Expresión Ciudadana
Carlos A. Luna Escudero
El año 2025 se perfila como un campo minado para la economía mexicana. Las señales de alarma resuenan desde distintos frentes: una inflación imparable, ajustes salariales que prometen más problemas que soluciones, y un entorno internacional cada vez más hostil. Las proyecciones no son alentadoras, y si no se toman medidas urgentes, México podría encaminarse a una crisis económica sin precedentes.
Con una proyección de crecimiento de apenas 1.2% del Producto Interno Bruto (PIB), México ocupa los últimos lugares en América Latina, superando únicamente a Cuba y Haití. Este escenario sombrío, estimado por organismos como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), refleja la falta de dinamismo en una economía que depende en gran medida del consumo interno y la inversión extranjera.
“La desaceleración económica de Estados Unidos y la incertidumbre global son factores clave en esta proyección limitada”, señala la Cepal en su último informe. Estas condiciones externas, sumadas a políticas comerciales proteccionistas impulsadas por Donald Trump, quien regresa a la presidencia de Estados Unidos, amenazan con agravar aún más el panorama.
Mientras el gobierno federal proyecta una inflación de 4%, expertos como Héctor Carlo León Ramírez, secretario del Consejo Empresarial Mexicano, advierten que esta cifra podría dispararse hasta un alarmante 14 o 15%. Este incremento descontrolado afectará directamente a los precios de productos de consumo básico y energéticos, erosionando el poder adquisitivo de los mexicanos.
“El aumento al salario mínimo, lejos de ser una solución, podría convertirse en un catalizador para el encarecimiento de bienes y servicios. Aunque las familias tendrán más dinero en la bolsa, este se diluirá rápidamente debido a los altos costos”, asegura León Ramírez. Este círculo vicioso amenaza con profundizar la desigualdad económica y debilitar el tejido social.
El impacto de estos ajustes no se limita a las familias. Las micro, pequeñas y medianas empresas, que representan el 99% del sector empresarial mexicano, enfrentan un futuro incierto. Los aumentos salariales, combinados con la inflación y la falta de apoyos gubernamentales efectivos, podrían llevar a miles de negocios a la informalidad o incluso al cierre definitivo.
“El gobierno debe actuar con rapidez para implementar políticas que fortalezcan al sector empresarial. Sin apoyo, muchas empresas optarán por reducir su plantilla laboral, generando más desempleo y precarización del trabajo”, advierte el representante empresarial.
Otro factor crítico es la dependencia de productos importados, particularmente de China. El consumo de bienes extranjeros genera una fuga de capitales que debilita la economía nacional.
Cada peso gastado en productos importados es un peso que no circula en la economía formal mexicana, esto crea un agujero en nuestra capacidad productiva y afecta directamente a las familias y empresas locales.
El déficit fiscal mexicano sigue creciendo, poniendo en riesgo las finanzas públicas. La combinación de menores ingresos tributarios, gasto público ineficiente y un débil crecimiento económico ha generado una brecha insostenible entre ingresos y egresos. Este déficit no solo limita la capacidad del gobierno para financiar programas sociales y de infraestructura, sino que también incrementa la necesidad de recurrir al endeudamiento.
Los analistas señalan que México podría enfrentarse a un aumento significativo en su deuda pública si no implementa medidas urgentes. “El endeudamiento es una solución a corto plazo que puede convertirse en un problema estructural a largo plazo. Sin un control estricto del gasto y una mayor generación de ingresos, estaremos hipotecando el futuro del país”, advierten expertos en economía.
Ante este escenario, la posibilidad de una reforma fiscal en 2025 se vuelve inminente. Aunque el tema ha sido evitado por el gobierno actual debido a su impopularidad, la realidad fiscal del país podría obligar a las autoridades a replantear la estructura tributaria. Entre las propuestas están la ampliación de la base gravable, la eliminación de privilegios fiscales y un aumento en las tasas de impuestos indirectos, como el IVA.
El país necesita una reforma fiscal integral que no solo incremente los ingresos, sino que también fomente la equidad y la progresividad en el sistema tributario. Sin embargo, esta medida será un desafío político y social, pues impactará directamente a la clase media y al sector empresarial.
Mientras México se hunde en un mar de dificultades, países como Guyana muestran un crecimiento económico impresionante. Con una proyección de 13.6% en 2025, impulsada por la explotación de yacimientos petroleros, este pequeño país demuestra que la planificación estratégica y la inversión en sectores clave pueden transformar radicalmente una economía. ¿Qué está haciendo México para replicar este tipo de éxitos? La respuesta, lamentablemente, es muy poco.
El destino de la economía mexicana en 2025 dependerá de decisiones críticas que deben tomarse hoy. Sin embargo, el panorama actual no ofrece muchas esperanzas. Si el gobierno continúa actuando de manera reactiva y sin consensos, el país podría enfrentarse a un colapso económico que afectará a millones de familias y empresas.
El reloj avanza y la economía mexicana camina al filo de la navaja. El año 2025 será una prueba de fuego, un punto de inflexión que definirá si México puede superar sus retos estructurales o se convierte en una víctima más de su propia inercia. El tiempo para actuar se agota, y cada segundo perdido nos acerca más al abismo.