Sobre si el senador Miguel Yunes Márquez cubre o no el perfil para pertenecer a MORENA es asunto de orden valorativo y según quién lo enfoque será un criterio en cuyo parámetro influirá el interés político personal o de grupo, porque si se atiende a las afiliaciones para militar en MORENA numerosas provienen del PRI, otras del PAN, del Verde y de Movimiento Ciudadano; en suma, para ser militante de MORENA proviniendo de otras siglas partidistas un requisito radica en que la incorporación sea útil para algún propósito del partido, esto es pragmatismo puro y caben los de derecha, del centro y de izquierda, todo un tutifruti reconocido por el señor Fernández Noroña en su explicación a la afiliación de Yunes a MORENA. ¿Cuántos exgobernadores priistas militan ahora en MORENA? Y de panistas allí está Javier Corral y el exdirigente panista Manuel Espino. No es por esa vertiente donde puede encontrarse explicación a la ola de protesta ocasionada por la afiliación de Yunes Márquez a MORENA, sino en la pugna interna prevaleciente en ese partido y a animadversiones surgidas de una pugnaz contienda electoral. Si nos referimos a la protesta de la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, debe reconocerse que este episodio viene como “anillo al dedo”, pues se presenta la oportunidad de cobrar facturas registradas durante la campaña electoral de 2024; su condición de gobernadora le otorga privilegio político porque en nuestro país en la escala política el peso de un gobernador o gobernadora supera al de un senador de la república, los decibeles aumentan cuando se gobierna una entidad de la importancia de Veracruz. En ese contexto ya es posible deducir cuál será el desenlace de este affaire en la instancia de quienes mandan en MORENA.Cuando en 1970 en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI se discutían las candidaturas al senado de la república (eran dos por cada entidad) y la de diputados federales, en Veracruz gobernaba Rafael Murillo Vidal (1968-1974), de las dos candidaturas al senado una ya estaba comprometida para la Sección 30 del Sindicato Nacional de Petroleros, cuyo líder nacional era Samuel Terrazas Zozaya y en la rotación le correspondía a esa Sección la candidatura senatorial. Para el otro escaño había varios pretendientes y en el CEN se discutían sus nombres; pero el gobernador de Veracruz tenía en Rafael Arriola Molina su candidato, a quien previamente había hecho presidente del PRI estatal. El forcejeo en el PRI provocaba fuerte tensión política, por lo que el secretario de Gobernación Mario Moya Palencia telefoneó al gobernador Murillo Vidal para solicitarle ampliara el abanico de precandidatos al senado, la respuesta del ejecutivo estatal fue clara: “en Veracruz todos saben que Arriola Molina es el candidato del gobernador al senado ¿en qué posición quedo si Arriola no es el candidato? Dirán que estoy tan débil políticamente que ni eso pude, decidan ustedes la lista de diputados si así lo deciden, pero Arriola debe ser el candidato a senador”. Arriola Molina fue el candidato, ganó la elección, pero por razones ajenas al gobernador el Colegio Electoral del senado “congeló” su expediente y entonces Veracruz solo tuvo un senador en la legislatura del presidente Echeverría (1970-1976). De cualquier forma, prevaleció el poder político del gobernador. De aquellos tiempos a la actualidad las circunstancias han cambiado, sin embargo, en la escala de valores políticos se sigue indicando que un gobernador o gobernadora tiene más peso político que un senador. De acuerdo con este parámetro ya podremos imaginar cuál será el desenlace del reclamo planteado por la gobernadora Rocío Nahle ante la dirigencia nacional de su partido.