Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
¿Serían capaces los Yunes panistas de negociar la entrega del Poder Judicial de la Federación al obradorato a cambio de impunidad y de protegerse de una persecución judicial en forma?
La respuesta es sí. Han negociado con sus enemigos hasta por menos que eso.
Baste recordar la elección federal de 2012. En su momento, integrantes del círculo cercano del entonces gobernador Javier Duarte de Ochoa relataron cómo éste se reunió con Miguel Ángel Yunes Linares en persona, en Boca del Río, para acordar una especie de “tregua política” en la que los panistas le “bajaran” a sus críticas al gobierno estatal –que para ese momento ya tenía a la entidad hecha un desastre de violencia y corrupción- a cambio de que desde el gobierno estatal no le pusieran obstáculos a la pretensión de Fernando Yunes Márquez de llegar al Senado.
Dicho y hecho. El duartismo no le puso piedras en el camino. Y aunque no ganó la elección, Fernando Yunes llegó a la Cámara alta como primera minoría, exactamente igual que lo haría su hermano Miguel Ángel doce años después. Lo que sucedería luego, ya es otra historia.
En este sexenio, el de la supuesta “cuarta transformación”, en el que “la justicia no se negocia”, ocurriría algo similar. Tras la disputa entre el morenato y el yunismo por el Ayuntamiento de Veracruz, que terminó con una cerrada victoria de Patricia Lobeira –quien sustituyó a su esposo Miguel Ángel Yunes Márquez luego de que los tribunales lo “bajaron” de la candidatura del PAN por no acreditar residencia en ese municipio-, de la noche a la mañana, se dio un inusitado acercamiento con la administración de Cuitláhuac García Jiménez.
No solo cesaron los ataques verbales entre ambos bandos, sino que el gobernador comenzó a aparecer en actos públicos del gobierno municipal, y la alcaldesa en los actos del gobierno estatal. Hasta en una lectura que encabezó la “no primera dama” Beatriz Gutiérrez Müller en Veracruz, participó Patricia Lobeira, a quien no mucho tiempo antes no bajaban de “marioneta” de Yunes Márquez.
Dicho acercamiento, que necesariamente implicó otra negociación de “alto al fuego” temporal, le es atribuido al otrora poderoso secretario de Gobierno, hoy desaparecido de la escena política estatal, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, a quien también le achacan que la fiscal general del estado, Verónica Hernández Giadáns, guardara en un cajón todas las denuncias que hoy tienen contra la pared a Yunes Márquez, a quien todo indica que le habrían puesto sobre la mesa dos alternativas: o ayuda a Morena a sacar la reforma judicial en el Senado esta semana –votando a favor o ausentándose de la votación-, o se le van encima con todo el poder del Estado a él, a su hermano Fernando –quien tienen denuncias por presunto daño patrimonial en el Ayuntamiento de Veracruz- y hasta a su padre, Miguel Ángel Yunes Linares.
Todo el fin de semana pasado las especulaciones sobre una posible traición de los Yunes estuvieron a la orden del día. El senador no dio señales de vida, no firmó la carta compromiso enviada por los jóvenes del Movimiento Generación 2024 para votar en contra de la reforma judicial y este lunes no se apareció en la plenaria de los senadores de su partido, lo que alentó los rumores y hubo medios que incluso aseguraron que ya se había ido al bloque obradorista, nada de lo cual fue confirmado. Pero tampoco desmentido.
Incluso, la coordinadora de los senadores del PAN, Guadalupe Murguía, llamó públicamente a Yunes Márquez a hablar con claridad: “como coordinadora de @SenadoresdelPAN, le demando, con respeto pero con absoluta firmeza, se pronuncie públicamente en contra de la reforma judicial. Que cumpla su palabra ante la sociedad. La subsistencia de la República depende de la integridad, honor y patriotismo de las senadoras y senadores de oposición. No hay espacio para ambigüedades”, publicó en X.
Hay quienes creen que Miguel Ángel Yunes Márquez cumplirá con el compromiso asumido no con su partido, sino con los ciudadanos que votaron por él precisamente para oponerse a la destrucción institucional impulsada por el obradorato. Pero las señales que ha dado –el silencio también comunica- indican lo contrario. En las próximas horas lo sabremos de cierto.
Lo evidente es que lo que menos le importa a la “4t” es acabar con la corrupción. Si se someten y se alinean con sus intereses, son capaces de santificar al peor criminal y de volver “camaradas” a sus más enconados enemigos.
El único “consuelo” en medio de la desgracia, como cuando se cuentan chistes en un velorio, será ver a los morenistas recibir “con los brazos abiertos” a los Yunes. Esas maromas serían olímpicas.
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