Al margen de interpretaciones bíblicas relativas al pecado y las sanciones acreedoras, en nuestro país somos testigos de cómo en política el pecado pasa a segundo término cuando lo importante radica en silenciar el escándalo que aquel provoca. Así lo podemos observar en la reyerta política entre Adán Augusto López y Ricardo Monreal y acá en la aldea la pendencia entre el actual coordinador de la JUCOPO del Congreso local contra su antecesor en ese encargo; en ambos casos hubo necesidad de la intervención de la presidenta Sheinbaum, en lo federal y de la gobernadora Rocío Nahle acá en la aldea. Las titulares del ejecutivo federal y del estatal en sus respectivas esferas de poder llamaron a la cordura para no hacer olas y aplacar la algarabía generada por ese espectacular diferendo, porque los pleitos de lavadero en política desnudan pretendidos “prestigios”. Fue una intervención necesaria para dejar de exhibir que en realidad en el sector público los vicios y corruptelas siguen siendo de rutina cotidiana, pese a la retorcida retórica que habla de una lucha contra la corrupción, tan de magros resultados que en los hechos es invisible. Al acallar ese escándalo se da fin al morbo público más interesado en el chisme que en la podredumbre surgida a flote. Pero ¿allí queda todo? ¿no habrá investigación respecto a lo denunciado y es solo borrón y cuenta nueva escondiendo la basura bajo la alfombra?
“Dio el manotazo de autoridad para imponer orden”, se dice en los boletines informativos acerca de la intervención ejecutiva para evitar el escándalo, bien por la conveniencia de no hacer olas, Razón de Estado se argumentará. sin embargo, no debiera ser suficiente porque al destaparse la cloaca, en los referidos casos se suponen fermentos de corrupción que debieran ser investigados. Ya extinguidos los órganos autónomos ahora en lugar del INAI funcionará la Secretaría anticorrupción con una unidad de combate a la impunidad, bueno sería estrenarla porque Monreal insiste en que la denuncia en su contra prosiga, bien sabe que la instrucción es resolver esa controversia en lo oscurito, político de colmillo muy retorcido también pretende evitar el efecto del “calumnia que algo queda”, por eso se escuda en su exigencia. Acá en la aldea nadie en uso de raciocinio podría concluir que la compra de 150 tablets por 7 millones de pesos con cargo al erario carece de aristas sospechosas, pero solo por evitar el escándalo se da por concluida la polémica, aunque de cualquier manera surge casi en automático la especulación sobre el posible “moche” en esa operación. Nada para el espanto, curados de eso ya estamos, pero en un gobierno que se precia de ser diferente, algo más que en discursos debiera demostrar su afán de intentar un cambio genuino en la forma de hacer política, o sea de servir a la población. De otra manera, según decir del gallego “si no, no”, o sea, más de lo mismo, “cambiar para que todo siga igual».