Prosa aprisa
¿Y ahora?
Por el momento, entraron en un callejón sin salida. En qué brete se metieron.
Como en toda guerra, necesariamente habrá vencidos y vencedores y quedará un reguero de víctimas.
Por lo pronto, ya es pública la división interna entre un poderoso grupo, faccioso, de la Cámara de Senadores y la gobernadora y el morenismo de Veracruz.
Quien podría ser el árbitro y zanjar el conflicto de un manotazo, la lideresa nacional (se supone) de Morena, Claudia Sheinbaum, ayer prácticamente se lavó las manos.
Pidió que la incorporación de Miguel Ángel Yunes Márquez a las filas de su partido se debata. ¿What? ¿Que lo debatan quiénes, dónde y cuándo?
Bajo ese tenor, Rocío Nahle se debe sentar entonces a esperar qué se decide en ese debate, mientras Chiquiyunes puede convertirse en un francotirador contra ella pero ya como correligionario suyo de partido, con todos los derechos y obligaciones. ¿Para que la cuña apriete debe ser del mismo palo?
Sheinbaum dejó la bronca en manos de la presidenta de Morena, Luisa María Alcalde y dijo que “el Comité Ejecutivo (Nacional) es buenísimo”.
Sin embargo, diría que ya sentenció a favor de Yunes, cuando dijo: “qué bueno que haya debate, no hay pensamiento único al interior de Morena y eso también es bueno y en todo caso que haya debate y que se defina en esa discusión qué es lo que le conviene a Morena».
Con ese “no hay pensamiento único” no quiso decir otra cosa más que en Morena caben todos, incluyendo los Yunes.
Y se lavó las manos dos veces: cuando le preguntaron sobre los presuntos delitos del chiqui, ahora le tiró la pelota a Nahle: “Ya que lo diga Rocío”.
La Sheinbaum de ayer se mostró como una militante y lideresa nacional de su partido pragmática, alejada de los principios y de las causas que dieron origen a Morena, pero también sin ideología.
¿Yunes Márquez, de izquierda, luchador social?
¿Yunes Márquez, de izquierda, luchador social, humanista? El martes, cuando lo afiliaron a Morena, personajes emblemáticos de la izquierda mexicana, como Heberto Castillo, se han de haber revolcado en sus tumbas.
Era obligada la solidaridad con Rocío de las diputaciones federal y local de Morena y de los senadores de su partido, aunque solo lo hizo ella en forma abierta y pública: Raquel Bonilla, no así Manuel Huerta, si bien él todo el año pasado se la pasó golpeando a los Yunes con lo de la “Carpeta Azul”.
Pero, me pregunto, ¿Dónde está la auténtica militancia de Morena, los izquierdistas de verdad, si es que todavía quedan, los que lucharon por fundar el movimiento hoy convertido en partido político?
Vengo de la primera mitad de los setenta en Humanidades, donde conocí el semillero de izquierdistas, inconformes, “revolucionarios”, luchadores sociales, marxistas, leninistas, maoistas, castristas, guevaristas, comunistas, a muchos de los cuales, por no decir que a todos, persiguió desde el poder el papá del Chiqui, el entonces poderoso secretario general de Gobierno, Miguel Ángel Yunes Linares.
Ya olvidaron el pasado
El 17 de septiembre de 2024, con el encabezado: “Olvidado el pasado, y los agravios echados al cesto de la basura”, publiqué en Prosa aprisa un hecho que si tuvieran memoria los ahora morenistas no perdonarían. Transcribo una parte:
“Vivir para contarla, como el título de los relatos autobiográficos de Gabriel García Márquez, que en su epígrafe dice: ‘La vida no es la que uno vivió,/ sino la que recuerda y/ cómo la recuerda para contarla’.
“La noche del pasado 15 de septiembre, ahora sí ya con todo el poder avasallador, como lo tuvo el PRI cuando los perseguía, estuvo en el balcón del palacio de gobierno el ahora senador Manuel Huerta, viendo al pueblo desde arriba (qué bonito es ver llover y no mojarse). Acompañó a los gobernadores Cuitláhuac García, saliente, y Rocío Nahle, entrante.
“Lejos están los días en que aquellos grupos de muchachos de izquierda, trabajadores de la UV y estudiantes de Humanidades, salían a marchar por las calles de Xalapa y luego se detenían frente al palacio para gritarles a los que estaban en el poder, en las oficinas, arriba, o en los balcones: ‘¡Estos son, estos son, los que irán al paredón!’, mientras que hostigaban también a los reporteros por los medios en los que trabajaban.
“Recuerdo muy bien aquella mañana soleada de 1994 cuando todos ellos acompañaron al entonces candidato presidencial del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, en su mitin en la Plaza Lerdo, con una gran asistencia.
“Gobernaba el estado entonces Patricio Chirinos Calero, quien tenía a un operador más que efectivo como secretario general de Gobierno: Miguel Ángel Yunes Linares, con tanto poder para hacer y deshacer como lo tuvo recientemente Eric Cisneros.
“Era yo reportero del semanario Punto y Aparte, de ese gran periodista que fue Froylán Flores Cancela, un gran amigo de Yunes, a quien lo respetaba por quien era. Tenía yo, pues, el privilegio de poder entrar y salir al y del palacio de gobierno.
“Había reclamos al gobierno de Chirinos y había trascendido que los cardenistas de aquel entonces iban a intentar entrar por la fuerza al palacio con la intención de llegar al despacho del gobernador.
“Yunes se aplicó entonces. Ordenó que cerraran la puerta de la entrada principal, que le pusieran una cadena con un candado, pero que no lo cerraran para que los perredistas lo pudieran quitar junto con la cadena y pudieran entrar.
“Y adentro, en el patio principal ubicó todo un ejército de policías vestidos de civil, con trancas de madera (como las que hoy utiliza la delincuencia organizada), para madrearlos cuando entraran, y, además, eso supo aquel reportero que ahora narra, prepararon un burro porque pensaban bañar de miel y llenar de plumas a Cuauhtémoc, montarlo en él y así sacarlo de Xalapa rumbo a Banderilla.
“O les dieron el pitazo, o se las olieron, pero al final, cuando terminó el mitin, los cardenistas se dispersaron y se fueron. Los actores de entonces del gobierno que iban a operar todo, todavía viven, para contarla.
“Eran el mismo Cuauhtémoc y el mismo Yunes que le envió unos travesti, que actuaban en un antro del callejón del Diamante, en Xalapa, vestidos de mujer, al Café de la Parroquia del puerto de Veracruz –el único y principal entonces–, para que se le acercaran y lo besaran mientras ya tenía preparado un fotógrafo para captar todo y exhibir al hijo de don Lázaro Cárdenas”.
Y encumbran al hijo del verdugo
El 10 de septiembre de 2024, el hijo de aquel verdugo de ellos traicionó a su partido para sumarse a la causa de los sobrevivientes o herederos de los perseguidos de entonces, y el martes oficialmente lo convirtieron en uno de los suyos. Como publicara García Márquez, vivir para contarla.
Qué espera Rocío: ¿que la dirigencia nacional ceda, dé marcha atrás, le dé la razón y rechace a Yunes Márquez?
¿Cómo va a quedar si, en cambio, ratifica su decisión y confirma la afiliación del Chiquiyunes? ¿Logrará asimilar el golpe, así, como si nada, o cumplirá lo que el 23 de septiembre pasado el columnista Salvador García Soto le atribuye que dijo: «Si a los Yunes les abren la puerta de entrada a Morena, yo tomaré la puerta de salida y me iré del partido para declararme ‘gobernadora independiente’, cercana y fiel a la 4T, pero no militaré en el mismo partido que esos delincuentes»?
¿Es que acaso se vengaría apoyando solo a sus candidatas y candidatos a alcaldes pero sacando las manos para que pierda Morena el mayor número de alcaldías, para demostrarles su poder y que nadie la puede ningunear?
¿Se hará guaje en la afiliación y reafiliación que quieren en la cúpula nacional para alcanzar 10 millones de militantes?
¿Adán Augusto López y Gerardo Fernández Noroña, los dueños del Senado, permitirán que la dirigencia nacional de Morena los deje en ridículo echando a patadas a Miguel Ángel?
Ahora solo falta que los Yunes controlen Morena
Nunca en la historia política de Veracruz un gobernador se alzó de manos contra la cúpula nacional de su partido. Rocío, con su actitud y postura, acaba de marcar un hito. En el priismo hubieran buscado destituirla. Ahora ha estirado, está estirando la liga. A ver si no la revienta.
Tantos años comentando y registrando la vida política de Veracruz, luego de ver tanto, no me sorprenderá para nada si un buen día los Yunes, ahora guindas, llegan a la dirigencia nacional de Morena o toman el control de ese partido en Veracruz. Ya dieron los primeros pasos y empezaron a subir la escalera.