sábado, diciembre 21, 2024

¡Nos lleva el tren!

·       El gobierno  ha decidido gastar en obras 120 mil millones el año entrante

·       Tan solo para el Tren Maya que todavía no terminan de construir, otros 40 mil millones

·       El dinero podría ser mejor utilizado en escuelas o hospitales

Por Miguel Ángel Cristiani G.

¡Ah, los trenes! Esa maravilla de la ingeniería que ha sido símbolo de progreso desde el siglo XIX. Y aquí estamos, en 2024, en medio de un debate que parece sacado de una novela de ciencia ficción. El gobierno federal ha decidido, una vez más, poner el foco en el gasto público, y en particular en los trenes. ¿Qué podría salir mal?

·       El Contexto del Gasto Público

Primero, pongamos las cartas sobre la mesa. El gasto público es como un buffet libre, donde todos quieren llenar su plato sin mirar el precio. Pero en este caso, el plato es de trenes, y el dinero que se gasta es el de todos. Así que, ¿por qué no hacer un análisis a fondo? No se preocupen, no usaré más de mil palabras para explicarles cómo funcionan los trenes.

La Inversión en Infraestructura

El gobierno ha decidido invertir una cifra astronómica en la modernización de la infraestructura ferroviaria. Se habla de 120 mil millones, o como les gusta decir a algunos, “una inversión histórica”. Claro, porque cada vez que escuchamos “histórica”, sabemos que nos estamos preparando para algo monumental… o para una nueva serie de Netflix.

La Promesa de la Velocidad

Uno de los argumentos más utilizados es que estos nuevos trenes serán más veloces. “Vamos a reducir el tiempo de viaje”, dicen. Pero, ¿realmente necesitamos un tren que te lleve de una ciudad a otra en lo que dura un café? La respuesta es un rotundo “sí”, si es que el café es de la máquina que nunca funciona.

·       La Realidad del Transporte Ferroviario

Un Viaje en Tren: Expectativa vs. Realidad

Hablemos de la experiencia del usuario. Las expectativas son altas. Imaginemos como ya ocurre en Europa un tren reluciente, con asientos cómodos, Wi-Fi, y quizás hasta un bar. Pero la realidad a menudo se parece más a un viaje en un viejo vagón de carga. Los asientos son incómodos, el Wi-Fi no existe, y el bar es una máquina expendedora con refrescos de hace un par de años.

Problemas de Mantenimiento

Y aquí viene la parte sarcástica. Cada vez que se habla de mantenimiento, es como si los trenes fueran un coche de lujo en lugar de un medio de transporte público. “Sí, claro, vamos a mantenerlos”, prometen. Pero la realidad es que el mantenimiento parece ser la primera víctima del recorte presupuestario. ¡Sorpresa! Nada mas hay que voltear a ver como funciona el Metro en la ciudad de México, cuantos accidentes ocurren por no darle el debido mantenimiento.

·       El Efecto Económico

Generación de Empleo

Uno de los puntos que siempre resalta el gobierno es la creación de empleo. “Construiremos empleos”, dicen, como si fueran mágicos. La verdad es que la mayoría de esos trabajos son temporales. Es como un ciclo de verano: unos meses de actividad intensa y luego, un silencio sepulcral. ¿A quién le importa? Después de todo, ¡el tren sigue avanzando!

Impacto en el Comercio

Los trenes también se presentan como salvadores del comercio. “Transportaremos mercancías más rápido”, afirman. Pero, ¿realmente es así? Los comerciantes se rascan la cabeza, preguntándose si el tren no será más una ilusión que una solución. El transporte de mercancías no es tan simple como poner un paquete en un vagón y esperar que llegue a su destino.

·       La Opinión Pública

La Reacción de la Gente

Ah, la opinión pública. Ese ente etéreo que nunca se pone de acuerdo. Algunos están emocionados con la idea de trenes rápidos. Otros, sin embargo, se preguntan si el dinero podría ser mejor utilizado en escuelas o hospitales. Pero claro, ¿qué es lo más importante, la educación o un viaje de fin de semana a la playa en tren? La respuesta es obvia: depende de a quién le preguntes.

·       Críticas y Desafíos

La Sostenibilidad

En un mundo donde la sostenibilidad es la palabra de moda, los trenes también deben cumplir con este nuevo estándar. Pero, ¿realmente son tan ecológicos? La construcción de nuevas vías y trenes consume recursos. Y aquí viene la pregunta: ¿vale la pena? ¿Estamos realmente invirtiendo en un futuro más verde o simplemente en un hermoso tren que se detiene en la estación de la hipocresía?

La Corrupción

Y, por supuesto, no podemos ignorar el elefante en la habitación: la corrupción. Cada vez que se habla de grandes proyectos de infraestructura, hay un murmullo en el aire. “¿Dónde está el dinero?”, se preguntan muchos, entre ellos el filósofo ateniense xalapeño Pancho López. No es que todos los proyectos sean corruptos, pero la sombra de la desconfianza siempre está presente. ¿Cuántos trenes se construirán realmente antes de que la corrupción se lleve el presupuesto?

·       Proyecciones Futuras

¿Hacia Dónde Vamos?

Así que, ¿hacia dónde nos dirigimos? La verdad es que el futuro del transporte ferroviario en nuestro país es incierto. Promesas de velocidad, empleo y comercio son solo eso: promesas. Si no se gestionan correctamente, estos trenes podrían convertirse en un símbolo de lo que podría haber sido, en lugar de un motor de progreso. Hay que voltear a ver el famoso Tren Maya al que para el año que entra le van a “invertir” otros 40 mil millones de pesos, según el presupuesto del gasto del gobierno federal para 2025.

La Educación como Prioridad

En un mundo ideal, el enfoque debería estar en la educación y la salud. Imaginemos un escenario donde el dinero destinado a trenes se invierte en mejorar la calidad de vida de las personas. Pero, claro, eso nunca hace buenas historias. La narrativa siempre vende más que la realidad.

Así que aquí estamos, en 2024, con un gasto público destinado a trenes que podría ser la solución a muchos problemas o simplemente otro capítulo de la saga de la desilusión. Tal vez, solo tal vez, deberíamos mirar más allá de los trenes y pensar en lo que realmente importa: la calidad de vida de la gente.

Al final del día, los trenes son solo una parte del rompecabezas. Y mientras seguimos discutiendo si vale la pena o no, el tiempo sigue avanzando, como un tren que nunca se detiene. ¡Brindemos por eso!

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