martes, enero 14, 2025

¿Rumbo a un corporativismo rentista?

Juegos de poder

La Plaza de la Constitución estaba llena y, como en las mejores épocas del PRI, de sindicatos y organizaciones vinculadas con el gobierno. Tuvimos un déjà vu de aquel régimen autoritario corporativista del siglo pasado.

Todos vitoreaban a la Presidenta de México, quien presentaba su informe de sus primeros cien días en el poder.

Había banderas, pendones e inflables que identificaban a cada grupo presente. Estaban viejos conocidos como el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) o el Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México (SUTGCDMX). Se encontraba la nueva central obrera agrupada en la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM). Antiguas formaciones vecinales de la Ciudad de México como la Unión Vecinal del Valle de Anáhuac y también de más reciente formación como la Familia Dragón, de la alcaldía de Cuajimalpa.

Estados gobernados por Morena enviaron a grupos representantes: Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Zacatecas, Chiapas, Hidalgo, Estado de México y Puebla. Todos, también, con banderitas para que los identificaran.

Muy diferente esta concentración a la que nos tenía acostumbrado el lopezobradorismo cuando era oposición. Ahora son gobierno y ya no tienen a su gran estrella que llenaba el Zócalo capitalino gracias a su carisma y popularidad. Me refiero al expresidente López Obrador.

El movimiento ahora lo lidera la presidenta Claudia Sheinbaum, quien no tiene las mismas capacidades de convocatoria. De ahí que el partido en el poder tenga que echar mano de los gobernadores y grupos organizados, sobre todo sindicatos, para llenar la plaza pública.

Muy al estilo del viejo corporativismo priista.

¿Acarreados?

Desde luego.

Pero se vale en la política, siempre y cuando no se utilicen recursos públicos para este propósito.

No dudo que así haya sido, pero no es mi interés meterme a este asunto. Lo que me parece interesante es algo mucho más costoso. Lo del acarreo de un día pueden representar cacahuates en comparación a lo que cuesta la política corporativista.

Porque todos esos grupos no van de a gratis a manifestar su apoyo a la Presidenta. Asisten con el propósito de defender sus intereses. Hay un quid pro quo en esta transacción. Yo te mando a un nutrido contingente a tu evento a cambio de que tú me otorgues…

Cada grupo demanda algo diferente.

Los gobernadores lo hacen para quedar bien con la Presidenta y sacarle más dinero federal para sus estados. Los sindicatos típicamente pretenden mejores salarios y prestaciones labores, amén de todo tipo de privilegios para sus agremiados. Las organizaciones vecinales reciben recursos públicos para diversos programas gubernamentales que benefician a sus miembros.

El corporativismo siempre termina en rentismo. Los grupos se organizan para obtener ingresos del Estado manipulando o explotando el entorno político-económico del país. Los asociados se aprovechan sin hacer ningún tipo de contribución a la productividad. Obtienen rentas que ocasionan pérdidas a la sociedad.

Los mexicanos conocemos cómo termina esta historia: en la bancarrota de las finanzas públicas y, eventualmente, en crisis económicas.

En su eterna misión de legitimarse, el PRI del siglo XX recurrió cada vez más a los grupos corporativos. Y éstos fueron pidiendo cada vez más. Los campesinos más tierras, los sindicatos (maestros, petroleros, burócratas) más privilegios laborales, distintas organizaciones sociales más recursos del erario. El modelo llegó a su límite en los sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo, cuando el gobierno ya no pudo financiar las crecientes demandas de los grupos corporativos que sostenían al partido en el poder.

En Argentina, el peronismo, ya sin Perón, se estructuró de manera corporativa, sobre todo con el apoyo de los sindicatos. Las demandas laborales fueron creciendo y los gobiernos aceptándolas sin exigir un incremento de la productividad a cambio. Ese país se fue por la borda; ha vivido ya muchas crisis económicas debido a la imposibilidad de romper el rentismo que sostiene a la política corporativa del principal partido político que sigue siendo el peronista.

Me preocupa que el lopezobradorismo, ya sin López Obrador, derive hacia un corporativismo rentista. Porque ya conocemos el final de esta historia. Tarde o temprano, el apoyo político de las organizaciones termina quebrando al erario y generando crisis económicas.

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