sábado, noviembre 23, 2024

Inteligencia artificial y prosperidad: Un camino conjunto hacia el futuro sostenible

La Real Academia de las Ciencias de Suecia otorgó el Premio Nobel de Física de este año a John J. Hopfield y Geoffrey E. Hinton. Estos destacados académicos de la Universidad de Princeton y la Universidad de Toronto, respectivamente, han hecho contribuciones fundamentales al desarrollo del aprendizaje automático con redes neuronales artificiales. Esta tecnología de la inteligencia artificial (IA) permite que sistemas informáticos aprendan y mejoren de forma autónoma analizando grandes cantidades de datos, sin necesidad de programación explícita. Sus métodos son la base del aprendizaje automático de máquinas (Machine Learning). 

Los Premios Nobel, creados en 1895, reconocen anualmente los logros importantes en áreas como Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura y Economía. Estos galardones distinguen contribuciones destacadas a la humanidad.

Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson recibieron el Premio Nobel de Economía por sus estudios sobre la desigualdad de las naciones. Según la Real Academia de las Ciencias de Suecia, sus investigaciones exploran las diferencias en la prosperidad de los países, lo cual plantea nuevas estrategias para entender la desigualdad. Los profesores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) Cambridge USA y la Universidad de Chicago sostienen que las sociedades con principios de derecho débiles e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios para bien. Su análisis divide a las instituciones en “inclusivas” y “extractivas”. Las primeras crean beneficios a largo plazo para todos, mientras que las segundas proveen ganancias a corto plazo para quienes están en el poder.

¿Por qué la calidad de las instituciones es fundamental para el desarrollo económico? Esto influye en su prosperidad y, según las conclusiones del estudio ganador, determina el desarrollo económico de los países. Esto es importante y relevante en nuestro contexto, ya que actualmente se observa un retroceso global en la calidad institucional y en las políticas públicas contemporáneas

Los descubrimientos premiados en Física y Economía permiten establecer conexiones trascendentales entre estas disciplinas y sus implicaciones multidimensionales. Los avances de la IA y las redes neuronales aspiran a revolucionar diversos aspectos de nuestra sociedad, desde la medicina hasta la economía. Por su parte, los estudios sobre instituciones ofrecen una visión crucial para entender su importancia en la sociedad y el desarrollo económico. 

Pero, ¿cómo podemos asegurar que estos avances beneficien a la sociedad en su conjunto? 

Un informe de McKinsey de 2024 estima que la IA podría agregar hasta $13 billones de dólares a la economía global para 2030, fomentando la innovación en diversos sectores.  Además, el informe “Sizing the price. What is the real value of AI for your business and how can you capitalize” indica que la IA provocará un incremento adicional del PIB mundial en 2030 de 15,7 billones de dólares adicionales, 6,6 billones –el 42%- se generarán como consecuencia del incremento de la productividad y 9,1 billones por los efectos en el consumo. 

Sin embargo, estos beneficios no son automáticos. Para que estas proyecciones se conviertan en realidad y maximizar los beneficios de la IA, es necesario que las reglas y normas que rigen nuestras instituciones garanticen que estos avances tecnológicos encuentren un campo fértil para su generación y se distribuyan de manera equitativa. Esto implica políticas que promuevan la educación y la capacitación, así como regulaciones que aseguren la competencia justa y eviten la concentración de poder. 

Según un estudio de la OCDE, la adopción de la IA podría aumentar la desigualdad de ingresos en un 15% en los próximos diez años si no se implementan políticas inclusivas. Invertir en educación puede generar un retorno del 14% por cada año adicional de escolaridad (Banco Mundial, 2023). En su famoso libro «Por qué fracasan los países», Daron Acemoglu y James A. Robinson argumentan que las instituciones inclusivas, que promueven la participación y la igualdad, son esenciales para el crecimiento económico sostenido. 

Los ganadores del Nobel de Economía citan un ejemplo sobre las desigualdades resaltándolas en torno a la ciudad de Nogales, dividida por la frontera entre México y Estados Unidos. Mientras el lado estadounidense ofrece mayores oportunidades educativas, políticas y se ha fomentado competencia, innovación e inversión el lado mexicano enfrenta limitaciones significativas con instituciones menos inclusivas. Según la Real Academia de las Ciencias de Suecia, «la diferencia decisiva no es geografía ni cultura, sino las instituciones».

La intersección de ambos estudios es crucial para abordar los retos globales. La colaboración interdisciplinaria acelerará soluciones sostenibles en diversos campos como energía, salud y desarrollo. Estos hallazgos sientan las bases para un futuro promisorio, favoreciendo la democracia, el crecimiento inclusivo y priorizando el bienestar general por encima de los intereses de las élites.

La sinergia entre la inteligencia artificial y las instituciones inclusivas ofrece una oportunidad única para repensar las estrategias de desarrollo que puedan transformar la sociedad y mejorar la calidad de vida a nivel mundial. Es crucial diseñar políticas que garanticen el fomento de sociedades más equitativas y justas, asegurando que los avances tecnológicos e institucionales beneficien a todos, no solo a unos pocos.

Ideario en Prospectiva

El avance de una nación requiere visión de futuro. La educación es un pilar fundamental para este propósito. El impresionante avance de China en las últimas cuatro décadas se debe principalmente a que impulsó la ciencia y la tecnología con determinación.

Deng Xiaoping, el arquitecto de la China moderna, dejó una lección valiosa al afirmar: «La clave es rechazar la ideología; a partir de ahora debemos buscar la verdad en los hechos, abrazar la ciencia y la tecnología. Ha llegado el momento de liberar nuestras mentes». Esta reflexión subraya la importancia de privilegiar el pragmatismo y alejarse del dogmatismo en el camino hacia el desarrollo nacional

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