Nuestra forma de “hacer” democracia en este país es bastante suigéneris y se caracteriza según el partido en el gobierno. Durante la era priista, cuando la presidencia imperial, el partido oficialista (PRI) obedecía estrictamente las órdenes del presidente de la república, por cuya voluntad se decidían candidaturas a gobernadores, senadores y algunos diputados federales, la secretaría de gobernación servía de correa de transmisión a través de la cual se transmitían las consignas presidenciales hacia el PRI. A su vez, en sus respectivas demarcaciones los gobernadores tenían a su cargo decidir las candidaturas a diputados locales, y las de los alcaldes les eran consultadas por el presidente del Comité Directivo estatal priista. Casos hubo de actores políticos que buscaban padrinos fuera de la entidad para ejercer presión ante gobernadores y de esa forma superar las maniobras de la dirigencia estatal priista que por interés de grupo o fobias estorbaban su posible postulación. En términos generales así operaba el modelo priista antes de la derrota del año 2000, cuando al perder la presidencia, ya sin la jettatura presidencial, los gobernadores priistas encontraron oportunidad para decidir sus respectivas sucesiones, en Veracruz ese procedimiento lo inauguró Miguel Alemán Velasco (1998-2004) resolviendo la candidatura a favor de Fidel Herrera, y a su vez este la de Duarte de Ochoa. Duarte huyo antes de concluir su mandato dejando una confusión priista justo en tiempos de decidir la candidatura al gobierno estatal y por esa y otras circunstancias el PAN ganó al PRI la elección al gobierno estatal con Miguel Angel Yunes Linares como su abanderado (2016-2018).
La evolución política del andamiaje partidista y electoral mexicano demuestra notables variantes ahora que gobierna MORENA en el país, semejante a la hegemonía priista ahora la CuartaT domina el escenario político nacional. Sin embargo, el formato de MORENA no es el mismo del PRI, en eso sí no son iguales, aunque en esencia en el nuevo partido oficialista las practicas “politiqueras” son casi idénticas: el chapulineo sigue vigente como en los viejos tiempos, la corrupción es ya costumbrismo político-social y las intrigas, anquilosadas por el quehacer humano, se repiten por igual. MORENA es un partido relativamente nuevo porque consiguió su registro en 2014 y ya gobierna en la presidencia de México y en 24 entidades federativas, electoralmente da avisos de amplia hegemonía sobre una oposición dispersa y sin fuelle. Pero, además, está mostrando un síntoma muy diferente al del PRI porque en esta segunda etapa de gobierno su dirigencia nacional no espera la consigna presidencial y está operando procedimientos para en 2027 atender las 16 candidaturas a gobiernos estatales. Ignoramos cómo vaya a evolucionar para 2027 el poder de la presidenta Sheinbaum y si para ese entonces ya tendrá las riendas de su partido, por ahora no parece ser así porque la actual dirigencia de MORENA actúa como el Comité Central de un partido político que aspira a compartir el poder con los órganos del gobierno. Así es nuestra perspectiva, la realidad pudiera ser de otra manera, aunque también votar por la afirmativa.