martes, marzo 18, 2025

Educación para el mundo digital: Responsabilidad Compartida

En la era digital, la sociedad ha experimentado cambios conductuales significativos. Marc Prensky distinguió entre quienes nacieron antes de la omnipresencia tecnológica y quienes han estado inmersos en el mundo digital durante toda su vida. A los primeros los denominó “inmigrantes digitales” y a los segundos, “nativos digitales”. Para los inmigrantes digitales, puede ser confuso comprender las perspectivas y los comportamientos de los nativos digitales. La necesidad de comprender y abordar las repercusiones de los comportamientos inadecuados en internet se ha vuelto esencial para guiar a niños y jóvenes hacia una conducta responsable en la vida digital.

Esta diferencia se ha intensificado en la última década, donde dispositivos y redes permiten una conectividad constante. Las pantallas se han convertido en ventanas al mundo, y en este contexto, la responsabilidad digital emerge no como un lujo, sino como una competencia básica.

Nativos e inmigrantes digitales nos encontramos inmersos en un océano de información y posibilidades, pero también de riesgos latentes que exigen una alfabetización digital integral y una ética en línea bien definida.

La brecha generacional puede dificultar la comprensión mutua entre quienes crecieron con y sin esta conectividad constante. Sin embargo, esta diferencia no debe ser un obstáculo insalvable. Dialogar y comprender las implicaciones de los comportamientos en internet es crucial para transmitir la importancia de una buena conducta en la vida digital.

Ser responsables en este entorno va mucho más allá de simplemente saber cómo usar un dispositivo. Implica comprender las repercusiones de nuestros actos en línea, ser conscientes de la seguridad propia y ajena, y ejercer nuestros derechos digitales con conocimiento y prudencia.

Los riesgos en el mundo digital son variados y preocupantes, algunos de ellos se presentan a continuación:

La exposición excesiva de datos personales en redes sociales, juegos y chats convierte a nuestros hijos en blancos fáciles para delincuentes, depredadores y estafadores. El robo de identidad infantil es una amenaza creciente, con pérdidas millonarias para las familias. En 2022, casi un millón de niños en Estados Unidos fueron víctimas de robo de identidad, causando daños que superaron los 1.000 millones de dólares para sus familias.

Las conversaciones con desconocidos pueden derivar en situaciones de abuso y sextorsión, donde los menores son manipulados para enviar contenido explícito y luego extorsionados bajo la amenaza de su difusión. Investigaciones recientes indican que casi 1 de cada 10 adolescentes estadounidenses de entre 13 y 17 años ha compartido imágenes explícitas sin consentimiento.

Mentir sobre la edad para acceder a ciertas plataformas expone a los niños a contenido inapropiado y publicidad dirigida a adultos. Según una investigación del regulador británico Ofcom, un tercio de los menores de entre 8 y 17 años con perfil en redes sociales utiliza una edad falsa.

El sexting, impulsado por la impulsividad adolescente, puede tener consecuencias emocionales y legales graves, además de abrir la puerta a la sextorsión y el ciberacoso. Entre octubre de 2021 y marzo de 2023, el FBI recibió más de 13.000 denuncias de sextorsión financiera a menores en Estados Unidos, y al menos 20 casos de suicidio estuvieron relacionados con este delito.

El ciberacoso, una extensión del acoso tradicional amplificada por la conectividad, causa daños emocionales y físicos significativos, exacerbados por la aparición de deepfakes. Las investigaciones demuestran que la mitad de los adolescentes estadounidenses han sufrido ciberacoso.

Incluso el uso de habilidades técnicas con fines perjudiciales, como ataques DDoS (Denegación de Servicio Distribuido, que es un ciberataque que inunda un servidor con tráfico malicioso para impedir que los usuarios accedan a servicios en línea), puede acarrear antecedentes penales con consecuencias duraderas. Un informe de la National Crime Agency (NCA) del Reino Unido reveló que niños de tan sólo nueve años fueron sorprendidos realizando ataques DDoS.

Ante este panorama, es innegable la necesidad de generar competencias y habilidades en responsabilidad digital en todos los actores.

Los padres y tutores deben establecer reglas claras sobre el uso de internet y de comportamiento en línea, fomentar hábitos digitales responsables y aplicar controles parentales cuando sea necesario. Es importante dialogar sobre los riesgos en línea, como el sexting, el oversharing y el ciberacoso, configurar correctamente la privacidad de las cuentas, restringir la visibilidad de datos personales y mantener una comunicación abierta.

Maestros y educadores deben integrar la seguridad digital en el currículo académico, enseñando a los niños a afrontar los riesgos digitales en lugar de simplemente evitarlos. Promover un ambiente virtual respetuoso y seguro, a través de la empatía y la responsabilidad en línea, y enseñar a denunciar el ciberacoso.

Es vital que los niños y jóvenes comprendan la diferencia entre el buen y el mal comportamiento en internet, que sean conscientes de los riesgos asociados a compartir información personal y a interactuar con desconocidos, y que conozcan sus derechos digitales

Para fomentar una ciudadanía digital responsable, es necesario aplicar medidas de ciberseguridad en dispositivos y canales de comunicación, utilizar software antimalware y descargar aplicaciones solo de tiendas oficiales. También aprovechar recursos educativos en línea sobre ciberacoso, protección de datos y contraseñas seguras. Es importante que las políticas educativas gubernamentales incluyan la ciudadanía digital como materia obligatoria en las escuelas.

La huella digital, esa información rastreable que dejamos en línea, debe ser comprendida en su alcance y consecuencias para la privacidad y la seguridad. Ser conscientes de cómo nuestras acciones en el mundo virtual pueden afectarnos a nosotros y a los demás.

La creciente exposición a las tecnologías digitales desde una edad temprana requiere un esfuerzo coordinado de padres, educadores y la sociedad en general para enseñar a los jóvenes sobre los riesgos, promover comportamientos éticos y responsables, y garantizar su bienestar en el mundo digital. La integración de la ciudadanía digital en la educación formal y la comunicación abierta en el hogar son herramientas esenciales para lograr este objetivo.

Ideario en Perspectiva

Ya déjenlo en paz, ¿qué culpa tiene que el país se haya convertido en un cementerio monumental? Las críticas deben cesar. Al fin y al cabo, no es su responsabilidad que el sistema de salud sea mejor que el de Dinamarca, ni que la deuda haya alcanzado cifras históricas o que se hayan derrochado miles de millones de pesos en caprichos. Al final, siempre estará el pasado, o Calderón, para asumir las culpas.

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