Es un hecho: de acuerdo con la oficina del Gobierno de EUA para evitar las drogas, en 2022 más de 49 millones de gringos padecían trastornos serios de salud derivados del consumo de estupefacientes. ¡Eso es casi el 17% de su población total! El propio Gobierno de EUA dice que «Los genes de una persona, la acción del medicamento recetado o las drogas ilegales, la presión de compañeros, el sufrimiento emocional, la ansiedad, la depresión y el estrés ambiental pueden ser todos factores intervinientes».
Otra vez el Presidente Trump afirmó que la culpa es de México, amenaza -otra vez– con más aranceles y dice que ya considera usar drones para atacar a narcos mexicanos.
Nadie compra caca envasada. El problema no está en la oferta sino en la demanda. Decir lo contrario es engañoso, incluso hipócrita. Que lo diga un gobernante es demagogia y una falsedad mayor e ingenuos los que le creen. Mientras no enfrenten en serio el problema de adicciones con políticas de fondo, habrá narcóticos en las calles, quizá más costosos pero siempre disponibles, correrá mucha más sangre, reventarán la economía mexicana, habrá más vidas frustradas, insatisfechas y fallidas, habrá más adictos.
Ojo: en esos 49 millones no sólo hay pobres, latinos y negros. La mayoría son blancos, muchos de ellos de clase media o de altos ingresos, y más niños y adolescentes de los que Trump querría nunca reconocer.