Cuando AMLO convocó a sus seguidores a formar su Movimiento de Regeneración Nacional destacados cuadros del PRD se incorporaron de inmediato con plena conciencia de que al formarse un nuevo partido abandonarían al PRD. Una vez obtenido el registro su sumaron otros personajes perredistas y emigraron a MORENA, de allí que este partido no haya empezado desde cero cuando su registro como Asociación Política para después convertirse en partido pues fue impulsado por los cuadros trapecistas del PRD, esa secuencia no solo conjugó experiencia política, también llevó la carga inherente de los vicios intrínsecos en la izquierda mexicana, principalmente su pronunciada inclinación al pleito callejero, al canibalismo político y su endémica tendencia a la indisciplina en privilegio de intereses propios, no es la lucha de los contrarios sino simplemente unos contra otros, son las famosas archiconocidas luchas tribales que tanto caracterizaron al partido del sol azteca desde su nacimiento hasta el ocaso. Ese virus persiste, sigue vigente, es posible comprobarlo en Veracruz por el pleito entre el dirigente estatal de MORENA, Ramírez Zepeta, asociado a Gómez Cazarín para golpear a su correligionario Manuel Huerta, y de este a su vez lanzando intermitentes petardos contra aquellos. También es observable en la discordia entre el diputado Esteban Bautista titular de la JUCOPO local y Gómez Cazarín por la irregular adquisición de 50 tablets de costo multimillonario, un asunto que además pone al descubierto la impunidad que recubre a los presupuestivoros pues pese al reconocimiento de anomalías se privilegia la militancia sobre la aplicación de la ley. A nivel nacional fuimos testigos de la denuncia pública del senador Adán Augusto López respecto a contratos irregulares autorizados por su antecesor en el cargo, Ricardo Monreal, pero al igual que en Xalapa el asunto se silenció para evitar hacer olas y evidenciarse, una vez más, como eficientes émulos de sus antecesores priistas y panistas en el usufructo del poder. Por todo esto la expresión “no somos iguales” ha perdido significado, porque ni Manuel Huerta, ni Zepeda, tampoco Gómez Cazarín ganarían una votación sobre honestidad política. La antropofagia política que se criticaba en el PRI y en el PAN está rediviva y en todo su esplendor en MORENA.