Arquitectura en Concreto
No soy muy dado a dar etiquetas a las obras arquitectónicas, no siempre es tan sencillo y por lo regular la obra de un arquitecto es resultado de una trayectoria que es compleja y se alimenta estilísticamente de varias vertientes. No hay nada completamente puro ni tampoco nada absolutamente original.
En el caso de la obra de Rafael Pardo veo muchas cosas, algunas de ellas con una originalidad muy interesante y otras en una muy aventurada búsqueda de un estilo personal de entender y hacer la arquitectura. Se le podría definir como brutalista o hasta posiblemente como arquitecto minimalista, pero yo pondría estas etiquetas en entrecomillado y con muchas reservas, su obra es mucho más que solo un estilo que se repita constantemente.
En una ocasión tuve el gusto de trabajar conceptualmente en un proyecto con él, fue algo apenas superficial, pero lo que me sorprendió fue la intencionalidad tan interesante que le da a la forma resultante, no lo había visto en nadie en todos mis años como arquitecto. La forma la comprendía como sombras, volúmenes macizos y espacios, todos dispuestos de manera sencilla y lógica, pero siempre con la intención del contraste y el asombro casi teatral. Por momentos lo escuchaba más describiendo una obra escultórica que una arquitectónica.
En otra ocasión tuve el privilegio que Rafael me describiera y explicara su obra, sus motivaciones eran más allá de una pretensión de ser minimalista o brutalista, era la forma en su relación estrecha con el entorno. Me comentaba de la vegetación, el entorno y las vistas como elementos compositivos muy importantes en su proyecto.
Definir su obra como brutalista me parecería injusto, no encuentro esa intención en el autor, y el uso del concreto de forma casi burda no lo determinaría así. Decir que es minimalista me incómoda un tanto, su obra no pretende pasar inadvertida, por el contrario, está, es y rompe con su entorno en un diálogo casi escultórico, pero siempre como una relación en confrontación como contraste.
La obra de Rafael es muchas cosas, se acerca mucho a la pretensión primaria de la arquitectura como arte sin la menor concesión, tanto, que por momentos parece que nos enfrentamos a una obra escultórica de volúmenes habitables. También pretende ser moderna y contemporánea, no abreva de las tipologías regionales ni de forma conceptual y menos como metáfora o simple referencia. Hay la firme convicción de ser excesivamente honesto, lo que ves es lo que hay, el material es en su forma y textura original, no hay nada más, pero tampoco hay menos.
Su mayor reto en los próximos años será no repetirse, no será fácil, pero el estilo se construye con el tiempo y con lo que permanece. Hay mil formas de ser original en la arquitectura, solo que la originalidad no es garantía de buena arquitectura. Es el oficio en la búsqueda de la buena forma, ser auténtico en el proyecto y comprender que la arquitectura se alimenta compositivamente de su momento histórico.
Jorge Flores Martínez
X: @jorgeflores1mx