Ya cesó el estruendo retórico del discurso goebbelino utilizado por López Obrador en contra de sus adversarios o de quien no sostuvieron análoga visión política a la suya, sin embargo los remanentes de aquella eufórica andanada propagandista aun perduran en el escenario nacional, y todavía peor, la polarización se ha profundizado porque asoma la simiente lopezobradorista en el gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum- O por la desaforada actividad del Poder Legislativo apegadas a directrices fijadas por el expresidente. Por las similitudes del discurso de la presidenta Sheinbaum con el de su antecesor- mentor le llaman algunos- los opositores apuntan contra ella y todo lo que desde el gobierno se disponga. Somos ya una sociedad dividida por pasiones políticas, aunque en el fondo de las discrepancias subyace la preocupación acerca de hacia donde nos conducen las políticas públicas diseñadas por el actual gobierno. En esa maraña de acontecimientos aparejadas con la globalización económica las circunstancias nos ayuntan con las efemérides del vecino país del norte, con el que sin duda mantenemos lazos históricamente desagradables pero con el cual las relaciones económicas nos hace interdependientes, al grado que cuanto allá sucede repercute en nosotros, “cuando a Estados Unidos le da gripa a nosotros pulmonía”, dice popular adagio en sabia interpretación de la estrecha relación entre ambas naciones.
La elección federal del pasado 5 del mes en curso en los Estados Unidos atrajo la atención de gran número de países del globo terráqueo, no es para menos porque se trata de la cabeza del imperio occidental y lo que allí sucede repercute en olas concéntricas en mayor o menor medida por todo el orbe. Por razones geopolíticas nuestra cercanía con los Estados Unidos nos provoca fuertes impactos, los 3 mil 159 kilómetros de frontera, y la de Tijuana es la Puerta aduanal de mayor movimiento en todo el mundo, lo reflejan con meridiana claridad. Por la referida elección, en México las opiniones estaban divididas, unos porque ganara Kamala Harris, otros a favor de Trump, quienes se afiliaron a la primera opción la mayoría milita en MORENA o comulgan con sus programas sociales, y a favor de Trump estuvieron quienes suponen que cumplirá sus ofertas de campaña apretando sus políticas fiscales contra México y combatiendo al crimen vinculado al narcotráfico. Ganó Trump, y como en política electoral uno es el candidato y otro es quien va a gobernar, ahora en México sus virtuales apoyadores esperan que Trump cumpla sus promesas de combatir a la delincuencia en México al calificar de terroristas a las bandas del narcotráfico para justificar, según las leyes de aquel país, no las nuestras, intervenir territorialmente en México. En el fondo de ese deseo subsiste la intención de dañar al gobierno mexicano, esa es una actitud devenida de la impotencia de no poder hacerlo desde aquí. Es decir, no importa que el gobierno de los Estados Unidos intervenga en México con tal de menguar al gobierno nacional, ni aunque quedemos ya bajo la férula de un gobierno extranjero. No es así, no debe ser así la confrontación política, ojalá la impotencia de quienes no saben ni pueden organizar una oposición legítima y fuerte contra el gobierno opten por retirarse para dar lugar a auténticos liderazgos capaces de convencer y organizar la inconformidad ciudadana. Al menos en el PAN ya se va Marko Cortes, “Alito” sobrevivirá mientras su entreguismo siga siendo útil al gobierno, pero ojalá lo defenestren pronto para que el PRI descanse en paz y pase a la historia con la dignidad que su alcurnia histórica merece. Pero sobre todo, lo de México debemos resolverlo los mexicanos.