sus tarjetas de crédito.
Y para que no quedaran dudas de que en la 4T ya no quieren a Gordillo metida en asuntos políticos ni haciendo grillas sindicales, el lunes pasado fue el propio presidente López Obrador quién le mandó el mensaje al revelar, en su mañanera, una conversación telefónica entre Gordillo y el empresario Roberto Hernández, durante el gobierno de Fox, en la que la maestra, que entonces era coordinadora de los diputados del PRI, le informa al dueño de Banamex sobre las reformas laborales y fiscales que se impulsarían desde el Congreso. La llamada, que ya había publicado Andrés Manuel en su libro «Gracias», la presentó como prueba de «cómo se negociaba la agenda neoliberal» en aquellos años, mientras permitían la grave corrupción. ¿Así o más claro el último mensaje para la maestra Elba Esther Gordillo?
A ver si ahora sí la profesora, que llegó a ser considerada una de las políticas más poderosas del país y que manejó y controló durante 24 años al sindicato más grande de México y de América Latina, aprende la lección que le mandan desde la 4T y que nomás no ha podido aprender… Capicúa de los dados. Volvemos a lanzar el tiro.